San Rafael termina temporada sin cerrar tramas y pendiente de los nuevos personajes

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En las radionovelas más clásicas había una escena recurrente. Dos protagonistas daban un paseo y de repente uno de ellos caía por el precipicio. El otro le agarraba de la mano y el episodio acababa, dejando al oyente con la duda de si lograría salvarle o no.

Precipicio en inglés se dice ‘cliffhanger’, y el recurso llegó a ser tan común que esa palabra acabó usándose para referirse a los finales de temporada de las series.

¿Cómo que no repito en las listas?

¿Cómo que no repito en las listas?

Una técnica que seriales como Dallas, Dinastía y Falcon Crest llevaron a su máximo exponente : resolvían todas las tramas, pero nos dejaban con finales épicos en los que había de todo, y cuando decimos todo hablamos de bombas, incendios, terremotos y atentados.

No, no es que veamos a Revilla o a Marcano como JR, ni a Sáenz de Buruaga o Gorostiaga como esa Ángela Channing a la que se le acaba de apagar la voz de Matilde Conesa, y, desde luego, esperamos que por aquí no haya ninguna Alexis.

Es que resulta que en el Parlamento de Cantabria es fin de temporada para los cantantes y los camareros.

Pero aquí no ha habido cliffhanger.

Ningún final sorprendente, nada que nos haga querer esperar a la próxima temporada.

TRAMAS SIN CERRAR

Lo peor es que en la Cantabria de La Remonta, el Museo de Prehistoria y la reordenación ferroviaria nunca se cierran tramas: seguimos tan atascados como los teleféricos en historias recurrentes como la gestión de la energía y los problemas de la industria, sin dar un final digno a los episodios de Greyco y Nestor Martin.

Y con la certeza de que como en este campo los guionistas no han definido cómo se debe funcionar la relación entre lo público y lo privado en torno a la industria, volveremos a ver capítulos iguales.

Los diputados abandonan el Parlamento. Muchos no saben si volverán después de mayo.

Los diputados abandonan el Parlamento. Muchos no saben si volverán después de mayo.

Tuvimos GFB, tenemos Greyco y tendremos lo que venga, Nestor Martin incluido. Es como cuando los guionistas se atoran y lo único que se les ocurre con la pareja principal es casarles y divorciarles entre sí constantemente.

Hemos tenido un intento de cerrar la trama de los derribos.

Llevamos veinte temporadas en ella, pero es un fichaje nuevo, el consejero-abogado Javier Fernández, el que ha intentado cerrarlo, con la fórmula de las autorizaciones provisionales (que, resumiendo, es una especie de licencia simulada y no en diferido, sino en previa).

Después de tantos finales mal resueltos, nos podemos permitir dudar de que en la próxima temporada seguiremos hablando de los derribos. Nosotros y muchos otros.

Empezando por los jueces, que en esta historia se siguen empeñando en dejar de ser considerados como personajes secundarios.

De hecho, no sólo es que no se cierren tramas, es que se recuperan tramas de otras temporadas, con el PRC reivindicando que el origen de la (presunta) solución se debe a leyes aprobadas por sus gobiernos, o con un PSOE poniendo en valor que el Plan de Ordenación del Litoral que se puso en marcha en sus legislaturas no es inconstitucional, como pretendió el PP entonces.

O del inicio de esta temporada, como el castigo al tríptico de Roberto Orallo con que se estrenó el personaje Miguel Ángel Serna.

Porque los Plenos del Parlamento de Cantabria no son como las series más clásicas y elaboradas, en las que se van sucediendo capítulos hasta conseguir cerrar tramas y dejar un mínimo margen de sorpresa con un final abierto.

Esto es más bien como Santa Bárbara o Al salir de clase, una serie que no acaba nunca, sin finales de temporada que acaba languideciendo hasta que llega Fran Perea como personaje y se la termina de cargar.

PERSONAJES QUE NO RENUEVAN

Hay personajes que ya saben que no renovarán: los guionistas les han dejado encerrados en las bodegas (en el aljibe, por ejemplo), con las puertas cerradas justo antes del terremoto que acabará con ellos.

Es el destino cierto de Juan Guimerans y Paco Fernández Mañanes, triturados por la maquinaria de las sucesivas guerras de guerrillas socialistas, protagonistas activos de las tramas narrativas de los últimos congresos. Uno de ellos se despidió como un caballero.

O de una Cristina Pereda que llegó a emocionarse en su despedida, luciéndose ante un invitado muy especial en la tribuna de invitados, su rubísimo nieto, después de tres legislaturas como diputada, responsabilidad que ella ha vivido como un “privilegio” y un “orgullo”.

En los demás es una incógnita: sí que parece que Cagigas dejará su papel de personaje protagonista, que en los últimos meses estaba experimentado una interesante evolución ‘punki’, y tal vez una Alodia Blanco a la que da la sensación de que su personaje se marchará de viaje. Y muchos más: los guionistas han decidido que la temporada que viene habrá menos personajes y menos texto para repartir. No entran todos y hay peleas en los camerinos.

PERSONAJES QUE NO SE RENUEVAN

Cuando un serial se alarga, los personajes empiezan a acusar el cansancio. Las rivalidades tipo Arasti-Guimerans o Noceda-Serna comienzan a aburrir, por repetitivas, si no hay nada que haga avanzar la trama.

Hay personajes que lo admiten abiertamente: en los primeros minutos del Pleno, algún parlamentario lamentaba, entre chanzas, no haber tenido ocasión de debatir con algún otro. El formato les ‘empareja’ en temas específicos, y les ciñe a duelos concretos.

Y Eduardo Van den Eynde, portavoz ‘popular’, al que le vienen tocando los temas de empleo, ironizaba con que le gustaría hablar alguna vez del lobo (que sí, que ha ocupado minutos en el capítulo doble de hoy, al igual que la situación del sector apícola, con 20 profesionales regularizados en toda la comunidad).

LA PRÓXIMA TEMPORADA

En las series que se encuentran en cambio de ciclo, sin rumbo fijo, llega un momento en que hay que decidir si se sigue la serie con las esencias del principio o si incorpora personajes nuevos que le den un cambio de rumbo. Y ahí los guionistas tienen que decir hasta qué punto entonces la serie es la misma de siempre o algo nuevo.

Ese es el reto que afronta el Parlamento de Cantabria la temporada que viene.

El cliffhanger en San Rafael ha sido uno de esos capítulos en los que hay una explosión y te queda con la duda de saber quién sobrevive y quién no.

A quién han matado los guionistas, a quiénes sus propios partidos y a quiéneslo harán las urnas.

Y de entre los escombros, queda una gran incógnita, que es el auténtico final con sorpresa: incógnita, la de los nuevos personajes que todo apunta que van a entrar.

Y, sobre todo, más allá de si su irrupción hará que la propiedad del rancho cambie de manos, un factor más importante aún: si su llegada a la finca hará que las cosas cambien.

Es decir, si harán las cosas de otra manera o seguirán resolviendo los problemas como los villanos más clásicos, con el ‘y tú más’ y la falta de autocrítica. Continuará.

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