Jaque a las reinas

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La crisis económica, que se viene prolongando en el tiempo, como tantas otras desgracias, que vienen de la mano del hombre, y afectan negativamente a una parte importante de seres humanos, suelen ser un filón para distintas formas de expresión artística, especialmente cinematográfica, teatral, y también musical. Y no se sabe muy bien –yo, al menos no lo sé- si para concienciar y sensibilizar contra el mal, y mejor combatirlo, o para tranquilizar a los damnificados, o para que, ya que ha venido, y está ahí, sacarles algún partido. Lo más probable es que haya de todo un poco.

Los pasados días 3 y 4 de noviembre tuvo lugar en La Teatrería de Ábrego, y dentro de la programación de la III Muestra Internacional de Teatro MUJERES QUE CUENTAN, el estreno absoluto (nunca he entendido bien esta expresión del argot teatral, pero no es el momento de explicar mi ignorancia) de “Queens”, obra de Clemence Callouel y Sarah Calver, que ellas mismas interpretan.

Una escena de ‘Queens’

Sus personajes ponen en solfa, como mecanismo de defensa, la crisis económica y sus efectos colaterales, que marcaron un antes y un después en sus vidas, como en las de tantos cientos de miles de ciudadanos del mundo, menos las de los que no saben qué es una crisis económica, porque siempre han estado instalados en la enfermedad y el hambre, y que son pueblos enteros.

Para saber de crisis, vivirla y sufrirla hay que haber vivido tiempos de prosperidad, más que sea de discreto alcance, como es el caso de los personajes de “Queens”, quienes, de una vida despreocupada, satisfechas de una existencia placentera al sol, como si solo a ellas calentara, un cambio de suerte, en el que no tienen nada que ver, las torna damnificadas de un sistema socio-económico, que no satisface, no ya sus caprichos, sino apenas sus necesidades, hasta el punto de que, tras haberse visto despojadas de sus armiños, se ven obligadas a comer con avidez magdalenas celosamente guardadas, o a comprar muebles baratos por Internet, para montar en casa, de tan escasa calidad, que lo mejor que se puede hacer con ellos es añicos.

Nada nuevo, nada original, el argumento, es algo de lo que mucha gente tiene desgraciada experiencia, y del que muchos artistas han hecho obra. Pero, ¿cómo las dos autoras y actrices lo argumentan en el escenario?, porque es en él donde se produce el hecho teatral, es decir, donde a las vivencias individuales y colectivas se les da forma de obra de arte. Ellas han optado por insuflarles un aire de comedia, que han aderezado con un humor que yo llamaría, más que de protesta, de pataleta, reproduciendo en el escenario un caos de movimientos, voces, y también objetos, traslación del desconcierto que la crisis ha inoculado en sus ánimos, poniendo en jaque sus vidas.

Pero ocurre que el caos se lo han tomado demasiado en serio, para hacer pensar y reír al tiempo, y la argumentación no tiene ni pies ni cabeza, un caos en el sobrevive el tronco: la crisis económica, contra la que, ya desde el principio llaman a la unidad de acción, con una suerte de subtítulos escritos en cartones, que una de las actrices va mostrando, en tanto la otra los dice en inglés. Porque el caos también es lingüístico: español, francés e inglés. Un poco de cada uno. Tres idiomas distintos y una sola función verdadera: “Queens”. Un poquito disfuncional.

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