De Argumosa a Argumosa

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||por Antonio de la Mora, santanderino, vecino de Lavapiés y activista en Parque Lavapiés..El barrio se encuentra en pleno proceso de gentrificación y una de sus calles más populares se llama, precisamente, Argumosa, como el espacio de Torrelavega.||

Cuando un espacio es liberado por los vecinos para cubrir necesidades de un barrio debería ser, sin duda, en una sociedad libre, algo positivo, un signo de salud.

Este es el caso del Espacio Argumosa en Torrelavega (Cantabria), donde la solidaridad, el apoyo y la colaboración han brotado como síntomas de una comunidad que funciona; ya que la participación ciudadana en la creación y evolución social no debería limitarse a un voto, y el hecho de que las personas se junten para dedicar su tiempo y esfuerzo para mejorar su entorno, para ayudar a los demás de forma libre y no remunerada, por mucho que algunos se empeñen en querer vender esto como un negocio sin licencia, es algo muy importante, una señal de solidaridad, de no sumisión ni egoísmo.

Actividad en Espacio Argumosa

Actividad en Espacio Argumosa

Sin embargo, parece ser que en esta “sana democracia” el lugar del ciudadano está en su casa viendo la tele o en la calle comprando, y que sus únicos espacios de opinión son las urnas y el bar. No pueden salirse de estos márgenes ya que si ejerce su derecho a la ciudad se convierte en criminal.

Lo criminalizan esos mismos que están rodeados de casos aislados de corrupción, de imputados e investigados que casi nunca cumplen condena, que salen indemnes o incluso reforzados con pensiones vitalicias millonarias o puestos honoríficos en las grandes empresas que rigieron sus decisiones políticas por el bien del ciudadano. Esos representantes que no representan más que sus propios intereses, llevando sus intervenciones, justificaciones y (en alguna ocasión) disculpas al esperpento político y social.

El Espacio Argumosa no ha inventado un modelo de autogestión ciudadana, si no que ha puesto en práctica algo que se viene dando en tantas ciudades, y que genera tanta vida en barrios muy diferentes. Sin embargo es pionera en cómo han querido cerrar sus puertas: mediante la condena judicial, queriendo individualizar, personalizar un movimiento que es colectivo.

NO HAY ANÁLISIS: SÓLO IMPOSICIÓN

Lo peor de todo es que su absoluta incompetencia e incapacidad para resolver problemas no da opción a la creación de alternativas, lo fácil es atacar en lugar de dialogar, en lugar de analizar.

Al final todo se usa como arma política, y una iniciativa ciudadana que refleja necesidades e inquietudes de un barrio o una zona concreta, se simplifica y se reduce a la visión cavernaria del: no es legítimo que le des un uso y saques un beneficio (aunque no sea económico) a una propiedad privada por la que no pagas; pese a que no esté generando ningún tipo de beneficio previamente o esté en estado de abandono en medio de tu ciudad.

Iván Martínez, concejal de ACPT

Iván Martínez, concejal de ACPT

En lugar de sacar algo en positivo para mejorar una situación concreta de un barrio concreto y ver una oportunidad de hacer cosas de valor para esos vecinos, se les condena judicialmente, se usa toda la fuerza de las estructuras represivas del estado para ahogar a un chivo expiatorio como, en este caso, es el portavoz de la ACPT (Asamblea Ciudadana por Torrelavega).

Esto responde claramente a la política del miedo que se viene reforzando desde la aparición del 15M en el 2011, y que se blinda con leyes como la de (in)Seguridad Ciudadana, más conocida como Ley Mordaza.

Además, los profesionales de la política saben perfectamente que más miedo que los golpes dan las multas, sobre todo(,) en estos tiempos de crisis del sistema que afecta a toda una clase obrera que vive, la mayoría, siempre en riesgo de pobreza y, por consiguiente, de exclusión.

Es evidente que su pensamiento neoliberal solo les permite ver un grupo de “caraduras” que utilizan un espacio con carácter de propiedad privada para su propio beneficio y sin repercutir en el de dichos propietarios. No llegan a ver que en realidad es gente que de forma desinteresada (o muy interesada en mejorar su barrio) están construyendo desde abajo, desde lo común, espacios de ocio y de vida, no de consumo, para que los niños y mayores tengan donde pasar el rato y divertirse de una forma sana.

EL ESPACIO PÚBLICO Y EL ESPACIO PRIVADO

Es curioso cómo el espacio privado SÍ puede ocupar el espacio público pero si esto sucede al revés y un espacio privado es liberado para uso público, aunque sea en casos como este del Espacio Argumosa, en los que se rehabilita y se revive un espacio muerto, a las autoridades les parece un auténtico atentado contra el estado de derecho. Esto puede deberse a que parece que han entendido este estado como el estado de derecho a consumir, y todo lo que se genere fuera de su círculo de productividad económica no tiene cabida, aunque sean ejercicios altruistas de productividad vital, de espacios de encuentro, cultura y apoyo.

LA OKUPACIÓN

Como ya se ha comentado, este tipo de movimiento, de actividad vecinal no es algo nuevo, si no que viene dándose a lo largo de décadas en ciudades de todo el mundo. Y en España existe una cultura y tradición muy arraigada, pero a la vez muy evolucionara, porque aunque quieran vender estos espacios ocupados o liberados como lugar de abuso, de delincuencia y de juventud “radical”, para nada es cierto.

La verdad es que son espacios de gran valor cultural y social, donde se llevan a cabo proyectos de apoyo para los vecinos, apoyos a todos los niveles ya que dan opciones de ocio diferentes a las establecidas por el sistema actual, pero también teje redes solidarias, crea huertos urbanos, zonas verdes para los niños, economías colaborativas, asesoramiento a los migrantes, espacios de charlas y de trabajo, etc.

Así, en Madrid o Barcelona existen, o lo han hecho, algunos de los casos más conocidos por la repercusión mediática que tuvieron su liberación o su desalojo, como podrían ser el Banc Expropiat  o el Patio Maravillas , como casos cercanos en el tiempo.

En ninguno de estos casos, pese a no tener el permiso de sus propietarios, se ha multado a un portavoz de una asamblea, y pese a las prácticas empleadas en el desalojo, siempre deshonestas, nunca se ha llegado a este tipo de castigo judicial y de enfocar la responsabilidad en una sola persona, queriendo hacer ver que no solo van a derrumbar todo el esfuerzo e ilusión puestas en el acondicionamiento y funcionamiento del espacio, sino que además puedes ser ajusticiado individualmente, apartándote del colectivo que te arropó durante la acción.

La construcción de un hotel en Lavapiés ha desatado protestas vecinales

La construcción de un hotel en Lavapiés ha desatado protestas vecinales

Pero la realidad detrás de estos casos, y tantísimos otros que no se quieren olvidar pero que tampoco se podrían nombrar aquí, es que la ciudad pertenece a intereses comerciales, y solamente comerciales.

Las ciudades se vienen convirtiendo en marcas desde hace muchos años, y esas marcas responden ante el turismo y el dinero, y no ante sus ciudadanos y habitantes. Esto lo demuestra que el Tribunal Superior de Justicia haya tumbado el PGOU de Santander, por ejemplo; donde también se están luchando batallas muy descompasadas en barrios como el del Pilón o de San Roque, o como la que finalmente perdió Amparo que vivía en la vaguada de las Llamas.

También en Madrid, en un barrio como el de Lavapiés, abandonado hace años por los servicios básicos, pero en el que sin embargo se inauguran grandes teatros y hoteles, está sufriendo un proceso de gentrificación o exclusión de vecinos al que diferentes colectivos (como Stop Hotel — o Parque Lavapiés -) están tratando de plantar cara sabiendo de antemano que en estas luchas las fuerzas nunca están compensadas, puesto que grandes intereses privados de carácter transnacional se dan la mano con las administraciones públicas locales para evitar que quien habita un barrio tenga voz y opinión en cómo quiere que ese barrio se gestione y siga adelante.

Precisamente en este barrio se encuentra la calle Argumosa que está más conectada con Cantabria que por compartir nombre con el espacio desalojado la pasada semana de enero de 2017 en Torrelavega. Comparte ese carácter vecinal de querer hacer, de querer tener algo más con un barrio que el simple hecho de vivir en él, sino de disfrutarlo y “crearlo”, y de estos vecinos muchos han llegado desde la tierruca. Los barrios cambian, las identidades cambian, incluso las individuales, el problema se da cuando ese cambio viene tan influenciado por agentes externos en lugar de tener una evolución fluida y natural, generada por la actividad vital de las gentes que lo habitan.

Está claro que estos castigos que quieren ser ejemplarizantes no detienen nada, y que cerrado este solar se abrirá otro con más ilusión y más fuerza. Y que el condenado, Iván Martínez, no está solo como demuestra la campaña de apoyo #yotambiénlimpiéargumosa. Hay que pensar que algún día las autoridades comprenderán el significado de estos espacios y que la sociedad debe evolucionar e incluir a todos los ciudadanos, sin responder solamente a intereses privados o económicos.

(Más historias de barrios, luchas y gentrificación en Expulsados)

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