La revolución no será retuiteada

Tiempo de lectura: 5 min

En la sociedad de lo inmediato, donde el tiempo  se factura por minutos de oro en el mercado de los tiempos perdidos. Donde el tiempo  ya no nos pertenece porque se acabaron los tiempos muertos. Donde el tiempo ya nunca llega a tiempo.

El tiempo atrapado en un antispam, en granos de “speed” metidos en un reloj arena para vivir más deprisa y morir de rodillas con una camiseta del “Ché”, comprada en las rebajas de las últimas oportunidades, para dejar un bonito y revolucionario cadáver.

El tiempo se consume como la comida basura, servida frente a la televisión basura, que vomitamos y tiramos a la basura, prácticamente sin masticar. El “no sabe a nada” sustituye al “sólo sé que no sé nada” socrático. Y, convencidos de que lo sabemos todo, nos parece absurdo preguntar, o no nos atrevemos a hacerlo para no dar “mala imagen”. Y el rey sigue desnudo.

El debate espectáculo decisivo

El debate espectáculo decisivo

Demasiada basura para un cambio climático que nos deja en ese espacio de “ni frio ni calor”. Demasiado prozac y cada vez menos Filosofía. Quizás porque pararse a pensar ya no resulta útil, o porque ya no tenemos tiempo para pararnos a pensar.

Pensando en  qué gastar el poco tiempo que tenemos, el tiempo que no nos pertenece, vivimos de prestado esperando a que nos pasen la factura, en la cola del paro o bajo la firma de un contrato…BASURA.

Y cada vez menos interés por todo y cada vez más “intereses” por nada. Y cuando nos cruzamos en el ascensor no sabemos hablar de otra cosa que “del tiempo que hace”: -Hace un tiempo de locos. Debe ser el “cambio climático”.

Y la política atrapada bajo el efecto invernadero por culpa de la lluvia ácida escupida por telepricadores. El objetivo es “el calentamiento de las masas” apelando a nuestras emociones, a nuestras pasiones más bajas.

POLÍTICA Y PENSAMIENTO

 

Y el pensamiento crítico cada vez se parece más a criticar, dentro de esa dialéctica neomarxista (de Groucho) para forofos,  que al “sapere aude” kantiano que invitaba a seguir aprendiendo, reflexionando y conociendo para dudar, para rectificar, para avanzar.

El “pienso luego existo” de la razón cartesiana, aquella que hacía de nosotros algo más que la cantidad de canales o megas contratados, queda reducido al “consumo, luego existo” en el que la imagen vale más que mil palabras, que una sola palabra, que el silencio de no saber qué decir porque ya no tenemos nada que decir.

Nos quedamos mudos, nos arrancamos la lengua y la sustituimos por un código de barras. Estamos muertos y nos movemos a golpe de electroshock.

Y el ejercicio de la política como expresión del pensamiento, a la hora de articular la forma de analizar la realidad de la que participamos, los acontecimientos que enfrentamos, la información que recibimos y el modo  de acceder a sus contenidos, se ha convertido en la  versión adaptada del “Deluxe” de turno.

Es la versión líquida una época que nos ahoga sin ser capaces de encontrar “la gota que colme el vaso”.

EL ¿TRIUNFO? DE LA POLÍTICA

No triunfa la “política”, porque de repente hayamos redescubierto a Aristóteles y la entendamos como la búsqueda del bien común  de las personas, su vida moral e intelectual.

Triunfa la política como espectáculo televisivo adaptado al medio. Triunfa la política porque ha sido convertida en otro subproducto más en el escaparate de plasma al que nos acercamos cada día para ver las rebajas del “Ser o no ser”.

Triunfa la política porque parece real,  en una realidad creada a golpe 148 caracteres, argumentario de partido  y comida rápida a bajo precio para saciar un hambre que no se acaba nunca. La bulimia de los estómagos llenos frente al olvido de los estómagos vacíos. Y en medio de ambas “los estómagos agradecidos”. Y las estrellas Michelin brillan en el universo de las marcas.

Y lo que parecemos vale más que lo que somos porque renunciamos a ser alguien para ser solo algo.

Con una tarjeta de crédito, con una firma en un cheque al portador, solucionamos la duda existencial de “Hamlet”.

Shakespeare ya no es necesario y Cervantes tampoco. Ni molinos, ni gigantes, solo grandes centros comerciales donde te atienden  Quijotes y Sanchos de uniforme, Dulcineas del Tebeso para anuncios de cosméticos. Somos lo que parecemos y lo que parecemos se construye sobre la mirada deformada de un vendedor de caretas.

Como en “la invención de Morel” nos hemos fotocopiado tantas veces, a base de “selfies” y Photoshop,  para parecer más auténticos, que ya olvidamos cual de las imágenes en el espejo del probador, donde nos cambiamos de ropa, es la nuestra. Con corbata, sin corbata, con traje, con vaqueros, mas “casual”, mas “serio”, y la que más triunfa “elegante pero informal”.

Convertidos en nuestro propio “avatar” caminamos por la cuerda floja de la red, con apenas tiempo para un “me gusta” que  evite el suicidio de nuestra maltratada autoestima. Y, como buenos “dummies”, creemos que las ideas, la  pluralidad, la democracia y pensamiento crítico cabe en un plató de televisión, tenga el número de participantes que tenga, olvidando que:

“La revolución no será retuiteada” ¿o sí?

Mostrar comentarios [2]

2 Comentarios

  • Luis Enrique Antolín
    14 de diciembre de 2015

    Buen y bien redactado artículo.Buena descripción y buen diagnóstico. Frente al diagnóstico me viene lo de siempre, el plantearme dónde,cuándo,cómo la curación. Parecéme cual si las llaves,las claves de ella se hallaran en el fondo del mar,matarile-rile-rón.

    Fomentar el espíritu crítico,sí,pero, ¿ se formará, tendrá siquiera la oportunidad de formarse, la suficiente «masa crítica» como para la transformación del «statu quo» que el artículo refleja?. Pregunta para Hamlet.

    Pregunta para mí, la de en qué medida, mayor o menor, habría que remontar las raíces del paisaje descrito a una Modernidad que hubiera configurado un mundo a su imagen y semejanza. No soy conservador en política,sí lo soy, y más en tiempos de nubarrones de barbarie como éstos, de los valores y avances aportados de la Ilustración en adelante, ahora bien,sea por cómodo fatalismo y/o pesimismo,sea por lucidez, el caso es que en nada de lo humano y lo divino dejo de ver su envés paradójico y contradictorio, su efecto colateral indeseable cuanto inevitable.

    • Jose Elizondo
      Jose
      15 de diciembre de 2015

      Que buena reflexión Luis Enrique, y no te creas, pues coincidimos más de lo que pueda parecer (merece la pena precisamente por tu reflexión). Un cordial saludo y muchas gracias…

Los comentarios de esta noticia está cerrados.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.