Apártate, estorbas

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«¿Isra, estás bien?» fue el mensaje más repetido que recibí hace una semana cuando se produjeron los atentados en el aeropuerto de Zaventem y en el metro de Malbeeck, en Bélgica. Me pasé el día contestando así que si alguna autoridad competente belga lee esto podría descontarme ese día del sueldo porque apenas abrí dos correos y contesté otros dos.

Cada vez que me llegaba uno de esos mensajes mi mente se trasportaba hasta La Cavada, no por la necesidad de escapar de Bruselas, no por la necesidad de mayor seguridad, sino porque qué mejor lugar que estar en tu tierra y con los tuyos (y no sólo ese martes).

Atentados en Bruselas (Foto: Finanzas.com)

Atentados en Bruselas (Foto: Finanzas.com)

Para ser más concretos, mi mente viajaba a aquella infancia cada vez más lejana en tiempo (y ahora en espacio) en la que no abultaba más que la barra del bar donde me crié, entre partidas y cincos de bastos, ratos jugando al dominó en que Florencio me dejaba ganar, cafés Dromedario pequeños, medianos o grandes, solos, cortados o con leche, en vaso o en taza, con azúcar, sacarina o nada, bocadillos de queso de nata de La Pasiega de Peña Pelada y fines de semana en que racinguistas y colchoneros ocupaban sus alargados bancos de forro verde y sus sillas de madera.

En ese viaje a la infancia no faltaban las fiestas, especialmente Las Fiestas de la Juventud. En ellas el pueblo se multiplicaba y aquel bar Deportivo que acostumbraba a regentarse a diario con cuatro personas a lo sumo pasaba durante ese gran fin de semana a gestionarse por esas mismas cuatro personas, más su prole (mis primas, mi hermano, mi hermana y yo) y la necesaria ayuda de algún pariente más.

Cada uno tenía su rol y su lugar: cocina, barra, mesas o calle. Recuerdo una frase repetida tantas veces en aquellos días en que la gente abarrotaba el bar y sus aceras, desde la capilla de enfrente hasta más allá de la cabina, mientras las rabas se acababan, los mejillones se acababan, el hielo se acababa, los limones se acababan, el embutido se acababa, el pan se acababa, los vasos se acababan…la fiesta continuaba: «Apártate, estorbas».

«Apártate, estorbas» era esa consigna que desbloqueaba tu cansancio y tu improductividad. Había muchas cosas que hacer en otro lugar, tu contribución ahí ralentizaba la maquinaria que servía kilos y kilos de comida y litros y litros de bebida mientras de fondo los tunos amenizaban a las masas (o directamente se colaban en la cocina embriagados por su música y nuestro alcohol).

«Apártate, estorbas» formaba parte de esa realidad local y momentánea en la que la realidad más allá de los vasos de tubo abandonados por el pueblo no existía.

Hoy, aquella realidad de pueblo es sólo un recuerdo que me permite escapar de la realidad de estos días, en la que los peores sentimientos fruto de la ignorancia o la intolerancia (válgame la redundancia) salen a la luz en redes sociales, en medios de comunicación y en la propia calle. Hoy, soy yo el que aplica ese «Apártate, estorbas» en esa realidad que nos ha tocado (y que permitimos que nos siga tocando).

Así que apártate, estorbas:

-Si te duelen más las víctimas de los atentados de Bélgica del pasado martes que las de los que se han producido esta semana en Yemen, Irak o Pakistán. Créeme, hay vida más allá de la órbita de Ryanair.

-Si culpas a la comunidad musulmana de estos hechos. El 87% de los atentados yihadistas desde el año 2000 han sido en países de mayoría musulmana y la mayoría de sus víctimas son musulmanas.

-Si imputas a la comunidad musulmana unos hechos que son perpetrados por una minoría fanática que dice profesar la misma religión. No creo que condenases a toda la comunidad cristiana cuando un fundamentalista cristiano mató en Noruega en el año 2011 a 77 personas. Tampoco creo que condenes a toda la comunidad cristiana por el robo de bebés y el abuso de menores. Ídem para el resto de confesiones.

-Si crees que barbaries como la ablación del clítoris son exclusivamente producidas en el ámbito musulmán porque «se niegan a salir del medievo» y además lo usas como argumento estos días para justificar tu islamofobia. En países cristianos como Eritrea o Etiopía la mayoría de las mujeres han sufrido esta mutilación. Latigazos, crucifixiones o lanzar niños en volandas para que toquen estatuas de madera son prácticas que hoy en día se dan en la comunidad cristiana.

-Si piensas que el terrorismo yihadista es causa y no consecuencia. Este terrorismo es respuesta a la injerencia de Occidente a través de ese juego macabro que es la geopolítica y cuyo fin último es que los mismos de siempre sigan haciendo el negocio de siempre: EEUU creó a Al Qaeda, reconocido por Hillary Clinton; los rebeldes sirios fueron armados por Francia, reconocido por François Hollande; el ascenso del Estado Islámico se debe a la guerra de Irak, reconocido por Tony Blair.

-Si descargas de toda responsabilidad a quien ha creado y financiado a los grupos que hoy causan el terror en medio mundo, es decir, nuestros gobiernos «democráticos». Si crees que la solución es un pacto «antiyidahista» inútil, para hacerse la foto, y que ha sido duramente criticado por la ONU. Si la única solución que atisbas es lanzar más bombas para que el pueblo siga poniendo las víctimas, te recuerdo que eso es lo que se lleva haciendo años y ya sabemos las consecuencias.

-Si criminalizas a quienes huyen del terror de la guerra (incluidas nuestras bombas) y no asumes el compromiso humanitario (y legal! según los acuerdos internacionales firmados) de acogerles e integrarles, con el infantil argumento de «con la crisis que hay, primero, los de casa». Kukës, una población albanesa de 15.000 habitantes, acogió a 450.000 refugiados kosovares durante la Guerra de los Balcanes. De los 160.000 refugiados que se acordó repartir en septiembre en Europa, sólo 583 han sido reubicados. España ha acogido a 18 de los 16000 refugiados que le tocaban. Cifras de vergüenza, teniendo en cuenta que varias ciudades y comunidades se han ofrecido para prestar servicio pero han obtenido la negativa del gobierno central, pues es su competencia.

-Si cuando el pueblo se organiza en este y otros asuntos, te falta tiempo para llamar «radicales» y «antisistemas» a quienes dedican su tiempo al activismo comprometido y lavas la cara a los nazis y fascistas que criminalizan y atacan a los migrantes y refugiados (y a los pobres, las mujeres, la comunidad LGTBI, etc) llamándoles «ultras» o «hooligans». Nazis, oigan, no es tan difícil decirlo. Seguir aplazando su calificación como tales sólo les deja espacio para su ascenso en el ámbito social y electoral.

-Si te quedas tranquilo cuando la UE da 6000 millones de euros a Turquía para que la crisis humanitaria se quede a las puertas de nuestra casa. Turquía, un país en el que se violan cada día derechos humanos y que como contrapartida a su trabajo sucio aligera los pasos para formar parte del selecto grupo de la UE. Recordemos, Premio Nobel de la Paz. Como Obama. Como Médicos sin Fronteras, a quien Obama bombardeó. Premios Nobel de la Paz que bombardean a otros.

-Si…

Apártate, estorbas!!!

 

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