Ayuntamientos del ‘cambio’: ¿Nos odian los periodistas o tenemos un problema de comunicación?

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La última polémica de Ada Colau, sobre la presencia del ejército en el Salón de la Enseñanza de Barcelona

Después de escuchar todo, uno se pone en la piel de Agueda Bañón, o de Lucila Rodríguez-Alarcón, o de Marimar Cabrera, las responsables de comunicación de los ayuntamientos de Barcelona, Madrid y Zaragoza, y dos deben ser los pensamientos posibles cuando regresen de Huesca. Sólo dos:

  1.  «Los periodistas nos odian»
  2.  «Tenemos un problema grave (más de lo que pensábamos) de comunicación».

Porque esta ha sido la última intervención, de entre el público formado por unos 250 periodistas, en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca: «No hay ningún motivo para que desde un gabinete de comunicación de ninguna institución se quiera dirigir a los medios; son los lectores los que deciden comprar o no comprar: por favor, informad y nosotros decidiremos. Gracias». Ovación.

Suena a ‘peta’ y lo es. Una regañina dirigida a las directoras de comunicación – en adelante dircom- de los ayuntamientos del ‘Cambio’, de Barcelona, Madrid y Zaragoza, después de escuchar – entre algún murmullo que tal vez no se haya percibido desde el escenario- su ponencia ‘Nueva comunicación para una nueva política’, moderada por Ana Pardo de Vera (Público).

LOS PERIODISTAS NOS ODIAN

Porque en su ponencia nos han confirmado alguna intuición previa: que la culpa de todos sus males son los medios de comunicación, incluso los periodistas. Algo que no terminan de distinguir muy bien.

A pesar de algún intento de Pardo de Vera por matizar una cosa de la otra, la dircom de Madrid ha llegado a parecer excusar una buena relación con un periodista de ABC cuando debería ser, no sólo lo más normal, sino, posiblemente, una prioridad estratégica.

Sus intervenciones han estado muy salpicadas de mensajes hacia los medios de comunicación (o los periodistas). Apelaciones a la ética: «escriben de mi alcalde y no me llaman» o «los ciudadanos empiezan a no creerse lo que pone en los periódicos»; reivindicación del «derecho a responder»; crítica de la falta de rigor; crítica sobre lo «algo amarillo» del formato televisivo que ha pasado de dar cabida a personajes de tonadilleras y toreros a la generación de Pablo Iglesias…

Y lo dura que es la vida de Carmena con periodistas en la puerta de su casa. ¿Y la de Rita Barberá?¿Y el escrache en la casa de Soraya Saenz de Santamaría? De alguna manera, los ayuntamientos del cambio mantienen un discurso de víctimas cuando ahora son poder.

Se tiene que caer por su peso. Es hasta infantil: «Papá, mamá, los periodistas nos odian».

APAGAR FUEGOS

La ponencia de las dircom ha sido muy reveladora. Nos han confirmado que no tienen tiempo para apagar tantos fuegos. Que cada impacto negativo tiene un «efecto bomba atómica», que viven con cierta impotencia para poner un poco de proporción a cualquier cosa que haga o diga Manuela Carmena o Ada Colau, siempre en el titular, muy por encima de la institución.

«Nos faltan medios -humanos-» para gestionar todas estas crisis: «No estamos preparados», sugiere la dircom del Ayuntamiento de Madrid.

Ellos, los nuevos partidos, querían «llevar el cambio en las políticas al cambio en la relación de los medios» a los ayuntamientos del cambio, confiesa en el origen de la conversación.

¿Querían también cambiar las reglas, no sólo las suyas, las de la política, sino las de todos? O mejor dicho: ¿Las han querido cambiar de un día para otro? ¿Conocían las reglas antes de pretender cambiarlas? Muchas preguntas que no ha dado tiempo a plantear.

LA ACCIÓN POLÍTICA NO ES LA COMUNICACIÓN POLÍTICA

Es muy interesante el esfuerzo en democratización en el acceso a la información y por la transparencia institucional: muy bien Barcelona facilitando la lectura en su web de partidas de gasto de publicidad por campaña y por medios; Santander (PP) también lo tiene, igual menos visible pero lo tiene. Pero esto es acción política; no comunicación política.

Y es que entendemos que en su proyecto de nueva comunicación podrían estar renunciando a buenas prácticas, o confundiendo las malas con las buenas. Por ejemplo, el concepto de no filtración o filtración cero, que puede estar muy bien para no privilegiar a unos medios sobre otros, pero en la práctica podrían estar suponiendo una renuncia, entre otras, a la segmentación de medios y de públicos.

SALIR DE LOS MARCOS DE LOS (DETERMINADOS) MEDIOS

Desde Madrid admiten que no son capaces de salir de todos los marcos que les crean los medios de comunicación, y que desde luego no son convenientes. Bien, ¿pero cuál es la estrategia?

Pretender ser o parecer nuevo lleva a querer innovar. Y en ocasiones a arriesgar. Esto pasó en el Ayuntamiento de Madrid con la web de desmentidos ‘Versión Original’, nada nuevo por otra parte, se admite, porque lo tiene Obama y la Comisión Europea.

¿Qué pasó? Pues que vendieron algo nuevo que no lo era. Y que lo justificaron como un portal de desmentidos de ‘bulos’ informativos, cuando ya tenían un lugar desde donde hacer comunicación institucional: la web del Ayuntamiento.

El asunto es qué comunicas. La dircom de Madrid transmite extrañeza todavía, no lo ha entendido, por lo mal que le sentó a algunos medios a los que no pretendían aludir por la parte de los bulos.

Igual, si tu fortaleza es la transparencia, debería haberse presentado la nueva web en un marco de apuesta por la transparencia. Por el contrario, parece que no fue demasiado rentable enmarcar la medida en el ‘derecho a respuesta’, que en la práctica era un reproche/desprestigio/ataque público a los medios (y no es que no los merezcamos, no se trata de eso).

HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA

Carmena, Ahora Madrid, el Ayuntamiento, no tiene un problema de falta de libertades, de conculcación de sus derechos de libertad de expresión. Tienen más minutos de tele, de radio, espacios en prensa… que nadie. Se tienen que olvidar de eso.

«Escriben de mi alcalde y no me llaman», lamenta la dircom de Zaragoza, como si el gabinete de comunicación del Ayuntamiento fuera una fuente imprescindible para una información sobre el alcalde, como si no se pudiera extraer sin pasar por el filtro de su propaganda (porque si está documentado, no hace falta pedir una aclaración).

Pero ojo, que los medios nos centramos demasiado en la anécdota, nos afean. Y es verdad, y por eso tuvo enorme repercusión que un alcalde del ‘cambio’, el de Zaragoza, pasaba los gastos de gomina, entre otros.

La dircom de la capital aragonesa ha querido matizar, en tono de reproche: los medios no fueron rigurosos con la anécdota, porque no era gomina; «era champú». Lo ha dicho, de verdad, ante 250 periodistas.

¿CUÁL ES LA ESTRATEGIA?

Ada Colau acaba de irritar a medio país con su saludo/desprecio a los militares que estaban en el Salón de la Enseñanza de Barcelona para informar de formación y salidas profesionales en el Ejército.

No ha habido tiempo para más, pero la batería de preguntas era esta: ¿Ese saludo estaba pensado? ¿Quería transmitir el Ayuntamiento de Barcelona un mensaje antibélico?¿Ideológico sobre gasto en Defensa?¿De separación de poderes?; ¿O le salió a Colau un tic ideológico/partidista?

¿Se pasan el día apagando fuegos porque les atacan sus adversarios o porque son un poquito pirómanos ellos mismos? ¿Tienen alguna capacidad de intervenir en lo que comunican los fuertes liderazgos de Colau o Carmena?¿Lo están intentando siquiera?

La ponencia de las dircom ha sido como un braistorming de muchas cosas que les está pasando y que nos están pasando. «Los ciudadanos empiezan a no creerse lo que pone en los periódicos», añaden desde Madrid. ¿Será que efectivamente hay mucha política y que los mensajes de parte siguen sin ser creíbles? ¿Por qué creen que los suyos si lo son?

«Enviamos una nota de prensa de que se han terminado los desahucios en Zaragoza y nos publicaron un breve en los periódicos». Seguro que sí. ¿Puede ser que la llegada de los nuevos partidos, los cambios de signo político en los gobiernos municipales, no sean suficiente para que se termine la desconfianza, el descrédito institucional?

En Madrid, han tomado la determinación de no convocar a los medios a los actos de rendición de cuentas con los vecinos en los barrios. Porque se desvirtúan, se convierten en ruedas de prensa.

AUTOCRÍTICA

Otra intervención desde el público les pide autocrítica. Y la hacen.  Aquí hay muchas cosas.

  1. Demasiada cautela o desconfianza a la hora de explicar por el peligro que sienten de que salga desvirtuado (temor)
  2. Sufrimos un poco de paranoia colectiva (medios malos)
  3. Dedicamos muchos recursos a lo inmediato, a apagar fuegos (que a veces creamos)
  4. No estamos sabiendo transmitir esos procesos «heteros» (Desde luego que no)

Humildemente, desde el reconocimiento de que me vendría gigante el puesto que ocupan, parece evidente que necesitan urgentemente conocer las reglas del juego si pretenden cambiarlas; hacer un buen diagnóstico, de sus organizaciones, de sus fortalezas y debilidades; entender que los cambios en este país no todos tienen que ver con su llegada a las instituciones; elaborar una estrategia de comunicación y empezar a marcar la agenda.

Necesitan tener la humildad suficiente para entender que las normas de los medios de comunicación no las dictan los periodistas, ni los directores de los medios, ni sus propietarios. Si alguien marca las normas son los usuarios o lectores, los ciudadanos. Son normas que están en continuo cambio, como podemos extraer de este Congreso de Huesca.

Y desde luego no son normas que marcan los partidos, nuevos o viejos. Estos sólo pueden entenderlo y adaptarse. O fracasar.

Y necesitan leer otra vez a Lakoff. Y salir de su burbuja (de victimismo).

 

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