Más allá de las grandes obras de infraestructura, el Ministerio de Fomento tiene una importante capacidad adjudicadora que se extiende a distintas áreas.

ADIF (siglas de Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, empresa pública estatal dependiente del Ministerio de Fomento a cuyo frente está desde hace poco menos de un año el santanderino Íñigo de la Serna), ha realizado en el último año adjudicaciones a la empresa Cofely, señalada por su pertenencia a la trama Púnica.

En concreto, según documentación consultada por EL FARADIO, ADIF adjudicó a esta empresa  dos proyectos.

Se trata de dos contratos de obras de climatización en Navarra: el mantenimiento de la instalación de climatización de la estación en Tudela de Navarra, por un importe de 2.267 euros; y el mantenimiento de la climatización de la estación de Pamplona, por valor de 2.112 euros.

Ambos contratos, menores, se adjudicaron el mismo día (el pasado mes de junio), con un plazo de ejecución de 12 meses.

EMPRESA SEÑALADA

Cofely es la filial española del grupo GDF Suez, y su nombre salió a la palestra cuando en 2014 cuatro de sus directivos fueron detenidos por la Guardia Civil por su presunta implicación en la trama denominada Púnica.

Los investigadores acreditaron que altos cargos de la compañía recurrieron al exconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid y exsecretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, y el constructor David Marjaliza, para conseguir que municipios de la comunidad y otras ciudades del país les adjudicaran contratos de suministro y ahorro energético.

La causa llegó a la Audiencia Nacional. Su rama murciana llevo a la imputación del presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez (PP), lo que, sumado a otras causas abiertas que le afectaban, forzó su dimisión.

La empresa ha sufrido un notable deterioro de su imagen, que le ha llevado a tener pérdidas y realizar despidos. Sus nuevos directivos han anunciado su disposición a colaborar con la justicia en la investigación.

En Cantabria, uno de los investigados en la Púnica, el empresario Ramiro Cid, fue vicepresidente y consejero del Racing de Santander en 2006-2008. Transmitió la mayoría de la propiedad a los Montalvo, y una de sus empresas adquirió la mayoría de Dumviro, la empresa instrumental en la compra-venta del club por el Gobierno de Cantabria.

ISOLUX, UNA DE LAS EMPRESAS DEL VIAL

Otra de las empresas adjudicadas es Isolux Ingeniería (130.000 euros en marzo por la instalación y montaje urgente de elementos críticos de suministro de energía en subestaciones y telemandos del ámbito noroeste).

Adjudicación a Isolux

Esta empresa es una de las sociedades del Grupo Isolux, multinacional se encuentra en una delicada situación que pasa por la reestructuración de su deuda. El pasado mes de julio pedía el concurso de acreedores.

El Grupo ha sido vinculado por distintas informaciones de prensa e investigaciones judiciales a casos como Pujol, la operación Yogui o la propia trama Gürtel, así como por operaciones y acciones en Sudamérica.

El vial fue adjudicado a la UTE entre COPSESA e ISOLUX-CORSAN

Isolux-Corsan se encargó, junto a COPSESA en Unión Temporal de Empresas (UTE), de la construcción del polémico vial de Amparo Pérez en la S-20, la conexión con la Avenida de los Castros, en la zona de Parque de Las Llamas.

Ese vial está a pocos metros de un vial que ya cumplía esa función y del que se encargó también ISOLUX, en el que el Tribunal de Cuentas había advertido de sobrecostes injustificados.

Ambas concurrieron en unión temporal de empresas, en la que la parte cántabra la ocupaba COPSESA, constructora propiedad del ahora exalcalde de Ramales de la Victoria con el PP (mismo partido que gobernaba en Santander), y fue adjudicada por una baja temeraria a la que le sucedió un posterior sobrecoste, en una de las obras de infraestructuras más costosas de la legislatura.

El vial, abierto en período electoral, tiene poco tráfico y resultó polémico por la cercanía de otro similar, además de por las críticas a la expropiación de la finca de esta anciana, que fallecería después, tras una lucha contra el proceso en la que concitó el apoyo de movimientos sociales de la ciudad, germen de lo que acabó siendo la «plataformitis».