Escenario recibe a una leyenda del rock en forma de holograma

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Cartel de la gira de los Dio Disciples junto al holograma del cantante

Cartel de la gira de los Dio Disciples junto al holograma del cantante

Este viernes, la capital cántabra va a recibir un show que no es nada usual. La banda que actuará se llama Dio Disciples, es decir, Discípulos de Dio. A las 21:00 será la apertura de puertas de la sala situada en la Avenida de la Constitución. Aún se pueden adquirir entradas en la web de la sala, a un precio de 27,50 euros, gastos de gestión incluidos.

Ronnie James Dio fue uno de los mejores vocalistas que dio nunca el rock duro o el heavy metal. No sólo por su capacidad a la hora de cantar, sino por ser una de las figuras más queridas de la escena. Es muy raro oír hablar a un músico en términos peyorativos o despectivos sobre Dio. Cada vez que se pregunta a personas que lo conocieron, la ristra de elogios se hace interminable. Marcó una época sobre los escenarios, y el legado parece que pervivirá durante muchísimo tiempo.

Dio, estadounidense de raíces italianas (Ronald James Padavona era su nombre auténtico), tuvo varios proyectos al inicio de su carrera, y alcanzó algo más de fama cuando cantó en la banda Elf, a principios de los años 70 del siglo XX, pero después pasó por dos de los grupos más celebrados en esa época en que el rock significaba mucho para un volumen sobresaliente de gente: Rainbow y Black Sabbath. Aunque no duró demasiado tiempo en ninguna de las dos, su salto al estrellato ya fue imparable.

A partir de 1983, su carrera fue, básicamente, en solitario. Su calidad ante el micrófono y su facilidad para la composición de grandes canciones le abrieron un camino que casi nunca abandonaría. Tuvo un regreso fugaz a Black Sabbath en 1992 con el disco Dehumanizer, y al final de su carrera sí se juntó durante más tiempo con sus viejos compañeros, aunque con el nombre Heaven and hell, el título de su primer redondo con los Sabbath, una de las joyas del heavy metal, publicada en 1980.

Sin embargo, el final de esa reunión fue muy abrupto. Dio falleció el 16 de mayo de 2010, víctima de un cáncer de estómago que conmocionó al mundo del rock duro como pocas veces se ha visto. Los homenajes se sucedieron por todo el mundo, aún persisten, sobre todo cuando llega el aniversario de su desaparición, y muchas bandas siguen interpretando versiones de alguno de sus clásicos en sus giras, pese a que ya han transcurrido más de siete años.

Dio Disciples es un grupo de amigos de Dio. Son seis componentes, tres tocaron en la banda del vocalista, como son el guitarrista Craig Goldy, el batería Simon Wright (que pasó también por AC/DC) y el teclista Scott Warren, y otros tres son simplemente amigos que se han sumado al proyecto, el bajista Bjorn Englen (que ha tocado para grandes estrellas como Yngwie Malmsteen y el ex de Scorpions Uli Jon Roth) y dos cantantes, el argentino Oni Logan y Tim ‘Ripper’ Owens (un gran nombre de la escena metalera tras su paso por Judas Priest).

Por tanto, no cabe decir que se trata de una banda tributo al uso. Esa es la idea, pero hablamos de músicos que han actuado junto al gran Dio. Y, en cierto modo, en la gira que están acometiendo ahora, vuelven a compartir escena, aunque sea sólo con un holograma.

Esa es la gran novedad. Durante algunas de las canciones del repertorio, en el centro del escenario se podrá ver una imagen de Dio actuando en un concierto, y con el sonido de ese mismo show grabado.

Obviamente, esto ha sido motivo de polémica. ¿Es lícito este uso de la imagen de un músico? Por supuesto que lo es, sobre todo porque su viuda, Wendy Dio, es quien está detrás de la idea, ejecutada por la empresa Eyellusion. Es una forma de hacer perdurar el legado de alguien que se marchó muy pronto y que hacía disfrutar mucho a sus fans. Pero, ¿no es ir demasiado lejos? Para disfrutar de la obra de este gran artista, se puede recurrir a sus discos o a ver conciertos suyos en alguna plataforma de vídeos.

Está claro que es un fuerte reclamo, por ser una novedad que puede generar la curiosidad de muchos espectadores, que pueden acercarse para ver si este avance tecnológico es válido, da el pego y pone la piel de gallina por poder recordar cómo era Dio, cómo se movía y, sobre todo, cómo cantaba. Pero, en el lado contrario, también se pueden sumar argumentos contra una idea de este tipo.

La banda que va a interpretar un buen puñado de clásicos, tanto de la carrera en solitario de Dio como de su paso por Rainbow y Black Sabbath, ya es de un renombre suficiente como para que valiera la pena adquirir una entrada y acercarse a disfrutar con varios temas inmortales. Por eso, hay varias opiniones contrarias a una gira de este estilo, porque consideran que no es una forma apropiada de sacar rendimiento a una persona que ya no vive.

La viuda de Dio, que también era su manager, entiende que no le guste a todo el mundo la idea. Dijo en una reciente entrevista que poner en marcha este proyecto ha costado casi dos millones de dólares, por lo que no es previsible una gran rentabilidad para la gira, que comenzó la pasada semana en Alemania y que tiene tres citas en España: Barcelona, Zaragoza y Santander. Pasará por más de 20 países de todo el mundo y es posible que no deje de levantar polvareda.

Se convierte en tema de discusión si esto es lo que nos espera en el futuro de la música. No son pocos los que han opinado muy contrariamente a las bandas de tributo, porque consideran que su lado creativo está bastante apagado. Una banda, se supone, debería intentar crear su propia música para poder defenderla después en un estudio de grabación y sobre los escenarios. Rendir tributo a una banda puede servir como arranque y para darse a conocer, pero la finalidad de formar un grupo, normalmente, lleva más allá.

Pero, con un holograma, se va un poco más lejos. La tecnología puede ayudar a traer un cantante y que su imagen se acompañe de músicos profesionales, excompañeros, amigos o no necesariamente ninguna de las dos cosas. Y, más adelante, también se podrá traer a un grupo entero, por lo que podríamos ver conciertos de The Who, Queen o Led Zeppelin cerca de nuestro lugar de residencia y a un precio menor que lo que cuestan los conciertos más mastodónticos de hoy en día.

Ante la posibilidad de que algo así suceda, habría que pensar en si esto puede tener un impacto medible en el negocio musical. ¿Se puede ver truncado el futuro de bandas que están empezando? Si elegimos ver a menudo a grandes grupos ya desaparecidos (y los que están a punto de desaparecer), ¿prestaremos menos atención a las figuras que quieran ocupar ese lugar? Puede que no sea ese el resultado y que los conciertos de los grandes grupos sólo sean ofrecidos esporádicamente en cines, al precio de una película normal, pero cabe preguntarse si la tecnología no recortará la variedad musical que podemos encontrar hoy en día.

El debate podría ser eterno, y es posible que las posturas más diferenciadas jamás se pongan de acuerdo. El tiempo nos dirá por dónde camina la evolución de la música en general, y de la puesta en escena en particular. De momento, Santander cuenta con la oportunidad de probar una experiencia de este tipo, y seguro que no dejará indiferente a nadie.

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