El PP busca un premio y huye del castigo

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En el discurso interno del PP está muy asentado ese argumentario de que ellos son los que solucionan las crisis que provocan los socialistas, pase lo que pase en el mundo exterior de los bancos y apruebe quien apruebe las leyes del suelo.

La hegemonía de los populares en España se asentó en la crítica al felipismo, en el mensaje del “paro, despilfarro y corrupción” que le imputaban al PSOE de los 90; son palabras que el PP ha perdido esta legislatura para la confrontación política. Puede que las haya perdido para siempre y con ello su principal activo, puede que hasta su identidad.

Es cierto que el PP cántabro conserva el imaginario del despilfarro  de los gobiernos de PSOE y PRC, conocidos por cualquiera que se moviera en el circuito de los restaurantes santanderinos al que el PP no se ha incorporado esta legislatura simplemente por una cuestión de tiempos. Y a fin de cuentas, despilfarro vale para definir el PRC-PSOE y el PP de Valencia.

Hay quien dice, en voz baja, al calor de un mediano, que jo, que han gobernado sin dinero, tapando fugas de agua y marrones, que han gestionado la miseria y que ahora que la cosa mejora se merecerían poder gobernar con el viento a favor, para saber lo que se siente y disfrutarlo un poco.

Ignacio Diego interviene en la convención del PP

Ignacio Diego interviene en una convención del PP

Es el discurso de la ausencia de responsabilidad, el que viene a decir que no son responsables de sus medidas o del incumplimiento de un programa que aprobaron sin que nadie les apuntara a la cabeza.

Con la paradoja de que tras pasarse años denunciando que la economía era un desastre resulta que se encontraron con que la economía era un desastre y no podían tomar las medidas que anunciaron cuando avisaban de que todo era un desastre.

¿Lo entendéis? El electorado tampoco, pero el PP lo fía mucho a la falta de consistencia de lo que hay enfrente, tanto en lo de siempre como en lo nuevo, así como en la convicción de que a la hora de verdad Cantabria es una comunidad de gente de orden, poco proclive a experimentos.

Es un discurso que se puede hasta comprar en lo económico y en lo político, pero que no cubre todos los flancos débiles de su gestión: ¿por qué, teniendo en contra una marea sindical que les da igual no aprovecharon para reordenar la administración? ¿Por qué han tenido una condescendencia con la corrupción propia que se invierte con el trato a la ajena? ¿Por qué defendieron a Bárcenas con entusiasmo? ¿Por qué se creen incompatibles con la corrupción? ¿Por qué se merecen un premio si han demostrado que, a la hora de la verdad, lo primero a lo que han renunciado han sido los principios?

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