Cuando un roble vale un euro

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De momento es una idea, un proyecto que nace con la ilusión y las buenas intenciones de un grupo de personas interesadas en otra manera de producir, consumir y relacionarse. La Red de Intercambio El Roble es una iniciativa basada en la confianza, en ese aspecto humano que, en opinión de este colectivo, parece esconderse en cuanto entra el dinero en cualquier intercambio de bienes y servicios.

Algunos de los productos que se pueden adquirir con la moneda complementaria.

Algunos de los productos que se pueden adquirir con la moneda complementaria.

Lo que pretenden es dar valor al tiempo del que disponen y sacar partido de la cantidad de capacidades, conocimientos e, incluso, bienes materiales que posee el colectivo sin aprovecharlos ni darles apenas importancia. Por esto, han lanzado una moneda complementaria que permite hacer trueques sin que el dinero sea un problema.

Un roble, como se llama la moneda, equivale a un euro. No hay margen para la especulación ni para  el enriquecimiento ilícito, porque se guían por los principios éticos de la moneda social. Lejos queda la troika y las autoridades monetarias, aunque insisten en que se trata de una herramienta absolutamente legal y contemplada en la legislación europea.

Su sueño es generar una red en la que participen personas, colectivos, productores, profesionales, comercios y empresas, ofreciendo o demandando bienes de producción artesanal, casera o profesional, o los cuidados y servicios de importancia para el desarrollo y bienestar de la comunidad.

La lista de la compra que se puede satisfacer con robles cada vez es más amplia: anchoas, mermeladas, pimientos, huevos, cosmética natural, jabones, ayuda para recados, asesoramiento en nutrición y salud, peluquería, arreglos de costura, clases de inglés, alemán e italiano, refuerzo escolar, clases de guitarra, asesoramiento inmobiliario, transportes y mudanzas, cuidado de perros, cuidado de niños o mayores, cuidado de vivienda y plantas en vacaciones, ayuda para limpiar la casa, soldadura, albañilería, herramientas de bricolaje, senderismo, pintura, informática….

Según explica Elson, uno de los portavoces de este colectivo, la red nació en Laredo hace aproximadamente un año a través de un colectivo de personas que se agruparon para lanzar un proyecto vinculado con la ecología. La moneda complementaria que han puesto en marcha es una herramienta para llevar a cabo estas ideas.

Descubrieron que en España hay más de 200 monedas sociales y cerca de 5.000 en todo el planeta. En Cantabria no había ninguna experiencia similar y ellos se han atrevido a impulsar un movimiento que funciona bien a nivel local.

Unas 40 personas se reúnen semanalmente y deciden de manera asamblearia los siguientes pasos a dar. Se reparten las tareas y rotan en los puestos que han configurado dentro de la organización para que nadie sea imprescindible.

Para integrarse en el colectivo, el requisito mínimo es participar en una de esas reuniones: ponerse cara y establecer la mayor confianza posible es fundamental, según dicen. Personas que viven en otras partes de Cantabria se han puesto en contacto con ellos para conocer la iniciativa y, aunque lo lógico es funcionar a nivel local, no cierran las puertas a nadie.

Una vez dentro, han establecido dos fórmulas para realizar los intercambios. Disponen de una cartilla en la que se anotan los apuntes a mano y refleja el saldo positivo o negativo de cada uno. Además, tienen una plataforma de software a través de internet que, con un número de usuario y una contraseña, permite ver la lista de cerca de cien ofertas y los datos para contactar con las personas que quieren realizar esos intercambios.

Anotaciones en la libreta de intercambio en robles.

Anotaciones en la libreta de intercambio en robles.

«La idea es que también los negocios se puedan adherir a la iniciativa. No queremos quitar clientes al comercio. Uno de los problemas al que nos enfrentamos es a la globalización que está acabando con este tipo de servicios, con las tiendas del barrio. Queremos potenciar el tejido local», comenta Elson.

Su teoría es que, al margen de realizar un intercambio en sí, están ganando en autoestima, en cercanía, en relaciones con los vecinos. «Todo esto es positivo para la sociedad», afirma. En su opinión, la crisis ha hecho abrir los ojos a mucha gente y potencia el nacimiento de sistemas alternativos.

Ecos, pumas, moras… Otras zonas de la geografía nacional han puesto en marcha iniciativas similares al roble y sirven como inspiración al proyecto desarrollado en el oriente de Cantabria. Hay propuestas en Cataluña y en Andalucía, por ejemplo, que van mucho más allá de la moneda y fomentan otros valores, una organización distinta que permite conseguir las cosas necesarias sin recurrir al dinero.

«Más de seis millones de personas pudieron subsistir durante el corralito argentino gracias a una organización basada en el trueque. Al protegernos en lo local, nos hacemos más fuertes y nos abastecemos de lo básico», asegura el portavoz de la Red de Intercambio El Roble.

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