José Ramón Saiz Viadero: “Lo primero son los que viven allí”

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En el Río de la Pila antes había un río. Por haber, había hasta un teatro, el Pereda, fundado en 1919, y del que ya no queda nada. Las autoridades de la zona lo dejaron morir en los años 60, porque estaba infestado de ratas. Durante mucho tiempo se aseguró a los vecinos que se reconstruiría, pero aquellos planes se quedaron en nada. El teatro se sustituyó por viviendas de “cierto nivel”.

Río de la Pila fue también la cuna de los hermanos Calderón, Ramón, Fernando y Juan Carlos. Tres hermanos con el arte en las venas que destacaron cada uno en su rama, especialmente Juan Carlos, que comenzó con el jazz y acabó siendo unos de los mejores músicos y compositores a nivel mundial.

Vistas desde el Prado San Roque

Vistas desde el Prado San Roque

Río de la Pila es esa zona actualmente amenazada por el urbanismo, que ha visto a sus vecinos unirse y organizarse para conservar sus casas ante la especulación. Esa zona que siempre se ha mantenido distinta, incluso dentro de la misma Santander.

Mientras la zona del Muelle, Paseo Pereda, Castelar, Reina Victoria y, finalmente el Sardinero fue la que vivió la expansión de la burguesía; y el Barrio Pesquero fue la elegida para ‘desterrar’ a los pescadores cuando se decidió que en la zona de Puertochico quedaban mejor los yates que los humildes pesqueros; Río de la Pila siempre fue una zona inter clasista.

En la calle del Sol, que en los años 50 fue bautizada por los carmelitas como la Calle del Carmen (y recientemente vuelta a re-bautizar con su nombre original), convivían las familias de clase modesta y algo más acomodada.

Así lo ha explicado José Ramón Saiz Viadero, escritor, periodista y seguramente el mejor historiador de Cantabria, que este miércoles ha realizado una charla sobre la historia del barrio en el colegio José María Pereda, mejor conocido como las ‘escuelas verdes’.

Numerosos vecinos de Santander se han acercado a este lugar emblemático en el barrio por su aportación a la cultura y su implicación en el día a día de las asociaciones vecinales, para poder asistir a una pura lección de historia viva.

ALMA DE RAQUEROS

Saiz Viadero ha recalcado la importancia de la denominación de ‘escuelas verdes’, pero ha recordado un punto que se había quedado perdido en la historia. Este colegio no fue el único denominado así. De hecho, fue costumbre de la Segunda República pintar de verde los nuevos colegios que fundaba. Colegios que, por primera vez en España, contaba con profesores laicos y separados de la Iglesia Católica.

José Ramón Saiz Viadero en la charla de esta tarde.

José Ramón Saiz Viadero en la charla de esta tarde.

Son estas ‘escuelas verdes’, las laicas y públicas, las que fueron totalmente descuidadas después de la Guerra Civil. El franquismo fomentó el modelo antiguo, de los colegios religiosos, y apenas mantuvo la educación pública.

Los profesores estaban terriblemente mal pagados (de ahí el dicho: “Pasa más hambre que un maestro de escuela”), y por ello muchas familias pudientes que anteriormente apoyaron la educación anti-clerical metieron a sus hijos en los colegios de curas. Huyendo de la mala educación que propicia el abandono de las administraciones.

Sin embargo, cuenta Saiz Viadero que los hijos de esas familias, que se empeñaron en que fueran “lo que ellos no pudieron”, mantuvieron en su forma de ser la rebeldía típica del barrio. Muchos adultos, empresarios u hosteleros, le han confesado que sentían frustración porque ellos se seguían considerando raqueros.

Raqueros, esa denominación que se dio a los niños de vida marítima, la mayoría huérfanos, que se ganaban la vida haciendo exhibiciones acuáticas tirándose del muelle para recoger con la boca las monedas que les lanzaban al fondo del mar.

Esa forma de ser, ese alma de raqueros, ha llevado a los vecinos de Río de la Pila a seguir unidos y rebeldes. Negándose a aceptar lo que pretenden imponerles, negándose a abandonar sus casas porque el Ayuntamiento y alguna constructora hayan ideado un plan urbanístico precisamente en esos suelos desde donde se ve toda la Bahía de Santander.

Al tratar la charla sobre este emblemático barrio, era pregunta obligatoria para el historiador su opinión sobre el proceso urbanístico al que se enfrentan los vecinos de Prado San Roque y Río de la Pila.

“Es verdad que las expansiones son necesarias”, confiesa antes las modificaciones de los municipios para ampliarse. “Pero lo primero son los que viven allí, son ellos los que deben tener la última palabra”.

Sobre todo cuando los vecinos están tan organizados como es el caso de la Plataforma Salvemos Prado San Roque y Río de la Pila. Saiz Viadero opina que “hay que llegar a acuerdos con ellos”, aunque dada la experiencia en situaciones previas ve la cosa “mal”.

Aun así cree que se debe actuar con prudencia. “Vamos a ver qué pasa con las siguientes elecciones”, dice, aunque confiesa que no se fía de nadie.

Para entender este tipo de procesos urbanísticos cree que es importante “lo que vemos”, es decir, los representantes políticos, pero también “lo que hay detrás”. Porque en este caso aún no se conocen nombres ni intereses, pero por experiencia previa puede asegurar que “siempre hay fuerzas detrás que están interesadas en estas operaciones”.

Que se lo digan a los antiguos habitantes de Puerto Chico a los que trasladaron al Barrio Pesquero. Porque hay muchas cuestiones en este tipo de actuaciones, mucho en juego y muchos más motivos de los que se ven a simple vista.

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