La apertura de Altamira queda supeditada a los resultados de visitas controladas

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Patronato de Altamira

Reunión del Patronato de Altamira

Una reunión del Patronato de Altamira, ese organismo que integran las administraciones y otros agentes –entre ellos el presidente del Banco Santander, Emilio Botín—siempre levanta expectativas, ya sea porque se producen pocos contactos, por lo simbólico del tema para Cantabria o por la posibilidad, acariciada por muchos, de reabrir las cuevas rupestres.

En este caso la expectativa era muy alta ya que se había especulado con la reapertura que, finalmente, será de una forma controlada, es decir, con visitas reducidas, y con un fin científico, para comprobar su efecto sobre el estado de las cuevas.

La gruta fue cerrada totalmente al público al comprobarse que las visitas (que en los años 60-70 habían llegado a ser masivas) habían generado una bacteria que corría el riesgo a afectar a su principal tesoro, las pinturas rupestres, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Por eso se levantó la llamada Neocueva, una réplica artificial de las cuevas, junto a un museo de carácter didáctico.

Un cierre que termina ahora, lo que no quiere decir que de forma inmediata vaya a darse una apertura masiva, ya que en las últimas reuniones del Patronato se acordó que este tipo de decisiones quedarán supeditadas a un comité científico.

De modo que las visitas serán reducidas: cinco personas a la semana y un guía, y durante unos meses, hasta agosto, cuando se espera tener los resultados del estudio científico y poder tomar la decisión de la reapertura total y definitiva.

 

LAS VISITAS

El proceso de selección de las visitas en esta fase será por sorteo entre las que se encuentren en el museo en los días programados para la visita experimental.

Para poder participar en esta actuación con fines científicos, a su entrada al museo, el día en el que se vaya a llevar a cabo la visita, se ofrecerá a los visitantes que lo deseen rellenar un formulario con sus datos de contacto.

Asimismo, se informará de las limitaciones de accesibilidad física que presenta la cueva. Una hora antes de la entrada a la cueva se extraerán aleatoriamente cinco formularios que identifiquen a los visitantes elegidos y se les comunicará su elección.

El Programa de Investigación ha definido unos protocolos de acceso que establecen una duración de la visita de 37 minutos y un itinerario con tiempos de permanencia definidos para cada estancia.

Los visitantes deberán vestir monos desechables, gorro, guantes, mascarillas, así como un calzado especial o lavado de suelas. Se evitará en todo momento el contacto con la roca y la toma de imágenes.

En las visitas se controlará en el interior de la cueva la temperatura del aire y de la roca, la humedad relativa del aire, la contaminación microbiológica, las aguas de infiltración, el radón y el CO2, entre otros, y sus posibles efectos en la conservación y estabilidad de la cavidad, condicionarán la futura gestión del bien cultural y la continuidad de las visitas.

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