Trabajadores de Liberbank exigen al banco en el que se integra la antigua Caja Cantabria (junto a Caja Astur y Caja Castilla-La Mancha) un nuevo “contrato social”, un cambio de rumbo en su difícil relación con los trabajadores.

Sede de Liberbank en Madrid, junto al Congreso de los Diputados.

La sección sindical de CSICA ha remitido una carta dirigida a su presidente, Manuel Menéndez, en la que le recuerdan el “cúmulo de mala praxis bancaria” que ha rodeado a la entidad “subvencionada.

Una mala praxis, una “nefasta gestión”, y que ha tenido como consecuencia la “pérdida de la confianza” de decenas de miles de clientes y la pérdida, también, de más de la mitad del negocio que tenía en sus respectivos territorios de origen.

A las que suma el difícil clima laboral de una plantilla a la que se está “haciendo la vida imposible”, algo de lo que responsabilizan a la “soberbia” del equipo al que se ha encomendado la relación con los trabajadores, que les trata como “auténticos enemigos”.

“Políticas de personal que han convertido a una plantilla que era líder en cada uno de sus territorios, apreciada por sus clientes, y amigos en muchos casos, en un hervidero maledicente que no siente los colores. Y sólo en 6 años”, apostillan.

En Cantabria Liberbank, la antigua Caja Cantabria, se mostró muy hostil a los preferentistas que protestaban para recuperar su dinero, que acabarían recuperando en un juzgado creado específicamente ante esta situación, al igual que uno de reciente creación para las cláusulas suelo, de las que fue uno de las mayores emisores en la comunidad autónoma. También ha sido una de las últimas entidades en comenzar a negociar casos de desahucio bien con la PAH p bien con la Oficina de Emergencia Habitacional creada por el Gobierno de Cantabria.  La antigua Caja Cantabria abandonó su compromiso con el proyecto Comillas, en la que no ha sido su única espantada: también lo hizo, obteniendo beneficios, con el Puerto de Laredo.