Y mientras tanto ¿qué?…

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Si las vacas están sanas ¿Por qué se va a matar una cabaña entera? Se lamentaba entre la incredulidad y la indignación Fidel González, el ganadero de Cabuérniga (Cantabria) obligado a sacrificar su cabaña de cincuenta y tres vacas tudancas y limusinas. La razón es que una de ellas dio positivo en brucelosis. Según Fidel, a otro vecino de Renedo le ha pasado lo mismo; le salió una y le llevaron las setenta vacas que tenía. ¿Qué soluciones se le ofrecen a Fidel? ¿Y a tantos ganaderos que se encuentran en su misma situación? ¿Es la única salida el llamado “vaciado sanitario”?. El debate se abre en un mundo donde siempre se rompe la cadena por el eslabón más débil: El ganadero. Dejando como única solución, para casos como el de Fidel, sacrificar su cabaña, esperar una indemnización sin fecha fijada y un “mientras tanto qué”. Porque mientras tanto Fidel y su familia tienen que comer cada día y las facturas siguen llegando. Porque mientras tanto la vida sigue y cada vez sale más caro vivirla.

Fidel, como tantos ganaderos, solo quiere tirar “pa lante” con su vida, con su familia. Ayudar en lo que pueda a sus hijos en una época de vacas tan flacas que mueren de inanición a las puertas de los parlamentos, mientras las suyas son sacrificadas en el matadero siguiendo una política que muchos no acaban de entender. Si una da “positivo”,  como dice Fidel, es lógico que la sacrifiquen, es lógico que se pida un contraanálisis, que las vuelvan a mirar, que se las ponga en cuarentena para ver cuántas están infectadas o no. Es lógico que se cumplan todas las normas de sanidad que protejan, no solo la salud del ganado, sino la de los consumidores. Que se implementen políticas de control y saneamiento para supervisar la cadena alimenticia. Que se invierta en investigación. Es un proceso en el que ganamos todos. Solo así puede aspirar, a ser viable, un modo de vida que entiende, precisamente, que su valor añadido es garantizar la calidad  sin ningún tipo de dudas. Pero si una vaca está infectada y el resto no ¿La única salida es sacrificarlas todas? ¿No existen alternativas? ¿Qué opciones le quedan a Fidel?  ¿Y a su familia? ¿Qué opciones se le ofrece? ¿Volver a empezar? ¿Y mientras tanto? ¿Cuántas veces tienen que volver a empezar antes de que acaben con ellos? ¿Cuántas veces deberán levantarse después de empujarles hacia el suelo, una y otra vez?

 

Imagen de Fidel, el ganadero cántabro al que le han sacrificado su cabaña ganadera

Imagen de Fidel, el ganadero cántabro al que le han sacrificado cincuenta y tres vacas

 

Y es que la única forma de enfrentarse a las grandes transnacionales y sus lógicas de ganadería intensiva, industrializada, que produce al por mayor y compite de forma desleal, reduciendo costes, precios -y calidad-,  es presentar un modelo alternativo de ganadería, de forma de entender el campo. Es proteger una forma de vida, que ya estaba aquí cuando llegamos, en la que cada vez quedan menos. Porque la vida en el campo, pese a todo; pese a los avances, pese a los cambios, pese  a quien le pese, cada vez gusta menos. Sin embargo, aún quedan personas como Fidel que no ven el campo solo como un trabajo, sino como una forma de vida, siempre mejorable, que no necesita ser idealizada para ser defendida. Que necesita ser entendida para poder ser cambiada, cuando cambiar significa mejorar, no eliminar.

Porque frente a la lógica y el sentido común de personas como Fidel,  que lo único que piden es no perder el modo de vida con el que enfrentan el día a día, hay otras que parecen querer firmar su sentencia de muerte y convertir el cementerio en un parque temático para turistas de “granjero busca esposa” o “hazte un selfie con el paisano de turno”: Le hemos vestido tal y como debe ser: con sus albarcas,  su boina y su cachava. No olvide dejar propina; por un poco más le tocarán el campano  y podrán ayudarle a ensilar, ordeñar  o  “sacar la cuadra”.

 En este parque temático cuidamos todos los detalles. Hasta el abono es prácticamente real. Ni los mejores expertos son capaces de notar la diferencia. Si no huele a mierda de verdad le devolvemos su dinero.

A la entrada del pueblo podrá elegir entre el modelito tradicional que más le guste o el más actual buzo azul con gorro de cooperativa y botas de goma. El uso de la trincha y el dalle lo harán bajo su responsabilidad. Tenemos monitores que les podrán familiarizar con las labores agrícolas e incluso silbar y hablar tal y como lo hacen ellos. Todo esto, como comprenderán, son “extras” que deberán pagar. No olviden que lo “auténtico” no sale gratis.

Quizás la solución sea esa; convertir el mundo rural en un  parque temático. Así ninguna vaca dará positivo, porque estarán hechas de plástico y turbinas. Y podremos olvidarnos de intentar buscar una solución  para Fidel, para su familia, para la mía, para la tuya y para tantas como ellas. Dejar que nos engulla este mundo de comida basura porque habremos destruido todo aquello que le daba sentido. Y es que, menudo ganao…que dirían en mi pueblo.

Nota: En el siguiente enlace se puede escuchar las declaraciones de Fidel González para el programa de radio “Ahora Cantabria”:

http://www.ivoox.com/duras-palabras-del-ganadero-fidel-gonzalez-audios-mp3_rf_16789872_1.html

 

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