Campeón sin fronteras

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Dar cera, pulir cera, caer, levantarte, disfrutar de la agonía, vencer al dolor y así romper de un plumazo las barreras humanas.

Ya le llaman Laro el cántabro

Ese camino fue el que eligió Abdellah Rouiha, un jovencísimo karateka marroquí de 23 años que se ha liberado de las fronteras en su recorrido hacia el sueño prometido.

“Mi objetivo es sin duda el oro olímpico, si algo he aprendido en el tatami, es que puedes llegar donde quieras, solo tienes que trabajar duro para conseguirlo”, subraya Rouiha, al que ya llaman “Laro el Cántabro”, algo que demuestra una encomiable capacidad de adaptación.

“Lo más difícil fue adaptarme al idioma y al frio; a nivel deportivo ha sido fantástico y en lo personal, creo que los españoles son gente muy abierta y respetuosa, apenas he visto unas pocas miradas desconfiadas”, resume el atleta al respecto de los últimos meses en los que ha vivido en Santander.

Esta epopeya deportiva y sobre todo humana comenzó cuando los padres del joven Rouiha decidieron buscar la manera de canalizar la “hiperactividad” de su hijo.

“Empecé a practicar karate con 6 años, era un niño muy activo y travieso y mis padres encontraron en el karate una manera de que descargara toda la energía a la vez que inculcarme la disciplina de las artes marciales”, explica.

En los tatamis de Casablanca, allí donde Bogart y Bergman se despidieron para seguir sus propios caminos, Rouiha se enamoró del deporte que marcaría su vida. “La primera vez quede fascinado con esas técnicas y esa fuerza que caracteriza al karate, me encantó”, señala.

Al poco tiempo se demostró que sus progenitores no se habían equivocado en la elección. “En los primeros meses practicando karate mi comportamiento, mi atención y mi rendimiento escolar mejoraron, al mismo tiempo que me picaba el gusanillo de este deporte, y al acabar cada entrenamiento siempre pedía a mi madre que me dejará un rato más practicando”, rememora Rouiha.

No es de extrañar, a la luz de los resultados, que agradezca a su familia por haberle llevado por este camino. “Gracias a ellos, a aquella fantástica idea de llevarme a una clase de karate, hoy soy karateka profesional y hago de mi pasión mi forma de vida”, comenta orgulloso. Él ha conseguido algo que muchos humanos anhelan, encontrar el sentido de su vida, en este caso a base de patadas y puñetazos.

Los años fueron pasando, y lo que era un entretenimiento destinado a vaciarle de energía, pasó a ser su forma de vida, convirtiéndose en campeón de su país en ocho ocasiones, campeón de África, triple medallista de oro en los Juegos del Mediterráneo y bronce en el mundial.

“Llegados a ese punto tuve muchos problemas con la federación marroquí, trataron de frenar mi carrera internacional, por eso decidí venir a Cantabria para pelear por mi sueño y lo cierto es que tanto la federación, como sus gentes, me han recibido con los brazos abiertos”, apunta Rouiha, a pesar de los brotes de islamofobia y la aparición en escena de la ultraderecha en los países occidentales, y añade: “Apenas he visto un par de miradas desconfiadas por la calle”.

Encantado con las instalaciones y condiciones de vida que le ofrece la capital de Cantabria, Rouiha tiene la vista puesta en su asalto olímpico. “Me he proclamado campeón de varios torneos internacionales en España, Portugal y Andorra. Como componente del equipo Cántabro, conseguimos la medalla de bronce por equipos en el Campeonato de España, y el pasado fin de semana me proclamé campeón de la final de la Liga Nacional. No cabe duda que no es más que el principio, y con el 2018 empieza un año de mucho trabajo de cara al próximo mundial y los primeros Juegos Olímpicos del karate en Tokyo 2020”, relata el deportista.

Ahora, Abdella Rouiha, para nosotros “Laro el cántabro”, se encuentra ante una oportunidad única, conseguir la primera medalla de oro olímpico de la historia de su deporte y que esta sea una piedra más en la lucha contra la lacra de la desigualdad racial.

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