El cóndor que sigue royendo el hígado de Latinoameríca

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5 de agosto de 2017. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, recibía en el Despacho Oval a la Brigada 2506. La cual fue entre los años 60 y 80 del pasado siglo, una unidad de asesinatos selectivos de la Agencia Central de Inteligencia, principalmente para minar al régimen de Fidel Castro en Cuba.

‘El gato’

Los supervivientes que acudieron a visitar al jefe de estado y posteriormente le acompañarían al Museo de la Inteligencia (todo ello, por petición del político cubano-estadounidense, Marco Rubio; eminencia gris del Tea Party), eran los mismos “veteranos” de la derrota en Playa Girón, más conocida como el desembarco de Bahía de Cochinos. Al frente de la delegación de mercenarios retirados, se encontraba Félix Ismael Rodríguez Mendigutia “El Gato”. Para algunos, un all american hero, patriota orgulloso de sus raíces cubanas y de su anticastrismo.

¿La realidad? El currículum de Rodríguez está manchado por varios sucesos sangrientos. Fue el hombre que capturó y ordenó ejecutar sumariamente en Bolivia a Ernesto “Che” Guevara, hace cuatro décadas. En 1977, fue uno de lo lobistas que intentó frenar la devolución del Canal de Panamá al ejecutivo de Omar Torrijos, mediante los acuerdos con Jimmy Carter. Una década más tarde, se da por seguro que El Gato, fue el agente de la CIA que “vendió” al operativo de la Agencia Antidroga de EEUU (DEA), Kike Camarena al cártel mexicano, el cual le torturó y asesinó brutalmente.

Ese mismo año, su nombre se vio involucrado en el escándalo más brutal de la Administración Reagan: El Irán-Contra o Irangate. Suceso en el cual, la CIA y el Pentágono, junto a la secretaría de seguridad nacional, vendieron armas sin el visto bueno del Congreso de EEUU a Irán, para lograr la liberación de rehenes occidentales en Líbano y asimismo, con los ingresos, armar a la Contra Nicaragüense, que luchaba una guerra de guerrillas brutal contra el régimen sandinista de Daniel Ortega.

Y ya, cuando su estela se creía apagada o desaparecida, reapareció en Irak, para instruir junto a James Steele (“El carnicero de Latinoamérica”) a la Brigada Lobo -paramilitares chiítas- en Basora, junto a completar entre bambalinas, el golpe palaciego contra Mel Zelaya, presidente de Honduras; en 2009.

La entrega de varios premios por distintas administraciones estadounidenses, loas como “luchador por la libertad”, y un largo etcétera, no hacen si no, mostrar a un asesino, como personaje heroico. Es en este momento, cuando se debe mirar atrás y no hacia la patria de George Washington. Más bien al Caribe, en el lejano año de 1964, cuando se cumplía el quinto aniversario de la caída de Fulgencio Batista.

Un buque de bandera española, el “Sierra de Aránzazu”, se dirigía hacia la isla. Algo curioso, cuando la dictadura de Francisco Franco, vilipendiaba al régimen surgido de la revolución de 1959. El barco fue asaltado a las 15:00 horas del 13 de septiembre de 1964, sufriendo ataques con morteros y ametralladoras.

El saldo final, fue de tres víctimas mortales: Pedro Ibargurengoitia García (capitán del buque), Francisco Javier Cabello Fernández (segundo oficial de la embarcación) y José “Pepín” Vaquero Iglesias (tercer maquinista). A pesar de que en los inicios de la investigación, el Secretario de Estado norteamericano, Dean Rusk, arremetió contra lo que sin duda fue un acto terrorista de la CIA; se le obligó a dar carpetazo al asunto.

A fecha actual, informes desclasificados, revelaron que un joven oficial (23 años) de la agencia, apodado “El Gato”, se encontraba detrás de la orden de ataque. Rodríguez nunca ha sido juzgado por ese hecho. Que toca de cerca, a quien suscribe estas líneas. Pepín Vaquero, era el hermano mayor de Julio Antonio Vaquero Iglesias, que fue docente de Historia de la persona a a cual, ahora leen. Amén de compañero de departamento de su madre.

El 13 de septiembre de 2014, medio siglo después del cobarde atentado, Julio y Tomás Vaquero en una entrevista al diario “El País”, reclamaron lo que para todos nosotros; es lógico: “Un acto de justicia moral con aquellos marinos asesinados y masacrados, recordarlos en este aniversario y difundir su tragedia dando a conocer los hechos con las respuestas e interrogantes que existen hoy sobre aquel acto de terrorismo”.

Oídos sordos por parte del ejecutivo español y del estadounidense, dirigido en esa época por Barack Obama. Nada ha cambiado con el actual inquilino del Despacho Oval. Se premia a los liquidadores de naciones y personas. Se envía al silencio más cruel, a las víctimas.

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