El héroe que en su interior llevaba un villano

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||DE LA SERIE CONFLICTOS OLVIDADOS: LOS OTROS REFUGIADOS||

37 años. Es decir, casi 4 décadas, ha regido los destinos de Zimbabwe, Robert Gabriel Mugabe. Primero, como jefe del ejecutivo del gobierno de unidad, nacido tras los acuerdos de Lancaster House en 1979-1980, que ponía fin a la “aventura blanca” de Rhodesia del Sur y desde 1987; como jefe de estado, con poderes absolutos. Ian Douglas Smith, primer ministro de una república no reconocida por ningún país miembro de la ONU, tras su declaración unilateral de independencia, en 1965, admitió su derrota frente a las fuerzas del ZANU-Frente Patriótico. Atrás quedaban unas políticas harto similares al apartheid de la vecina Sudáfrica y una guerra asimétrica desde 1968; con miles de muertos para ambos bandos beligerantes.

Mugabe

El obispo Abel Muzorewa, el propio Ian Smith y los grupos insurgentes de Robert Mugabe y Joshua Nkmomo, ponían fin a un conflicto bélico, que abrió la puerta a la desestabilización de todo el subcontinente africano. Todo ello, bajo la atenta mirada de Lord Carrington, ministro de exteriores de la antigua potencia colonial (Reino Unido). El cambio administrativo fue total. Rhodesia, pasó a denominarse Zimbabwe y su capital Salisbury, fue renombrada com Harare. Se designó la redacción de una Carta Magna a un comité de expertos, para el desarrollo de una república parlamentaria.

Mugabe, y el Zanu, saldrían victoriosos de los comicios de 1980, repitiendo la victoria en 1985. Joshua Nkomo, pasaría a ser el líder opositor, mientras que el antiguo premier de Rhodesia, Ian Smith; pasó a una tercer puesto meramente testimonial. En opinión de la ciudadanía, el factor básico para la victoria del Frente Patriótico, fue la promesa de Mugabe para llevar a cabo la reforma agrícola y de latifundios, que permanecían en manos de terratenientes de la minoría blanca. En 1987, Smith perdería su inmunidad parlamentaria, viéndose obligado a exiliarse en la vecina Sudáfrica, siendo invitado por el presidente pro apartheid P.W. Botha.

Ese mismo año, la Carta Magna del país fue enmendada, aboliendo el puesto de primer ministro y dando paso a una república semi presidencial, con amplios poderes ejecutivos para el jefe de estado. Que, con el apoyo del parlamento, no sería otro que el propio Mugabe. El anterior presidente del país, Canaan Banana, sería condenado, al ostracismo, para una década más tarde, ser detenido bajo cargos de “sodomía”. Sería hace tres décadas, cuando el ahora presidente recluido en arresto domiciliario, forjase su viraje hacia la autocracia.

Entre 1983 y el 22 de Diciembre de 1987, las fuerzas especiales zimbabwenses, con asesoría militar norcoreana, llevarían a cabo la campaña conocida como “Gukurahundi” (lluvia purificadora, en lenguaje shona). Este pogromo, fue dirigido a la minoría Ndebele del país, acusada de ser una quinta columna del antiguo héroe de la independencia, J. Ndebele y su Partido de la Acción Africana.

Según estudios independientes, el balance global de víctimas mortales o enviadas a campos de “reeducación y adoctrinamiento”, rozarían las 20.000 personas. La Quinta Brigada del ejército nacional, dirigida por Perry “Black Jesus” Shiri, ha sido acusada nominalmente por la Corte Penal Internacional, bajo el cargo de genocidio. Pero ninguno de sus operativos ha comparecido en ningún tribunal. En 2000, la reforma agraria de Mugabe alcanzó tintes dramáticos. El 80% de las tierras bajo propiedad de terratenientes blancos, fueron nacionalizadas a la fuerza y sus propietarios, expulsados.

Desde ese año, menos de 3.000 habitantes de etnia blanca, residen en el país, bajo un continuo temor a ser acusados por el ejecutivo de ser agentes británicos. Mugabe, al cual ya se le acusaba de desvaríos seniles, señaló de modo amenazante a la antigua metrópoli y la ONU, de buscar una invasión del país, tal cual ocurrió en Liberia en 2003. Más terrible aún, fue el decreto de 2005, por el cual Mugabe trató de establecer la pena de muerte para el colectivo homosexual, imitando los pasos del dictador de Gambia, Yahya Jammeh.

Durante su viaje para el funeral del Papa Juan Pablo IIº, numerosos organizaciones pro derechos humanos, intentaron en vano que fuese detenido. Y aunque en 2009, de modo temporal (hasta las nuevas elecciones parlamentarias de 2013), Mugabe cedió a la presión, designando al líder opositor Morgan Tsvangirai como jefe del ejecutivo. volvería a abolir ese puesto, tras su penúltima victoria electoral. Ahora, tras perder en la Primavera Árabe a su gran aliado, como fue Muammar Gaddafi, Mugabe, de 94 años, cada vez está más aislado.

Con una economía hundida, una polarización monetaria total y una frágil salud, el factor de tratar de designar a su esposa como heredera política, ha puesto en su contra al principal valedor de su ejecutivo: Las Fuerzas Armadas. Desde el 14 de Noviembre, el otrora hombre fuerte de África y “campeón del anti imperialismo”, se encuentra recluido en su domicilio. Según diversas fuentes, se está buscando darle una salida digna con exilio en Sudáfrica o Namibia. En vano. El anciano líder no desea ceder el mando. Pero ya visto que su propio partido, el Zanu, a fecha actual, le ha expulsado; poco puede hacer el “furioso hombre negro”, frente a su destino ante la historia.

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