El riesgo de convertirnos en figuras de cera

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||por FRANCISCO ANTOLÍN RODRÍGUEZ, militante de base de Izquierda Unida de Cantabria y miembro de la Plataforma Cantabria por lo público y sin recortes||

Este domingo, día 17 de diciembre se cumplirá un mes de la Cumbre social organizada en la ciudad sueca de Gotemburgo en la que se reunieron las tres Instituciones europeas y los Veintiocho. En ella se debatió sobre el empleo justo y el crecimiento, y se proclamó el “Pilar Europeo de Derechos Sociales”.

Hacía ya veinte años que no se celebraba un encuentro de este calado, dato inquietante para la ciudadanía si consideramos la materia que trataba. Allí el primer ministro sueco Stefan Löfven afirmó que este es el momento de “poner a la gente primero” y destacó la importancia de proporcionar a la juventud la educación para integrarse en el mercado laboral real. Además el anfitrión de la cita instó a dar respuesta a los nuevos empleos de la economía digital para que éstos lleven implícitos una adecuada protección social y derechos laborales.

El paquete de medidas aprobado por los y las líderes de la Unión Europea una vez más está cargado de iniciativas interesantes y se trata de una buena declaración de intenciones pero no puedo dejar de señalar que, al tener la naturaleza de no vinculante y al ser una declaración solemne pero plagada de vaguedades, más pareciera un brindis al sol y un lavado de cara de las políticas europeas que la verdadera búsqueda de un horizonte más justo para la población.

Imagen de la Cumbre Social de Gotemburgo

Aun así, tras este maquillaje institucional, la propuesta planteada es crucial, necesaria y justa.

00Por eso los Estados miembros deberían interiorizarla, creérsela y hacerla suya si quieren construir una Europa más social, más humana en definitiva, y si pretenden frenar los emergentes cada vez más altos resultados electorales de la extrema derecha.

El exceso de austeridad y reformas aprobadas en los últimos tiempos en contra de la base de la población ha debilitado el pilar social generándose un enorme sentimiento de incertidumbre, enfado y miedo. Es responsabilidad de quienes manejan el timón de este viejo continente que habitamos, que el bienestar de las personas de aquí y de allí vuelva a ser la referencia principal y su leitmotiv.

Por lo tanto, como planteó el Jefe de la Comisión Jean-Claude Juncker, hay que convertir el documento aprobado en un programa político real. Por el bien de las personas que habitualmente pagan los platos rotos de las decisiones tomadas en las altas esferas, es obligatorio “hacer realidad el Pilar europeo de derechos sociales que establece veinte principios y derechos esenciales destinados a fomentar mercados de trabajo y sistemas de protección social equitativos y que funcionen correctamente”.

Este compendio consiste en otorgar a la ciudadanía unos derechos sociales más efectivos basados en unos principios fundamentales estructurados en tres categorías: Igualdad de oportunidades y de acceso al mercado de trabajo, condiciones de trabajo justas y protección e inclusión social.

En éstas se desarrollan conceptos como la formación permanente, la igualdad entre sexos, el apoyo activo para el empleo, la igualdad de oportunidades, el empleo seguro y adaptable, la dignidad y calidad de los salarios, la información laboral, el diálogo social, el equilibrio entre la vida profesional y la privada, el saludable y seguro entorno de trabajo, la asistencia a la infancia, la protección social, las prestaciones por desempleo, la renta mínima, las pensiones y prestaciones de vejez, la sanidad, la inclusión de personas con discapacidad, los cuidados de larga duración, la asistencia para las personas sin hogar y el acceso a los servicios esenciales tales como el agua, el saneamiento, la energía, el transporte o las comunicaciones.

Necesitamos que Europa recobre la cordura, la fraternidad y que vuelva a ser un ente inspirador como lo fue en algunos momentos de nuestra Historia. Si no es así estamos abocados a convertirnos en figuras de cera del museo global.

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