Las Gildas sufren los efectos de la nueva Ley de Espectáculos

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El año pasado, en torno a diciembre, las Gildas celebraron una de sus tradicionales paradas en la Plaza de Cañadío, un lugar que para ellas tiene un significado especial porque es allí donde nació todo.

Uno de los conciertos en Las Gildas (Foto: Las Gildas)

Este fin de semana, Las Gildas estrenan nueva etapa y nuevo formato: será el domingo 22 a las 13.00 horas en el Canela, dentro y usando parte de la terraza, lo que les limita de cara a que se desarrollen conciertos u otras actividades.

¿Qué es lo que ha cambiado? Que el pasado mes de marzo se aprobó en el Parlamento de Cantabria, sin los votos a favor de la oposición, la Ley de Espectáculos de Cantabria.

“Lo hacemos todos los años, y este nos hemos encontrado con un montón de requisitos que no podemos asumir, cuando nos han llegado desde que presentamos la solicitud. No era viable ni a nivel de tiempo, ni económico ni burocrático”, contaba en EL FARADIO DE LA MAÑANA de ARCO FM (103.2 FM) Gema Martínez, una de Las Gildas.

Los requisitos y condiciones que supone esta nueva normativa y su aplicación son algo que las “sobrepasa por todos los costados”, añaden en sus redes sociales Las Gildas, acostumbradas desde hace décadas a tramitar permisos burocráticos para unos eventos que siempre se han caracterizado por su fuerte arraigo en el a pie de calle.

La música, por ejemplo, es algo asociado  a sus eventos, pero el escenario que abre la nueva Ley parece más adaptado a promotores profesionales de eventos culturales, más difícil de gestionar para quienes no son profesionales del campo.

“No tenemos capacidad para hacer frente ni económicamente ni burocráticamente a sus requerimientos, al menos en esta ocasión. Así que un poco desubicadas, contrariadas y sin posibilidad ni tiempo para reaccionar (hemos sido notificadas demasiado tarde de toda esta nueva situación), nos vemos abocadas a cambiar los planes”, añaden.

UN NUEVO MODELO

Además, la cita de este domingo inaugurará un nuevo modelo para LAS GILDAS, ese movimiento de mujeres que preparan pinchos solidarios para ayudar a proyectos de cooperación, en una cita que ha ido tejiendo una red de alianzas con colectivos sobre el terreno y que las ha convertido en patrimonio de todos.

En esta temporada que comienza ahora centrarán sus esfuerzos en encuentros que, en lugar de ser mensuales, serán por estación.

Un cambio que se debe tanto a circunstancias vitales de LAS GILDAS como a la necesidad que sienten de que sus encuentros tengan una mayor carga de profundidad.

La experiencia de los últimos años les ha llevado a una reinvención constante, a ser itinerantes, a estrechar lazos con otros movimientos y zonas de la ciudad, y ha sido “muy enriquecedora”, como ensalzaba Gema.

Pero también les llevó a una “dinámica vertiginosa” que les resulta más difícil de gestionar en un momento en que el grupo organizador es algo más reducido.

La mirada de Las Gildas

«Estábamos más en el hacer que en el pensar», señalaba, recalcando que “lo que me atrapó de LAS GILDAS fue que a la gente que estamos aquí nos permite conocer esas otras realidades, también económicas, y hacer una reflexión sobre esas comunidades de resistencia, y sobre como lo que sucede aquí afecta allí”.

Así que tendrán cuatro paradas, en octubre, diciembre, marzo (la de los Gildos, con motivo del Día de la Mujer) y mayo.

Lo combinarán con los Encuentros de Té y Café, cuya esencia es contar con la participación de los proyectos que apoyan, y lo harán en colaboración con su red de colectivos amigos, como Interpueblos o Sol Cultural…

Porque otra de las esencias de Las Gildas es la reflexión, el descubrimiento y el aprendizaje de otras realidades y experiencias que permite el contacto con las comunidades a las que se dirige su actividad.

¿20 AÑOS NO ES NADA?

Veinte años, aunque no sean nada, dan para mucho. LAS GILDAS comenzaron de la mano de seis mujeres con una fuerte vocación de colaborar y transformar la sociedad, plasmada a través de su paso por otros colectivos.

Proyectos de Las Gildas, escalón a escalón

Reunidas, encontradas, lo que decidieron fue preparar pinchos y raciones que acompañaron el vermú o el blanco de los domingos, y destinar lo recaudado a proyectos de cambio social en sus entornos que por sus dimensiones quedaban excluidos de otras formas de ayudar.

Son, recalca Gema Martínez, comunidades “en resistencia”, que gestionan ellas mismas su desarrollo.

Aunque los lugares con los que más las asociamos son la calle San Celedonio, junto al Bolero, o el parque de Villaescusa en el que celebran su fiesta anual, con LAS GILDAS, como tantas parejas, amistades o negocios, todo empezó en el Canela (un 14 de febrero), donde volverán a juntarse este domingo a partir de las 13.00.

Dos décadas después, con altas y bajas, un centenar de Gildas han contribuido a movilizar los recursos que han permitido desarrollar proyectos en comunidades de Chiapas, Argentina, Cuba, Bolivia, Guatemala, Colombia, Perú, India, Palestina, Sáhara o Haití.

Ese apoyo a otras realidades ha ido acompañado de una tupida red que han tejido en lo local, buscando alternativas sociales y vecinales que se han citado en sus sesiones, en sus fiestas, en los encuentros previos….en una realidad siempre cambiante, itinerante, literalmente, que en varias ediciones les ha llevado a recorrer los barrios de Santander, porque al final, la resistencia es algo que se contagia.

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