¿Existirían movimientos como Pasaje Seguro –en el que se han integrado nuevos activistas con históricos de la reivindicación social–o la plataformitis de Santander –que ha hecho que vecinos de barrios pongan nombre y apellidos a los perjudicados del modelo urbanístico– sin el 15M?

¿Se hubiera creado un juzgado específico para las preferentes y una oficina de emergencia habitacional desde el propio Gobierno de Cantabria si las calles no se hubieran llenado de ciudadanos señalando al sector financiero como responsable de sus problemas? ¿Quién sería el presidente de la patronal si a la Porticada no hubieran llegado cientos y cientos de personas que no habían llevado una pancarta en su vida?

Han pasado ya seis años del 15M, aquel estallido de indignación que llenó las plazas –en Cantabria, la Porticada–, con aquellos gritos de “Que no nos representan” y “Lo llaman democracia y no lo es”, expresando un sentimiento de frustración y hartazgo canalizado a través de encuentros y reuniones públicas en la calle.

Patricia Manrique, filósofa muy implicada en movimientos sociales y participante en las asambleas y encuentros, lo recuerda como unos días “maravillosos” y “emocionantes” en los que se consiguió que “gente superdiversa” en cuanto a edades y ocupaciones decidió “juntarse” para “pensar”, “en la plaza pública”, problemas y soluciones, empleando para ello toda su “inteligencia colectiva”.

15M en Santander (Foto: José Segarra)

«TENEMOS MUCHA MENOS DEMOCRACIA QUE HACE SEIS AÑOS»

Y seis años después, “estamos peor”, porque entonces “estábamos en el arranque de la crisis, pero ahora determinadas dinámicas como la precariedad o los recortes se han instalado como normales”.

Es más, con la lectura diaria de los medios se nos confirma día a día el lema aquel de “No es una crisis, es una estafa”: “nos siguen estafando, nos roban a manos llenas”, asevera en conversación con EL FARADIO.

Y a esto se ha sumado la regresión en materia de libertades, con leyes como la Ley Mordaza “muy pensadas para recortar la democracia y limitar muchísimo la capacidad de actuación”, con el resultado de que “hoy tenemos mucha menos democracia que hace seis años”.

Pese a todo esto, “seis años después no hay nadie en las plazas”, algo que Patricia Manrique ve como “una lástima”. “Deberíamos estar llenándolas porque la situación ha empeorado. Harían falta muchos 15M”, opina.

15M en Plaza Porticada de Santander , Cantabria Foto: Jose Segarra

EL 15M HA CAMBIADO LAS COORDENADAS DE LA LUCHA SOCIAL

Pero eso no quiere decir que no se haya hecho nada desde entonces. El 15M dejó un legado que “ha cambiado muchísimo las coordenadas de la lucha social y del trabajo de la sociedad civil”.

Pese a que lo más “visual” del 15M eran los encuentros en las plazas, había un trabajo de fondo que ha dejado “un montón de corrientes subterráneas” y que consiguió atraer al activismo y la participación a personas que no se habían implicado antes.

Porque uno de los principales legados es “que la gente que conoce la actualidad está menos engañada” y ya sabe algo más de cómo funcionan las cosas.

Así que, y esa es la principal advertencia, más allá de lo meramente institucional, de partidos como las confluencias, las agrupaciones municipalistas –esta misma semana se presentaba en Cantabria una plataforma que aglutina a varias de ellas—o la irrupción de Podemos–, “las nuevas formas de hacer las cosas del 15M todavía no han estallado”.

“Los procesos de acción colectiva maduran despacio, poco a poco, con mucho trabajo”, explica Patricia Manrique, incidiendo en que “esto sigue creciendo y estallará por el lado que no se espera”. El mensaje es claro: “Estamos en un momento de cambio y ahí el 15M tendrá un protagonismo total”.