La larga marcha (¿hacia la libertad? ¿o hacia el final?)

Tiempo de lectura: 3 min

||por MARIANO DE MIGUEL, historiador||

Pasan los meses, siguen asaltándonos las terribles imágenes de la isla de Lesbos con ahogados, de Centroeuropea donde los poderes fácticos dicen que los refugiados conllevan un peligro, donde los mismos mueren hacinados en camiones de ganado sin ventilación…lo que nos hace retraer la mente a ese 1940, donde cientos de vagones de tren marchaban de Alemania a Polonia y mil sitios más.

Concentración en Santander en favor de los refugiados sirios.

Concentración en Santander en favor de los refugiados sirios.

Dice la gente que no se puede comparar. Si se puede y en cierto modo, se debe. Que 75 años después no hayamos sido capaces de atajar los males de la guerra y que aún con la tragedia de los Balcanes de 1991 a 1999 sigamos en nuestros 13, demuestra que el ser humano es su peor enemigo.

Un lobo con piel de cordero, sin duda.

Es curioso que estados no reconocidos como los caucásicos Nagorno Karabaj y Abjasia hayan dado refugio a entre 2.000-3.500 refugiados, cuando su economía es casi inexistente y sus medios, muy limitados.

Quizás sea verdad lo que decía Kwame Nkrumah de que dentro de los estados pobres yace una chispa permanente de bondad hacia sus iguales y los perseguidos.

España, obscenamente, ha atacado las cuotas de refugiados aprobada para el bienio 2015-2016 (que no impuesta como se dice) por  la Unión Europea. Básicamente ha aceptado acoger temporalmente  a no más de 2.739 refugiados, lejos de los 5.800 recomendados por la UE este año 6.122 para 2016.

Ahora bien, hasta la fecha actual sólo han llegado o sido acogidos con reconocimiento formal  y estatus legal se limita a 12 de 19 que iban a llegar a fecha de 5/11/2015. Los 7 restantes se negaron a viajar en base al debilitado sistema de acogida presente en España.

El primero en llegar, no obstante fue Osama al Ghadab, cuya imagen cayendo al suelo en el campo húngaro por una zancadilla de la “periodista” Petra Laszlo, conmovió al mundo.

Con él han llegado 11 eritreos y otro compatriota sirio. Básicamente a Madrid. Mientras, en Cantabria, seguimos esperando. Desinformados…o dejando pasar el tiempo por si el hecho “se olvida”. Cabría asimismo preguntarse “¿hacemos todo lo que debemos?”.

EN EL RESTO DE EUROPA

Ello junto otros estados que han dejado la solidaridad de la Unión a un lado y usan criterios ultras para cerrar sus fronteras, véase el caso de Hungría, Polonia, Eslovaquia o Croacia.

Junto a la obscena queja de Recep Tayyip Erdogan, presidente turco cuando uno de los principales causantes de la crisis siria fue él cuando mandaba su ejecutivo a bombardear el norte kurdo y asimismo armaba subrepticiamente a grupos integristas.

El flujo sigue, así es…pero esa gente no es que venga a Europa “por gusto”. Y si deciden quedarse, es porque su país, que hasta 2011 tenía un nivel económico similar al de Portugal en 1980, está en ruinas y sin atisbo de recuperarse.

Eso, si la guerra no  sigue a perpetuidad, estilo el lodazal afgano o se produce la “deseada” balcanización comentada por las principales multinacionales energéticas del globo.

¿PRIMERO LOS NUESTROS?

Mientras, seguimos oyendo esas brutalidades descerebradas de “primero los nuestros”. Cabría decir que los “nuestros”, entre 1939-59 salieron por patas en no pocas ocasiones. Bien fuese por la cruenta guerra civil y el dolor de los vencidos o porque el FMI así se lo dijo a la dictadura Franquista en 1959.

Es ese pasado reciente que tanto se ignora lo que hace ver a los refugiados con hostilidad, parece. Eso…o una falta de principios total. Como cuando se dice que “vienen con móviles, tienen medios”.

Ni se les dan esas ayudas de 1.300 euros, ni nada similar. Y si tienen móviles es que deberían entender que hoy día para comunicarse, son el medio más masivo. Aunque a lo mejor alguien nos puede enseñar a usar palomas mensajeras que lleguen a Siria. Junto a la paloma de la paz. Aunque eso es una quimera, a fecha actual.

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2 Comentarios

  • mijefe
    12 de noviembre de 2015

    Hipocresía y miedo, y poca vergüenza. Ahora mismo hay 2,2 millones de españoles en otros países, más otros cientos de miles que no están registrados. Para convertirse en extranjero solo hay que cruzar una línea imaginaria.

  • Berte
    13 de noviembre de 2015

    Acertadisimo como siempre. A los europeos se nos debería caer la cara de vergüenza. Prefiero no comentar nada de nuestros gobiernos.

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