Momento histórico

Tiempo de lectura: 4 min

||por ALEJANDRO PÉREZ GARCÍA, militante de ACPT||

Recuerdo que hace unos dos años empezó a calar en el subconsciente, la idea de que vivíamos un momento histórico en lo que a la situación del estado español se refiere.

Personalmente nunca lo creí, y sin embargo, tengo la sensación de que ahora si que podría empezar ese momento histórico en el los cambios se objetiven con ansias de ruptura.

Lo histórico de hace dos años no lo voy a negar, pero en lo que a ataques a la clase obrera se refiere. Un retroceso en cuanto a derechos sociales, condiciones laborales y derechos generales adquiridos, que nos retrotraía a muchos decenios atrás. Asociado a ello, una pequeña efervescencia en forma de mareas, movilizaciones y acampadas poco preocupantes para aquellos que venían cometiendo desmanes sociales de gran envergadura.

En esa efervescencia, comienza una rápida y efectiva canalización del lógico y, aún ineficaz, descontento que, sobretodo, evita que gane en contundencia en sus demandas y en sus formas.

Manifestación en defensa de la educación pública

Manifestación en defensa de la educación pública

Y a esa canalización de las masas, la llamaron Momento Histórico. Comenzaba la ocasión de ser protagonistas de un cambio, de un vuelco en las instituciones que devolvería la dignidad a los que ya no eran identificados tan siquiera como clase obrera. Se debía romper con las fórmulas caducas de movilización, lucha y acción a las que irremediablemente estábamos abocados de haber seguido ganando burbujas y fuerza el gas de esa efervescencia.

Canalizaron el descontento por el camino contrario a la consecuente toma de conciencia que debe producir una situación como la que se vivía, reduciendo, como si del único camino se tratara, la movilización en las calles, a la movilización virtual con un único objetivo electoral.

Y por supuesto, los pequeños avances que en toma de conciencia se estaban produciendo, fueron barridos de un plumazo, salvo honrosas excepciones, menospreciando y ridiculizando en ocasiones a aquellos colectivos y organizaciones que, con ímprobos esfuerzos, trataban de construir alternativas honestas en contra de un sistema que, nos guste o no, es la raíz de todos nuestros problemas como sociedad.

A la raíz se la arranca siendo radical. Si, radical. Bonita palabra, aunque esos canalizadores de conciencias hayan contribuído a estigmatizarla y arrinconarla, siendo conocedores de que la toma de conciencia y consiguiente radicalización del pueblo, les apartaba de un plumazo, convirtiéndoles en unos títeres más de la odiosa obra a las que nos someten los partidos de la oligarquía.

Con unos canalizadores que han usado todo tipo de estratagemas y alternativas con el que llenar su saco de votos, que se han entregados a los brazos de cualquier corriente de opinión siempre y cuando les fuese rentable, engañando descaradamente a la población en los objetivos que planteaban, pues jamás podrían conseguirse con los corsés que estaban vistiendo.

Lo curioso, es que aún así, la jugada no les ha salido del todo bien. Tras plantear una confluencia absolutamente antinatura como si una sopa de siglas se tratara, absorbieron a un partido desquiciado y cuesta abajo. Un partido lleno de mochilas cargadas de traiciones y entreguismos a la clase que decía representar.

“Sumar en algunos casos multiplica” me cansé escuchar estos últimos años, para ver como en realidad ese mantra, no siempre es cierto si la suma atiende a criterios de intereses particulares en lugar de comunes, y sobretodo, si sumamos sin contar con todos los factores. En ese caso, como ha ocurrido, la suma ha restado.

Por esto, que quizás ahora si que podamos estar ante un momento histórico. Un momento en el que nos demos cuenta de que después de dos años escuchando de manera machacona a vendehúmos salvadores, autenticas lavadoras de conciencias, nos esperan probablemente cuatro años tanto o más duros que los que veníamos sufriendo.

Y la única solución posible no debemos permitir que sea esperar otros cuatro años delante del ordenador a que el sistema electoral nos permita opinar.

Ahora es el momento de retomar la calle, movilizándonos sin tregua, con contundencia y determinación. Reconstruyamos esos mimbres que el fervor electoral teledirigido ha dejado prácticamente rotos. Hagámoslo sin miedo a que lo establecido nos ponga límites. Dejémos que el proceso avance sin atajos y falsas promesas, tomando el protagonismo que las calles siempre tuvieron en cualquier cambio social determinante.

No será fácil, será incluso difícil. Pero lo fácil no suele ser lo efectivo. Lo difícil quizás si pueda acabar siendo un Momento Histórico.

 

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1 Comentario

  • David
    29 de junio de 2016

    ¡BRAVO!

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