Eterno espacio vacío

Tiempo de lectura: 6 min

||por MARIANO DE MIGUEL, historiador, experto en el mundo árabe, que en esta serie recopila conflictos olvidados que también están generando refugiados humanitarios||

El autor Marc W. Herold definió a Afganistán en su ensayo de 2007 como un “Estado Vacío”. Y razón no le falta porque, a 16 años del inicio de la mal llamada operación “Libertad Duradera” (antes, “Justicia Infinita”), el país centroasiático se encuentra vacío de instituciones, ayudas y futuro viable. ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación? Harto complicado de explicar en escasa líneas.

Programa del taller de cometas afganas

Sólo se puede decir que, ya desde el siglo XIX, en el llamado “Gran Juego”, entre Inglaterra, la Rusia Zarista y el Irán Qayar, dicho país era la joya a repartirse. Lo que ninguno de dichos estados recordaba, es que el antiguo Khorasán era la tumba de múltiples imperios, desde el de Alejandro Magno a Genghis Khan.

De hecho, asimismo era -es-, un país de múltiples contrastes, etnias y hasta credos. Porque, a pesar de ser un estado musulmán en un 99%, hay una clara diferencia entre la mayoría sunita y la minoría chií -que también engloba a otra minoría, esta vez, étnica (los hazara)-.

Desde 1933 con la llegada del joven monarca Zahir Shah al trono, tras la muerte de su padre, se intentó modernizar el país, sin ligarse a las dos potencias hegemónicas de la posterior Guerra Fría (Estados Unidos y la Unión Soviética). De hecho, el propio monarca sancionó una Carta Magna en 1964, bastante progresista.

Pero las buenas intenciones cayeron en saco roto, cuando una pertinaz y desoladora sequía llevó a la muerte a no menos de 190.000 personas. El rey, incapaz de contrarrestarla, fue duramente criticado. Y, en 1973, cuando el país se encontraba al límite por la incipiente crisis del petróleo, mientras el rey se encontraba en Roma para una revisión oftalmológica, su primo -y primer ministro- Mohamed Daoud Khan dio un golpe de estado.

Se abolió la monarquía y la dinastía Durrani fue expulsada del país. Daoud, envalentonado, comenzó unas medidas de corte modernizador, pero que chocaron con una población rural muy analfabeta y la oposición de los mullah tradicionalistas. Al mismo tiempo, en las ciudades, surgieron grupos opositores:

Por una parte los marxistas del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA, liderados por Muhammad Taraki) y la oposición islámica del Jamaat Islami (Asamblea Islámica, liderada por el profesor Burhannudin Rabbani). Daoud fue depuesto y ejecutado en otro golpe de estado, junto a toda su familia en Abril de 1978.

Comenzaba la “Revolución de Saur” y el PDPA lograba alcanzar el poder. Taraki pasaba a ser el hombre fuerte del país. Se inició una política similar a la de su principal valedor, la URSS. Pero Taraki tenía dos frentes abiertos: la oposición islámica y una quinta columna dentro de su propio gobierno.

Así, su delfín Hafizullah Amin le arrestó y ejecutó en Septiembre de 1979. Amin, miembro de la rama más radical del PDPA (“Parcham/Bandera”), procedió a una purga nunca vista antes, contra todo tipo de oposición. Ante el temor de perder un aliado, la URSS, en las Navidades de ese año, invadieron el país, dando lugar a lo que sería el “Vietnam Soviético” (1979-1989).

La oposición islamista, reunida en la ciudad pakistaní de Peshawar, con una representación de ocho partidos, en mayor o menor gradiente, de corte fundamentalista, obtuvo el apoyo subrepticio de EEUU, cuya ayuda era canalizada a través del dictador pakistaní, Zia Ul Haq, y sus Inter Servicios de Inteligencia (ISI).

La retirada soviética no supuso la paz. El presidente del ya llamado Estado de Afganistán, Mohammed Najibullah, antiguo jefe de la policía secreta (KHAD), aguantó hasta 1992, tras el colapso de la URSS y la falta de ayuda económica de Moscú.

Los otrora “luchadores santos” (muyahidín) que habían expulsado al invasor pasaron a matarse entre ellos por el control de Kabul. B. Rabbani y su ministro de defensa, Ahmed Shah Massoud, pudieron frenar los ataques de la guerrilla integrista de Gulbuddin Hekmatyar, pero al coste de la destrucción total de Kabul. Sería en esta época cuando un grupo de estudiantes coránicos, hartos de los excesos de los señores de la guerra, tomasen las armas. Se autodenominaban los talibán.

El resto es historia conocida. La toma de Kabul en 1996, el asesinato del ex presidente Najibullah, los decretos medievales del grupo, su asociación a Osama Bin Laden y su caída del poder, tras los sucesos del 11 de Septiembre de 2001. Pero la comunidad internacional no supo, o no quiso establecer los cimientos de una administración legal. Se introdujo la figura de Hamid Karzai, que fue elegido jefe de estado en 2004 y 2009 en un país donde el 89% de la gente no sabe leer. No se acabó con la corrupción endémica, ni tampoco se juzgó a los señores de la guerra -muchos fueron amnistiados y hoy son ministros o gobernadores-. Todo ello dio un repunte a la insurgencia talibán.

La gente no los aprecia. Pero una vez más, se les ve como “partisanos” frente a un régimen corrupto mantenido por el dinero extranjero. Destacando, asimismo, que hasta el descenso a los infiernos, durante la revolución en Siria, Afganistán fue el país con mayor número de refugiados del mundo. Ni los terribles sucesos y guerras del Cuerno de África (Somalia, Etiopía, Eritrea), la interminable guerra del Congo, o los conflictos de los Balcanes o post soviéticos, tuvieron nunca el nivel de población interna desplazada y/o refugiada del caso afgano.

Entre 1979-1989, 6.2 millones de almas huyeron hacia el vecino Pakistán o bien a Irán, en busca de refugio. Y aún hoy, tras la caída del régimen talibán, han optado por volver. La etnia mayoritaria del país, los pastunes, conforman ya sobre 27 millones de personas en suelo pakistaní. En Afganistán -principalmente en la zona sur de Kandahar-, sólo son 11.6 millones. Por lo tanto, estamos una vez más ante un estado vacío.

 

Nota: Este fin de semana, en la Feria de las Naciones, Cantabria Actúa desarrollará el I Taller de Creación de Cometas Afganas con la finalidad de construir juntos un icono de la identidad del pueblo afgano, acercar culturas y visibilizar la situación que viven las nuevas generaciones, para comprender el éxodo migratorio de los jóvenes afganos. El taller, para todos los públicos, es gratuito y su inscripción se lleva a cabo al comienzo. Los Horarios Son:

Sábado 9.

Mañana: 11:15 am (Inscripciones)

11:30 am. Comienzo del Taller

Tarde:

17:00 pm. (Inscripciones)

17:15 pm. Comienzo de Taller

Domingo 10.

Mañana: 11:15 am (Inscripciones)

11:30 am. Comienzo de Taller

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1 Comentario

  • SONIA
    9 de septiembre de 2017

    Brillante

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