EXPULSADO de ninguna parte

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La entrada, al local en alquiler donde dormía, ha sido tapiada con un panel de madera. Precisamente ahora que es cuando más frío empieza a  hacer. Quizás porque todos buscamos nuestro lugar en el mundo, o un espacio donde sentirnos a salvo, ha decidido dormir justo al lado. Realmente no existe ninguna diferencia entre dormir dos metros más arriba o más abajo, pues ese ángulo muerto, en el que se guarecía del frío, de la lluvia, del día a día y del mundo, ha sido tapiado con un gran panel de madera de donde cuelga un cartel de: Se alquila.

El mismo cartel, colocado en la cristalera de la tienda de zapatos,  llevaba puesto semanas y era bien visible para quien pasease por la calle Burgos (en Santander) a cualquier hora del día.

En ese mismo espacio buscábamos cobijo muchos transeúntes cuando sin avisar  caía una “chaparrada” y, en un abrir y cerrar de ojos, el viento sur hacía un receso en su locura otoñal, quizás para tomarse un espidifrén y combatir el maldito dolor de cabeza que lo acompaña en cada soplido.

Las nubes se amontonaban unas junto a otras y, enfadadas por haberlas hecho esperar tanto tiempo, descargaban sus improperios en forma de gota gorda contra nuestras cabezas ensimismadas. De repente la calle, repleta de personas, se vaciaba casi por completo y una hilera interminable de cuerpos encogidos aparecía pegada a la pared intentando evitar que les alcanzara la lluvia.

La tienda de paraguas, unos metros más abajo, haciendo su agosto en pleno otoño. Carpetas y periódicos convertidos en efímeros chubasqueros quebradizos en la última gota. Siempre se a algún chaval despistado chapoteando de un lado al otro. O a otro, intrépido, corriendo con la esperanza de llegar a casa antes de coger una buena caladura, en una carrera perdida nada más empezar. Sin embargo, ya no hay vuelta atrás cuando tomas una decisión así. Y así lo ves alejarse, calle arriba o calle abajo, dudando en si seguir su ejemplo,  pues vas con el tiempo justo, para variar.

 

Soñando con dormir en el lugar donde tú sueñas (Autor: Artista callejero Skid Robot.)

Ojalá se cumplan tus sueños. Soñando con dormir en el lugar donde otros sueñan (Autor: Artista callejero, Skid Robot.)

 

Si la tormenta se prolonga, más de la cuenta, la gente empieza a dudar en qué hacer; si arriesgarse a combatir el agua a cuerpo descubierto, en una misión suicida, recordando a quienes lo habían hecho antes y pensando que ya estarían secos de haber tomado la misma decisión, o hacer como esos otros, con los nervios más templados, que deciden esperar un poco más, hasta que pare. Encender otro cigarro y aguardar lo que dura encender el siguiente. Hay quienes incluso comienzan tímidas conversaciones, para “matar el tiempo”, rompiendo esas fronteras invisibles que hacen que nos miremos sin vernos en esa huída hacia delante que es la vida. Quizás, cuando todo  acabe,  vuelvan a encontrarse por la calle, en un día soleado, y crucen un saludo recordando ese día que compartieron «refugio». Ah! y siempre, da igual donde sea, nos encontramos a alguien con una bolsa de plástico en la cabeza. Verdaderas visionarias, adelantadas a su tiempo, capaces de adaptarse a cualquier circunstancia por más inesperada que sea. Realmente poseen el secreto de la evolución…

Todo esto ocurría sin que el protagonista de nuestra historia fuera demasiado consciente de lo que sucede a su alrededor. Desde que dormía descalzo, en ese hueco a la entrada de la antigua tienda de zapatos, aunque lloviera, por más que lo hiciera, nadie se guarecía allí. Quizás porque veían en ese espacio, antes vacío, un “nido” improvisado por la necesidad de quien siempre está de paso. O quizás porque preferían mojarse antes de estar junto a alguien como él. O quizás por otras razones, quién sabe. Lo cierto es que ese lugar ya no está. Alguien decidió esconderlo pensando, quizás que, al hacerlo, él se iría de allí. Pero allí sigue, de momento.

Quizás porque él sí es  consciente del significado de esa acción. De ese desalojo invisible realizado a través de una decisión aparentemente insignificante, aparentemente sin importancia; tan cotidiana que nadie  para a fijarse en ella. O quizás sea porque, de momento, no tiene otro lugar donde ir. No tiene ningún lugar donde estar.

Junto a la tienda hay una inmobiliaria y a no muchos metros, prácticamente al lado de carrusel de los “caballitos”, una entidad bancaria con la imagen de  varias personas sonriendo. A su lado un slogan publicitario con la palabra #Optimista. Canciones infantiles no dejan de girar al ritmo de una Navidad que tiene horario de centro comercial y cada vez llega antes. Todo tiene que ser perfecto. Las luces de un árbol hecho de bombillas fluorescentes brillan tanto que deslumbran a quien se acerca. Con tanta luz casi no me he fijado en él. Con tanta luz, él se ha convertido en sombra. Con tanta luz quizás ya nunca vuelva a llover y ni el él, ni Nadie, necesite utilizar ese espacio, que queda libre, a la entrada de la tienda. Con tantas luces quizás me convenza de que él  nunca estuvo allí, que forma parte de un anuncio, que si llueve no se moja, que si hace frío no tiembla, que si no le miro no existe. Y así, quizás, logre entender porqué han puesto esa maldita tabla.

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2 Comentarios

  • Jose Luis Quintana Mantecon
    19 de diciembre de 2016

    Como siempre , acertado

    • Jose Elizondo
      Jose
      19 de diciembre de 2016

      Muchas gracias Jose Luis, Un fuerte abrazo

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