FAPA confiesa

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||por Chema Torre Calderón, secretario de FAPA Cantabria||

Ya hemos entrado en el mes de junio y nuevamente aparecemos los de la FAPA con el cuento de eliminar los horarios reducidos en la jornada escolar de junio y septiembre. Y, con ello, los dedos acusadores que rápidamente nos señalan: “no pensáis en los niños, están agotados”, “queréis convertir los colegios en guarderías”, “haberlo pensado antes de tenerlos”, “¿a quién habéis preguntado para pedir eso?”, etcétera, etcétera.

Así que creemos que ha llegado el momento de poner todas las cartas sobre la mesa y ser sinceros: pues es cierto, los niños no nos importan. Ni los nuestros ni, por supuesto, los de los demás. Sólo nos preocupa poder llevar una vida cómoda, sin estorbos, y vemos que nadie nos está ayudando a conseguirlo.

No nos importa saber por qué durante dos meses los centros educativos parecen convertirse en campos de trabajos forzados que hacen inviable mantener un horario común al resto del año que posibilite la conciliación familiar sin que nuestros hijos desfallezcan de agotamiento. Tampoco nos importa buscar la causa de que los niños y niñas cántabros tengan un RH tan malo que hace que sufran esos ataques de debilidad a los que parece que no se ven expuestos los de climas más calurosos como andaluces, barceloneses o canarios. Eso por no hablar de los europeos, que como hacen todo pedagógico lo llevan muy bien. Ni siquiera nos preocupa que puedan sufrir este mal un 16 de septiembre, cuando apenas llevan una semana de clase.

Es más, para nosotros no existe cansancio alguno cuando estos días salen antes y se pasan una hora corriendo a pleno sol en patios y parques para evitar el cansancio que sufren dentro de las aulas. Estamos seguros de que ese cansancio no repercute en ellos, mientras nosotros tengamos un bar al lado todo va bien. Tampoco nos preocupa si algunas familias tiraduros les dejan en ludotecas organizadas por asociaciones de padres y madres que, como dicen no tener problemas de conciliación, se sienten obligados a dedicar su tiempo a preparar estas cosas para los demás. Serán pringaos…

Tenemos tal desapego hacía los niños que en estos días se dan numerosas cuestiones que somos incapaces de ver (porque no queremos): que los alumnos de 6º de primaria pasen de tres horas y media de clase en junio a seis o más cuando van al instituto en septiembre, con esa debilidad que sufren. Que tengan que adelantar hora y media la comida para asistir a los comedores. Que algunos tengan que escoger entre acudir al comedor, igual que el resto del curso, o poder subirse al autobús que también les lleva de vuelta a casa a lo largo de todo el curso.

Tampoco nos acordamos de esos niños de 10 años se van solos a casa o se quedan deambulando por las calles a esperar a que lleguen de trabajar sus padres. “Niños de la llave” parece ser que les llaman ahora, pero creemos que no existen y se lo inventan los periodistas para tener algo de lo que escribir. Ni que otros pasen julio y agosto entre campus, abuelos, campamentos y vecinos sin apenas disfrutar con sus madres y padres porque estos ya gastan las vacaciones en junio y septiembre. Todo nos da igual, no nos vengáis con que al salir por la puerta del colegio hay más problemas que no sean las molestias que nos ocasionan a nosotros. ¿O acaso alguien ha oído hablar de todos estos problemas?

Por supuesto, tampoco nos planteamos por qué últimamente se está pasando de hablarnos de que esta reducción de horario se debe al cansancio de los niños a decirnos que los docentes necesitan ese tiempo para programar y coordinarse. Como si nos importase que la causa sea una u otra.

Llega hasta tal punto nuestra irresponsabilidad familiar que ni siquiera intentamos participar en los órganos en los que se deciden de forma exclusivamente laboral estos calendarios que se nos ha repetido mil veces que son pedagógicos. No nos entra en la cabeza que tenemos que ir, y eso pese a que todas las partes insisten continuamente en que nuestra participación es muy importante. Es más, ni nos damos prisa en saber como queda la cosa, nos da igual enterarnos el 3 de marzo o el 17 de agosto.

Si hasta nos hemos cargado las vacaciones de Semana Santa sólo por fastidiar. Y desde casa, sin reunirnos con nadie para hablarlo ni nada. Parece que no queréis entender que todo nos resbala, solo damos la lata para justificar nuestro sueldo en esta federación que manejamos a nuestro antojo.

En definitiva, lo único que nos preocupa es que los colegios se hagan cargo de una vez por todas de nuestros hijos e hijas para que podamos irnos tranquilamente a una terracita a tomar una caña, que con este sofocante calor del norte es lo que apetece. Bueno, y también queremos que los profesores trabajen más, que les tenemos manía y es un tema que nos obsesiona. Si no fuese porque al menos se hacen cargo de nuestros hijos e hijas durante un rato…

 

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2 Comentarios

  • Santiago Delgado
    7 de junio de 2017

    El largo artículo de Chema sobre el horario de los centros y el trabajo de los maestros me parece que tiene mucha inquina, es tendencioso y sobre todo muy demagógico. Nadie pone en duda que los servicios públicos proporcionen infraestructura,actividades, etc que faciliten la conciliación, pero no a cargo sólo de los maestros y la Consejería.En esta problemática se deben implicar todas las instituciones incluidas las familias.
    Para terminar, no ayuda nada crear tensión y enfrentamiento en la comunidad educativa.
    Y por supuesto, duele que se ponga en duda la tarea educativa de los maestros..

    • Juan PEDRO LÓPEZ Setién
      7 de junio de 2017

      ¿Tendencioso? Los maestros trabajan durante todo el año la misma jornada. ¿ Dónde está la demagogia? La demagogia es hablar del tiempo necesario para programar, coordinar y demás imprecisos es utilizadas por los sindicatos docentes (no por los docentes en general entre los que muchos entienden que este privilegio de termine) que llevan años sin pisar las aulas.

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