Bajás, neo sultanes y clérigos en golpes palaciegos

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48 horas después del intento de Golpe de Estado en Turquía por un sector de las Fuerzas Armadas, descontento con las políticas del Presidente Recep Tayyip Erdogan -el cual a pesar de que su cargo se supone como meramente diplomacia y protocolario, actúa como jefe de gobierno en la sombra-, ningún analista o politólogo, pudo verificar a ciencia cierta quienes se encuentran realmente tras el alzamiento.

Se barajan numerosas hipótesis:

  • Un golpe palaciego, con el conocimiento del jefe de Estado, para reforzar su figura y así acabar con la disidencia interna (Erdogan afirmó en un discurso incendiario que los implicados “pagarían un alto precio”, para inmediatamente cesar a 2.750 magistrados de la cúpula militar, detener a 3.000 militares supuestamente ligados a la intentona golpista y volver a aplicar medidas coercitivas sobre la prensa y medios de comunicación críticos con su figura).
  • Un putsch similar al de Abdel Fatah Al Sisi en Egipto contra Mohammed Mursi en Julio de 2013 -que no poca gente asocia incluso a un apoyo subrepticio de Arabia Saudí, dado que tanto Mursi como Erdogan son figuras vinculadas a la Hermandad Musulmana, a quienes Riyadh, detesta, más aún desde la llegada al cargo de ministro de defensa de Mohammed Bin Salman, auténtica “eminencia gris” del Reino Wahabí-; organizaciones ultranacionalistas como los Lobos Grises o la Trama Ergenekon.
  • Y, por último, el clérigo y filántropo islámico Fethullah Gülen, otrora aliado del presidente Erdogan, pero desde 2013, en base a los escándalos de corrupción que salpicaban al Ejecutivo, crítico mordaz, enemigo del partido gobernante y su líder, por lo que se vio obligado a exiliarse en EEUU.

Todo ello en un ambiente que lleva casi 3 años con un toma y daca de presiones externas (EEUU, Unión Europea, Amnistía Internacional, organizaciones de derechos humanos y de protección a minorías, intelectuales, periodistas y disidentes), dentro del propio país (la oposición parlamentaria socialdemócrata, pro-kurda, e incluso los ultranacionalistas de Devlet Bahçeli o Dogu Periçenk), y en las redes sociales (que Erdogan no ha dudado en bloquear, pero que literalmente le salvaron el cuello durante el golpe).

Başbakan Recep Tayyip Erdoğan, AK Parti Genişletilmiş İl Başkanları Toplantısı'na katıldı. Başbakan Erdoğan, partilileri ''Rabia'' işareti yaparak selamladı. (Evrim Aydın - Anadolu Ajansı)

Recep Tayyip Erdoğan, primer ministro turco, fortalecido tras el fallido golpe de estado en Turquía

Recep Tayyip Erdoğan, primer ministro turco, sale fortalecido del fallido golpe de estado.

Y un largo etcétera que aglutina desde el hartazgo de sectores empresariales cansados de la desaceleración económica acaecida desde 2014, hasta una corrupción endémica descubierta este año tras la dimisión de Ahmet Davutoglu como jefe del Ejecutivo a raíz de los “cassettes Pelícano” que implicaban a las altas esferas del partido AKP en “mordidas” de varios millones de dólares, a cambio de concesiones y licencias.

O la minoría kurda del este del país, quienes admiten abiertamente que el trato dado por Erdogan, supera a los ataques de Saddam Hussein en Irak en los años 80 del siglo pasado o la guerra sucia iniciada por Turgut Ozal en los 90, usando al Hezbollah Turco y barones de la droga para causar una guerrilla sin cuartel contra activistas pro-democracia, principalmente en las ciudades de Batman, Van y Diyarbakir.

Unido a ello, no se debe dejar de lado el caos subsiguiente en la frontera sur más cercana a la otrora patria otomana. Las guerras de Siria e Irak, el auge del DAESH (con la connivencia demostrada de Ankara en muchos casos), la financiación de otros grupos integristas como es el Frente Al Nusra (rama local de Al Qaeda en Siria) y la compra de petróleo robado por los fundamentalistas, junto a una frontera porosa en la provincia de Hatay, que permite el paso de armas, personas y un largo etcétera, a los territorios en conflicto, han puesto a Turquía en una situación cuanto menos, delicada.

Tampoco se debe olvidar el acuerdo -obsceno- de devolución “en caliente” de refugiados sirios, afganos, libios e iraquíes desde los Balcanes y el Mar Egeo a Turquía, por su tratado firmado con la UE entre Marzo-Abril de este año.

Por último, añadir que el caso de Fethullah Gülen, demuestra hasta qué punto la megalomanía de Erdogan engloba a propios y ajenos, amigos, enemigos y antiguos aliados.

Este clérigo nacido en Erzurum hace 75 años, optó en los años 70, cuando la sociedad turca se desangraba por la guerra urbana entre maoístas, ultra nacionalista de la organización “Lobos Grises” y los movimientos asamblearios kurdos, por la educación como base social, principalmente de la burguesía de las ciudades, pero también por la presencia de la misma en áreas rurales a través de su cofradía “Servicio” (Tariqat Hizmet ,en turco).

Así pues en los últimos años del siglo XX, la organización y redes de beneficencia de Gülen, liquidaban el estado kemalista cuyo principal valedor era el ejército como garante de la secularidad para a posteriori llevar al poder al mundo de la burguesía empresarial, negociantes internacionales y un largo etcétera en lo que se llegó a comparar por historiadores como Francisco Veiga como “Una acción similar a la del Opus Dei y los tecnócrata, en la España del tardofranquismo”.

Tras la ilegalización del partido islamista Refah en 1997 y la inhabilitación de su líder Necmetin Erbakan, el clérigo optó por apoyar al recién creado Partido de la Justicia y Desarrolloo (AKP) que lograría diversas mayorías absolutas entre 2002 y 2015, a través de un joven líder: el otrora alcalde de Istanbul, Tayyip Erdogan.

La red del filántropo evitó intentonas golpistas en 2007 y 2012, dando pie a un interregno de los islamistas moderados en lo que se describió como la definitiva implantación de esa mentalidad en la sociedad turca, similar a la democracia cristiana europea.

Pero desde 2013 y en base a los sucesos del parque Geri y protestas contra los movimientos autoritarios del primer ministro, la Gran Asamblea y el partido AKP, se procedió a expulsar a varios miembros del Hizmet de la maquinaria estatal y su fundador hubo de exiliarse en EEUU. Erdogan ya acusa directamente a Fethullah Gülen de estar tras el golpe.

¿Verdad certificada o…intento de un megalómano de convertirse en un nuevo sultán?

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