El amante de Lorca enterrado en Ciriego triunfa en los Max

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Los Premios Max de Teatro, el equivalente a los Goya del cine, ha reconocido no sólo a una nueva generación de autores teatrales, sino a una de tantas historias olvidadas, la de Rafael Rodríguez Rapún, una de las últimas parejas de Lorca, que falleció en Cantabria y está enterrado en Ciriego.

De hecho, la representación en Santander de ‘La piedra oscura’ tuvo una serie de guiños especiales: no es lo mismo hablar de paseos por Somo en Madrid que hacerlo cuando ls tienes, literalmente, enfrente del Palacio de Festivales.

Además, el elenco, encabezado por Daniel Grao (protagonista de Julieta, lo último de Almódovar, ahora en cines), visitó la tumba de Rapún en Ciriego.

Daniel Grao ante la tumba de Rapún, el amante de Lorca al que interpreta en La piedra oscura, enterrado en Ciriego

Daniel Grao ante la tumba de Rapún, el amante de Lorca al que interpreta en La piedra oscura, enterrado en Ciriego

‘La piedra oscura’ se ha llevado cinco de las seis nominaciones a las que aspiraba en la gala de los Max, celebrada el pasado lunes: Mejor espectáculo de teatro, mejor autor (Alberto Conejero, que ha dado a luz a un texto cuidado y durísimo), Mejor dirección de escena, Mejor diseño de espacio escénico y Mejor diseño de iluminación, en unos galardones que prueban que la sobriedad formal no tiene por qué ser ni sencilla ni pobre.

Finalmente, los preseleccionados cántabros (Blanca del Barrio, Alberto Iglesias, el bailarín Alberto Pineda) no consiguieron galardón, y tampoco los propios protagonistas de La piedra oscura.

‘La piedra oscura’ alude a los versos (los Sonetos del Amor Oscuro) de Lorca a uno de sus últimos amores, al que con el tiempo se ha identificado con Rafael Rodríguez Rapún.

Este fue secretario del grupo teatral La barraca, una compañía itinerante volcada en la formación y educación cultural hacia las clases más populares, y que tuvo mucha vinculación con lo que hoy es la UIMP (que, de hecho, ha llamado La barraca a su premio a los referentes culturales), en la misma Santander desde la que embarcó Margarita Xirgú, la actriz fetiche de Lorca, rumbo a América cuando ya todo estaba perdido.

En la obra, con ciertas licencias respecto a los hechos históricos, se cuenta como Rapún está preso en una cárcel frente al mar, con el ruido de las olas de fondo, después de haber sido herido (un año después de la muerte del poeta) por bombas italianas arrojadas sobre el cielo de Bárcena de Pie de Concha en plena contienda civil.

El hecho está documentado por historiadores expertos en la figura de Lorca, como Ian Gibson, confirmado en su momento en un reportaje publicado en 1957 por Cipriano Rivas (importante director de teatro, y que estuvo preso en El Dueso), y mencionado expresamente por María Teresa León, poeta y activista destacada de la época, esposa de Rafael Alberti.

La obra describe una dura conversación entre preso y carcelero, dura porque están en bandos distintos de la Guerra Civil, dura por lo violenta que sonaba en aquella época una mínima alusión a una relación entre hombres.

La obra de Alberto Conejero, que empezó a escribir teatro inspirado en Lorca, también es dura y oscura porque se habla de la obra perdida de Lorca, de la que Rapún pudo ser custodio.

Y es dura, muy dura, también, por un dramático alegato final sobre la oscuridad de la guerra y el inconcebible manto de silencio tejido años después.

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