La ruta del incendio y la reconstrucción franquista de Santander

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Este domingo, El Faradio ha organizado una ruta por la gentrificación provocada tras el incendio de la ciudad en 1941, del que este año se cumple su 75 aniversario.

El recorrido estará dirigido por el profesor de historia y geografía con máster en urbanismo, Roberto Ruisánchez, que mostrarán cuáles fueron las calles más afectadas por el incendio de Santander.

Esta ruta, programada para las 11.30 del domingo, forma parte de los actos programados para la campaña del libro ‘Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente’.

Este es el proyecto que El Faradio está sacando en Libros.com, tras ganar el I Premio de Periodismo de Investigación convocado por la editorial y por el digital Contexto.

A raíz de entonces, el franquismo, que en aquellos años comenzaba sus primeros años de dictadura, vio la oportunidad de crear en Santander el modelo de ciudad que buscaba.

Edifcios afectados por el incendio de Santander

Edifcios afectados por el incendio de Santander

“Es un modelo de un sistema totalitario, que es un poco la idea de una ciudad orgánica. En la Porticada y todo lo que estaba enfrente se trataba de reunir todo el poder”, explica el Robert Ruisánchez. “Estaba el Gobierno civil, lo que ahora es Delegación de Gobierno. Junto a él estaba el poder militar, con la sede de Defensa, y el Ateneo. Allí sigue Hacienda y la Cámara de Comercio, junto a la sede de lo que fue Caja Cantabria, que no sé qué será de ella en los próximos tiempos… y enfrente el Banco de España, tan controvertido su destino en los últimos tiempos”.

“LA RECONSTRUCCIÓN SE HIZO EN UN MOMENTO EN QUE LA OPINIÓN PÚBLICA ESTABA AMORDAZADA”

Poco quedó tras esta reconstrucción de la antigua Santander, lo que compuso esa ciudad que en el siglo XII consiguió el título de fuero y que se desarrolló desde la Puebla Vieja a la Puebla Nueva.

Poco o nada de esta Santander medieval quedó hace 75 años tras sucumbir el centro de la ciudad a las llamas que la asolaron una ventosa mañana de febrero, con el Sur azotando la historia de la ciudad.

Para el profesor Ruisánchez, “nuestra perdida irremediable es que la reconstrucción se hizo en un momento en que la opinión pública estaba bien amordazada”, lo que provocó que “nos quedáramos sin casco histórico cuando no era obligatorio”.

Y es que en aquellos años, hasta el final de la II Guerra Mundial, “muchas ciudades europeas fueron literalmente pulverizadas”, y su reconstrucción no siguió el patrón que se reconstruyó Santander

“Hay ciudades europeas que nos podemos hacer la fantasía de que son las ciudades medievales, y no es verdad. Lo son por la traza urbana, pero los edificios desaparecieron en los años 40 y se reconstruyeron siguiendo la misma traza”.

“A LOS PESCADORES SE LES EXPULSÓ PORQUE SÍ, FUE GENTRIFICACIÓN EN ESTADO PURO”

Superficie afectada por el incendio

Superficie afectada por el incendio

En Santander, sin embargo, sí se borró esa historia y se comenzó de cero con un urbanismo marcado por el modelo del Franquismo, con el poder en el centro de la ciudad.

Eso implicó también la llamada gentrificación, la expulsión de las clases populares de una zona para ser ocupada por otras de mayor nivel adquisitivo. Ni más ni menos que por el poder más absoluto y absolutista.

“No es fácil situarse lo que quería decir en aquel momento irse a vivir a las proximidades del complejo deportivo, a las proximidades de la bolera cubierta en San Joaquín, o al barrio Pesquero”, explica Ruisánchez, para quien “a alguien menor de 50 años le cuesta hacerse una idea” de lo que eran estas distancias antaño.

Concretamente con el barrio Pesquero sucedió uno de los procesos “más sangrantes”. “Con los pescadores no hubo coartada; se les expulsó porque sí, porque el incendio no afectó a sus viviendas de las calles Tetuán, Bonifaz y Juan de la Cosa. Fue gentrificación en estado puro”.

En su opinión, “se expulsó a una gente molesta, mal hablada, a un lugar inhóspito en el que para llegar había que depender casi casi de la marea”, como eran los llamados Arenales en aquellos años, que componían la zona del barrio Pesquero y Castilla-Hermida.

EXPULSADOS. SANTANDER, LA TRANSICIÓN URBANÍSTICA PENDIENTE

El objetivo del libro ‘Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente’, es tratar de explicar todo el proceso urbanístico que se ha vivido en la ciudad, que estos días ha visto cómo se anulaba un PGOU hecho para los constructores y a espaldas de los vecinos de Santander.

Y precisamente dentro de estos actos se realizó este miércoles una mesa redonda en Librería Gil para analizar con expertos el urbanismo que se ha llevado a cabo en la ciudad, moderada por, el director del periódico digital El Faradio, Óscar Allende.

Sobre la mesa redonda , dos posturas, dos perfiles, el humanista del periodista e historiador José Ramón Saiz Viadero, un “niño chamuscado” que nació prácticamente entre los rescoldos del incendio y que vivió la reconstrucción; y la visión técnica y profesional de Francisco Lorenzo Monteagudo, vicedecano del Colegio de Arquitectos y técnico municipal en Bezana.

De un lado, Saiz Viadero repasó la historia de la reconstrucción urbana tras el incendio, cómo se expulsó no sólo a los pescadores o artesanos y a los inquilinos, sino también a las industrias no contaminantes que había en el centro y que dejaron de estar allí, condenando a la ciudad a una economía de servicios y rentismo.

Y de otro, Monteagudo, que cuestionaba que los procesos urbanos de Santander puedan considerarse como gentrificación y llamaba la atención precisamente sobre la poca actividad urbana y social de la capital, además de reclamar un nuevo paradigma de participación en los planes generales, más allá de una toma de alegaciones obligada por ley y con unas explicaciones poco accesibles a los legos en la materia.

Entre el público, de todo tipo, incluidos investigadores en la materia, como el profesor universitario José Ortega, investigador de la reconstrucción urbana de Santander, quien llamaba la atención sobre la falta de visión integral de la ciudad en ninguno de los planeamientos urbanos que ha tenido la capital.

O el arquitecto Domingo de la Lastra, vocal de Cultura del Colegio de Arquitectos, quien planteaba la necesidad de un mayor compromiso de los vecinos con sus barrios y llevaba al extremo la exigencia de participación con una propuesta rompedora: un reférendum ciudadano para aprobar o no el próximo Plan General de Ordenación Urbana que sustituya al que acaba de anular el Supremo.

La cita de este domingo trata de llevar a la práctica esta teoría analizando en la Librería Gil. Concluirá en Las Gildas, que a partir de las 13.00 horas estarán en el Café de Noa, en la calle Alcázar de Toledo.

Los interesados en apoyar el libro, que reclama un cambio de modelo urbanístico más participativo a raíz de los testimonios de afectados, pueden conseguir que vea la luz comprándolo previamente a través de este enlace o bien en persona, ese mismo día, por precios a partir de 18 euros.

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