“Es muy duro escuchar a un compañero decir que muere de soledad”

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La hermana Paciencia y Miguel Ángel Varona en la rueda de prensa en el Hospital de Santa Clotilde.

La hermana Paciencia y Miguel Ángel Varona en la rueda de prensa en el Hospital Santa Clotilde.

La parte psicológica quizá sea lo más duro de la enfermedad del ébola, y también lo más desconocido. La hermana Paciencia Melgar así lo ha afirmado esta tarde en la rueda de prensa que presentaba la mesa redonda que se ha llevado a cabo por el Día Internacional del Voluntariado.

La jornada forma parte de las celebraciones que el Hospital Santa Clotilde está realizando con motivo de su 75 aniversario.

En la de hoy han participado numerosos voluntarios y coordinadores de los centros médicos más importantes de Cantabria: Valdecilla, Sierrallana, Padre Menni y el propio Hospital Santa Clotilde.

Durante la mesa redonda se han conocido grandes testimonios de voluntariado y nuevos propósitos, como el Proyecto Smile, concebido por Natalia Arias, alumna de Medicina. Además se ha presentado la Fundación Juan Ciudad, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

LA EXPERIENCIA «MÁS DURA» DE SU VIDA

Con esta orden religiosa lleva colaborando 11 años la hermana Paciencia Melgar, miembro de la Inmaculada Concepción, en Liberia. El hospital San José de Monrovia ha sido su hogar durante más de una década, y también el escenario del “momento más duro” de su vida.

Durante sus años como voluntaria, la hermana Paciencia se dedicó no solo a la sanidad, sino también a la educación y al área de promoción de la mujer, que dirigía. En él se ayudaba a mujeres que, debido a las dos guerras civiles que asolaron el país entre 1989 y 2003, no pudieron terminar sus estudios. Así se les daba opciones para obtener unos certificados que les ayudaran a encontrar trabajo y mantener a sus familias.

Todo eso se derrumbó a primeros de mayo de este año, cuando entró en Liberia el ébola. A finales de ese mes o principios de junio se diagnosticaron los primeros casos en los hospitales. El primer afectado entre el equipo fue el hermano Patrick Nshamdze, supuestamente al tomarle el pulso a una paciente que resultó estar infectada.

El protocolo del gobierno liberiano era no mantener contacto directo con los pacientes y lavarse mucho las manos. Eso no impidió que el hermano Patrick, director del hospital, fuera contagiado y transmitiera el virus a sus compañeros.

Se cerró el hospital y ellos se quedaron aislados en la comunidad junto a este, sin poder salir. Tras conocerse que los análisis hechos al hermano Patrick eran positivos el aislamiento se puso en marcha. Los primeros síntomas de sor Paciencia aparecieron el dos de agosto.

De esos días recuerda el malestar, la debilidad y la soledad. Y la impotencia. Desde allí tuvo que ver cómo repatriaron a España al padre Miguel Pajares y la hermana Juliana, ambos españoles, y cómo ellos se quedaron en tierra pese a que les habían llegado promesas de repatriarles a todos.

Se quedó aislada hasta el día 9, cuando les fueron a buscar a ella, a la hermana Catherine Agdodnito y al hermano George Combey. Ese día encontraron muerta a la religiosa Chantal Pascaline, sin haber tenido opción de llegar al campo del ébola en Liberia.

Allí se trasladaban a los casos desahuciados, con poca esperanza. “Es un lugar  al que vas y no vuelves”, aseguró. No cuentan con suficientes recursos, ni humanos ni médicos, y solo hay un baño en todo el recinto con graves deficiencias sanitarias.

Pese a eso, la hermana Paciencia consiguió superar el ébola, e incluso se quedó en el centro para acompañar a sus compañeros una vez fue dada de alta. Allí vio morir a George Combey, y sobrevivir a Catherine Agdodnito.

Una de las peores experiencias que recuerda fue al hermano George suplicar: “Yo me muero por la soledad”, y es que asegura que el aislamiento puede llevar a la depresión, y esta facilitar la muerte.

AYUDA INTERNACIONAL TARDÍA

La

La mesa redonda en honor a los voluntarios se ha realizado en la Nave que Late, en la calle Antonio López.

Miguel Ángel Varona, Superior Provincial de los Hermanos de San Juan de Dios en Cantabria, destacó la importancia de la colaboración internacional. Una colaboración tardía, aunque “bienvenida sea”.

Ambos coinciden en que la sociedad internacional puede hacer mucho más para erradicar el ébola en África. “Solo se ha actuado cuando nos ha afectado a nosotros”.

Varona considera que ha habido un “antes y un después del traslado del padre Pajares a España”, pues eso ha ayudado a tomar medidas serias en nuestro país y para concienciar a la sociedad.

De hecho, ha manifestado que, si no le hubieran trasladado, España y Europa habrían perdido un mes en la lucha contra el ébola, y las consecuencias “podrían haber sido muchísimo más graves”, de haber habido más casos.

La hermana Paciencia ha recordado que el tema del ébola en África “no es cosa de ahora”. El primer caso se dio en El Congo en 1976, pero en el resto del mundo todo siguió “como si no pasara nada”. Esta vez, que ha llegado a Europa y a América, es “como si la tierra se hubiera movido, como un terremoto”. Parece que todo el mundo ha tomado conciencia de repente.

LIBERIA, UN PAÍS ARRASADO

Ambos siguieron reclamando la ayuda internacional porque el problema de Liberia no se acabará con el ébola. Ahora hay más recursos, lo que está ayudando a que haya más supervivientes, pero el daño en la zona es muy grave.

Al cerrarse los hospitales y marcharse muchas empresas, se ha incrementado dramáticamente las tasas de desempleo del país, lo que provoca una gran alarma social.

Temen que el país vuelva a vivir una crisis similar a la posterior a la guerra civil, cuando se creó una generación de niños huérfanos que vivían en la calle. Ahora también hay muchos huérfanos y a los que sus familias repudian.

Por ello su mayor miedo es que la ayuda internacional solo sea puntual, y se reduzca cuando los peligros desaparezcan del primer mundo. “Necesitamos que sigan actuando para llevar esperanza”.

PREPARADA PARA VOLVER

La hermana Paciencia manifestó que se siente en condiciones de volver a trabajar a la zona. “Yo estaría contentísima de volver a Liberia, me iría corriendo. Pero pertenezco a una Orden de misioneros y serán ellos quienes me digan qué haré”, ha declarado.

Del hecho de haberse quedado en tierra cuando el padre Pajares y la hermana Juliana fueron trasladados a España, la hermana Paciencia asegura entender los motivos, pues ella no era ciudadana española en aquellos momentos. Por eso aseguró respetar la ley de cada país, aunque matizó que “las personas deberían estar por encima de la ley”.

Ella finalmente viajó a España el pasado 25 de septiembre con la intención de donar su plasma para poder salvar la vida del religioso Manuel García Viejo, que había sido trasladado desde Sierra Leona. Esto no fue posible, pues el misionero falleció el mismo día de su llegada.

Sí recibió su ayuda la auxiliar de enfermería Teresa Romero, que resultó contagiada al cuidar del padre Pajares durante los días que este pasó en el Hospital Carlos III, donde finalmente falleció. La auxiliar española superó el ébola, en parte gracias a la donación de la hermana Paciencia, razón por la que esta se siente “muy satisfecha”.

Su donación, junto al suero de otras dos personas curadas de ébola, se encuentra en el banco contra el ébola que el gobierno español está creando para posibles futuros casos en el país y en Europa. Por lo que ha podido saber la misionera, una muestra de su sangre se ha mandado también a países como Francia o Alemania.

Un numeroso público asistió al acto de conmemoración.

Un numeroso público asistió al acto de conmemoración.

REAPERTURA DEL HOSPITAL SAN JOSÉ DE MONROVIA

Así mismo quisieron recordar a los nueve sanitarios que fallecieron en Monrovia a causa del ébola, a quienes Varona califica de “santos no oficiales”. “Son sanitarios anónimos que han dado su vida por los demás”, ha recordado.

Por ello no permitirán que su sacrificio sea en vano, y el hospital San José ha vuelto a abrir sus puertas este lunes. Entre los misioneros que han acudido con la Orden de San Juan de Dios se encuentra  el religioso José María Viadero, natural de Igollo de Camargo.

Este centro se ha reabierto para tratar casos no de ébola, pues el tratamiento de esta epidemia ha reducido los recursos para luchar contra otras enfermedades como el tifus, la malaria, infecciones tropicales o las complicaciones del parto que conllevan “tres o cuatro veces más de muertes” que alrededor de las 5.000 que se cree que ha provocado el ébola.

Paciencia Melgar ha querido terminar su intervención con una declaración que invita a la reflexión: “Hoy no estoy infectada, pero sí estoy afectada. ¿Y tú?”.

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