La justicia consuma el derribo del local pornográfico de CEOE

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Los más adultos lo recuerdan como un antiguo cine porno en las afueras del pueblo que entonces todavía era Santander sin descargas de Internet.

Un lugar oscuro y alejado de ese centro urbano plagado de miradas de primos y amigos de padres al que ir para desatar la imaginación de los deseos más oscuros.

Y hay otro sector de adultos que lo conocen como el antiguo cine X de Campogiro que recuerda cómo allí se consiguió consumar una historia más pornográfica.

La de una CEOE entregada a una orgía burbujil y una política expansiva de centros, en este caso para la consabida formación. Daba igual que no hubiera potencia: eran los años del generoso viagra público.

Hacía falta un local, y allí las gargantas profundas nos recuerdan que la adjudicación se hizo, porque seguíamos estando en España, a un cuñado del entonces presidente de la patronal cántabra, Miguel Mirones, el mismo que tuvo que abandonar el cargo entre acusaciones de irregularidades por la adjudicación de servicios a empresas relacionadas con él de algún modo.

El local se inauguró a lo grande, como se hacen estas cosas, con el trío que se marcaron los representantes del Ayuntamiento, Gobierno de Cantabria y Ceoe nacional, chico de la fotocopiadora incluido.

Pero llegó la vecinita con nombre exótico, y en vez de pedir sal, advirtió de que las obras se habían hecho sin la licencia adecuada. Lo confirmó el butanero, que anotó pérdidas que le rebajarían el ánimo a cualquiera: por valor de 113.000 euros tras una inversión superior a los 600.000.

El sueño de cualquier lujurioso, poder hacer y deshacer mientras en la habitación de al lado los otros, los del Ayuntamiento, seguían a lo suyo, aislados en la cabaña, encerrados en su propia película de crecimiento.

La justicia no se dejó seducir por los intentos de regularizar la situación y dio un primer empujón, y luego otro, de aviso al Ayuntamiento, que finalmente acabó plegándose y admitiendo que había que llegar hasta el fin, hasta que decretó que el edificio erigido se derribara.

Es un coitus interruptus: el derribo, la acometida, será parcialmente, en las partes que no respetan lo legal.

Este clímax de la historia es el que tras muchos minutos de metraje y varias historias cruzadas acaba de respaldar el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria en una sentencia que ahora habrá que ver cómo ejecutar. En el camino hemos pasado de los cines a las gasolineras.

Afortunadamente, desde que hay Internet y desde que no hay dinero público a raudales, ya nadie va a los cines X y los centros de formación de las patronales ya no son lo que eran.

Este en concreto hace tiempo que se había entregado al placer solitario, el de un único empleado, afectado por ese intento de cambiar el sexo por un amor más duradero e integrador, sin tantas exhibiciones, en el que está embarcado el nuevo presidente de Ceoe, Lorenzo Vidal de la Peña.

Por algo se empieza, aunque suene tópico. Casi tanto como conectarse a la wifi de un hotel mal decorado al lado de una estación de tren en Huesca para buscar pelis porno. Ojo, que es para documentarme.

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1 Comentario

  • Roberto Ruisanchez
    erreyerre
    12 de marzo de 2015

    El local tiene un pretérito anterior con la fórmula del ‘arte y ensayo’ que – riete lorito- al final de los 60 toleró aquel ministrazo franquista y #presidentefundador gallego y medio cubano.
    El abajo firmante, o arriba, vió allí un despliegue de novo cine brasileiro en 1969 o 70, y ‘cosas’ de Resnais y de Losey en V.O. y sin saber que algunos años mas tarde fijaría residencia a pocos metros de aquel cine de nombre principesco…

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