El compositor centenario sustituye definitivamente al arquitecto del golpe

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Ya es oficial. Ya no hay reconocimiento institucional, en forma de nombre de calle, al arquitecto del golpe de estado, y al autor de las conocidas como ‘instrucciones secretas’, un macabro manual prebélico que ordenaba violencia extrema y cárcel para todos los lideres políticos o sindicales que no comulgaran contra el régimen que se quería imponer.

Frente a la figura de General Mola, en su lugar, Santander ha reconocido al compositor Atáulfo Argenta, en el centenario de nacimiento, con la distinción de una calle que desemboca justo en la Plaza Porticada, antiguo escenario del Festival Internacional de Santander en el que el músico castreño, fallecido prematuramente, interpretó alguno de sus conciertos más recordados.

El alcalde Íñigo de la Serna inauguraba este sábado la calle, en un acto que contaba con la presencia del nieto del músico y varios miembros de la familia Argenta.

HOMENAJE

CEl homenaje al compositor ha continuado en el interior del Teatro CASYC donde el alcalde ha hecho entrega a su nieto de una réplica de la placa que ya luce en la calle.

Durante el acto, el alcalde ha tenido también unas palabras de agradecimiento para el hijo del director, Fernando Argenta.

Ataúlfo Argenta, nieto del compositor, agradeció en nombre de su padre y el de toda la familia este reconocimiento. “Un orgullo y un lujo para todos nosotros y que sin duda hubiera emocionado a mi abuelo. El amor que ha tenido a esta ciudad ha sido extremadamente correspondido ya», agradecía.

Tras la entrega de la placa los alumnos del Conservatorio Municipal de la ciudad ‘Ataúlfo Argenta’ y la Banda Municipal de Santander, han interpretado los temas «Memorias de África» de John Barry y «Free World fantasy», «The blues factory», «Concerto d’amore» de Jacob de Haan, «Tarde de toros», el pasodoble compuesto por Ataúlfo Argenta; una selección de la zarzuela «Alma de dios» de José Serrano; la obertura «Egmont» y el primer tiempo de la 5ª Sinfonía de Beethoven, en recuerdo de los tres conciertos que dirigió en la Plaza Porticada hace 60 años.

ATAÚLFO ARGENTA

Atáulfo Argenta

Atáulfo Argenta hubiera cumplido este 2013 cien años

Nacido en 1913, Ataúlfo Argente pronto recibe clases de solfeo, piano y violín en el Círculo Católico de su pueblo Castro Urdiales natal.

En 1925 se trasladó a Madrid a estudiar música en el Real Conservatorio de Madrid como alumno de Manuel Fernández Alberdi. Allí destacó rápidamente como pianista. Más tarde se trasladó a Bélgica para estudiar con el maestro Armand Marsick en el prestigioso Conservatorio de Lieja, y posteriormente con Winfrend Wolf en Kassel y Berlín.

Fue profesor de piano por oposición en el Conservatorio de Kassel (Alemania). De regreso a España, le sorprendió la Guerra Civil Española durante una gira de conciertos y se trasladó a Segovia en un intento de acercarse a Madrid. Allí fue movilizado en el Batallón de Transmisiones de Segovia.

Tras su desmovilización, se casó con una antigua compañera del Conservatorio, Juana Pallarés Guisasola. Se vio en la necesidad de tocar en teatros y en orquestas menores para ganarse la vida, finalmente obtuvo una beca para estudiar en Alemania con el maestro Carl Schuricht.

En 1947 fue nombrado director de la Orquesta Nacional de España, convirtiéndose primero en el segundo director de la institución, y posteriormente en el profesor titular, sustituyendo al ilustre maestro Bartolomé Pérez Casas. En 1949 fundó la Orquesta de Cámara de Madrid.

Además fue director invitado de la Orquesta Nacional de Francia. Fue un especialista en la música romántica alemana y en la música española, sintiendo predilección por el compositor Manuel de Falla. Por su distinguida carrera le concedieron la Cruz de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, esta última a título póstumo. Además, fue nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes en 1956.

Entre sus más reconocidas interpretaciones se encuentran la Rapsodia española de Maurice Ravel y las Danzas españolas de Moritz Moszkowski. Fue pionero también en las grabaciones en estéreo.

Pocos días antes de su muerte, Ataúlfo Argenta había conseguido uno de los mayores éxitos de su vida artística, dirigiendo en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona primero, y luego en el Monumental Cinema de Madrid, el oratorio de Georg Friedrich Händel El Mesías.

Argenta murió en la localidad de Los Molinos, Madrid, en 1958, por inhalación de monóxido de carbono en su garaje, donde tenía el coche con el motor en marcha.

El día 31 de enero, diez días después de su fallecimiento, la Orquesta se presentó por primera vez al público sin su director. Los músicos, en pie, interpretaron el coral de la Cantata 140, de Johann Sebastian Bach, escuchada por el público también en pie y en silencio.

UNA TREINTENA DE CALLES

General Emilio Mola

Emilio Mola

Emilio Mola (Cuba, 1897- Burgos, 1937) no llegó a ver en qué derivaron sus planes. Murió en un accidente aéreo, y no pudo presenciar como Franco, rival en la carrera por el liderazgo de los ‘sublevados’, le ganó de calle: el dictador se quedó con el título de Generalísimo, y Mola se quedaría, para siempre, con un simple ‘General’. Y para que quedara constancia de que era eso, un General, así se le apuntaló en placas con nombres por toda la geografía española de los vencedores.

La Ley de la Memoria Histórica establecía la retirada de aquellas placas o estatuas que ensalzaran ese tipo de figuras. En la capital, el caso más claro era la estatua ecuestre de Franco que presidía la Plaza del Ayuntamiento, cuya instalación supervisó él mismo.

También quedan símbolos: el último lo redescubrimos cuando una desafortunada foto puso en el mismo objetivo al presidente Ignacio Diego y al alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, bajo la mirada de la vidriera del escudo del áquila que se alza sobre el techo del edificio del Banco de España.

Pero aún quedan por retirar una treintena de placas con nombres alusivos a un bando de la Guerra. En ocasiones es a caídos de un bando, más que a figuras militares, dentro del intento del Régimen por tener mártires de cuya figura apropiarse.

En otros casos pasan desapercibidos, En Santander hay nombres propios que parecen de lugares geográficos, y que esconden o escenarios de batallas simbólicos o nombres de buques de guerra.

Suma y sigue hasta la treintena, recopilada hace años en un Google Maps por dos bloqueros cántabros, que todavía mantiene vigencia. Visto sobre el mapa, se aprecia mejor su cantidad, y los autores lo acompañaron de pequeñas descripciones de por qué cada calle llevaba ese nombre del que ya se ha caído el General Mola.


Ver Recorrido Franquista por Santander en un mapa más grande

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