Incendio de 1941: “La reconstrucción se convirtió en un negocio”

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La reconstrucción oficial de la ciudad de Santander tras el incendio de 1941 finalizó a mediados de los años 50. Sin embargo, desde entonces tuvo lugar durante veinte años más un crecimiento demográfico que supuso un cambio radical en la ciudad.

Superficie afectada por el incendio de 1941.

Superficie afectada por el incendio de 1941.

Ese periodo es el objeto principal de estudio del profesor de geografía Alfredo Medina, que ha investigado y analizado el periodo de expansión de la ciudad para su libro, ‘Promoción Inmobiliaria y Crecimiento Espacial. Santander 1955-1974’, que ha editado la Universidad de Cantabria.

Medina ha revelado en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, que el crecimiento de la ciudad se basó, en la mayor parte de las zonas, en un trazado que ya estaba de alguna manera pre-dibujado.

“Se hace un tipo de vivienda muy pequeñita en la ladera norte de General Dávila, para las personas pobres, y el mismo tipo se hace en la calle Castilla, con una ausencia total de urbanización, con densidades demasiado altas”, asegura Medina.

Hasta los años 50 la ciudad creció hasta General Dávila, la calle Alta y había ocupado un poco de la calle Castilla, sobre todo con actividades industriales, portuaria y naves.

LAS EMPRESAS QUE APROVECHARON EL NEGOCIO DE LA RECONSTRUCCIÓN

El proceso de reconstrucción se convirtió “en un negocio” alega el profesor, que recuerda que “el Estado favoreció mucho la construcción de estas viviendas a través de una serie de leyes de protección a la vivienda que daba subvenciones directas al promotor”, en la que “se metió muchísima gente”.

Estas empresas que se hicieron cargo de la reconstrucción, muchas de ellas pertenecían a constructores y contratistas que habían trabajado en el incendio. “Se metieron a promotores, contrataban arquitectos y compraban los solares o entregaban algunos pisos a cambios del solar”. Después “iniciaron promociones de 200 y 300 viviendas como las de General Dávila o la Bajada de Polio”, asegura.

Fue en esos años cuando se desarrollaron una serie de grupos urbanísticos que continuaron, muchos de ellos, hasta bien entrados los años 90. “Tras esa crisis económicos desaparecieron muchos de ellos por las grandes deudas que afrontaron”.

Curiosamente, a partir de esos años se inició otro proceso, el de la burbuja inmobiliaria que explotó en el año 2008 en España. “Todos los ciclos inmobiliarios tienen muchos puntos en común”, asegura Medina, aunque reconoce que el último proceso “no tiene parangón en España”.

A la sombra de esta burbuja se ideó el Plan General de Santander en 2012, recientemente anulado por los tribunales, al que Medina tuvo la oportunidad de echar un vistazo cuando aún estaba en tramitación.

“Una de las cosas que vi fue el excesivo auge residencial al que se ha lanzado la ciudad, cuando en Santander hay miles de viviendas vacías”, resalta, y añade que le llamó la atención que “no se apostara por rehabilitación y por instalar a la gente en el centro”, sino que “se permite el deterioro de zonas del centro y desaparecen las actividades económicas”.

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