El estado de la ciudad, un debate sobre la decadencia

Tiempo de lectura: 11 min

||por ANTONIO MANTECÓN, concejal de SANTANDER SÍ PUEDE||

Me gustaría haber empezado este artículo de otra forma para hablar sobre el “Debate sobre el estado de la ciudad” celebrado este Lunes 5 de Febrero en el Ayuntamiento de Santander, pero no será posible. Lamentablemente debo comenzarlo expresando su inutilidad e intranscendencia debido al modelo de debate impuesto por el Equipo de Gobierno del ayuntamiento de Santander, sin consenso ni acuerdo alguno con la oposición, y sin ninguna intención de buscarlo.

Coartar a la oposición, obligándola a dedicar a deliberar sobre el estado de la ciudad prácticamente el mismo tiempo que dedicaríamos a una moción sobre cualquier asunto menor en un pleno ordinario, sumado al hecho de que ni siquiera se pudiesen presentar resoluciones para ser votadas, ha convertido el debate en un paripé al servicio del pretendido lucimiento de una alcaldesa sin demasiado lustre y brillantez. Una mala broma en la que la señora Igual solo demostró lo poco que le importa analizar en profundidad los problemas reales de Santander y se limitó a dar un mitin en el que rehuyó claramente el cara a cara con los diferentes portavoces y concejales de la oposición dando el turno de réplica a su ‘sherpa’, el concejal César Díaz.

Dicho esto, queremos dejar claro que para Santander Sí Puede el estado de nuestra ciudad puede definirse de forma precisa con una sola palabra: DECADENCIA.

Una decadencia que se percibe en todos los ámbitos esenciales para el buen gobierno de un ayuntamiento, a pesar de los ímprobos esfuerzos del Partido Popular por camuflarla a base de repetir las mismas políticas ineficaces. Inversiones en obras menores o no esenciales para el presente y el futuro de la ciudad, que compran voluntades y votos de una parte de los ciudadanos al amparo de la escenificación de una falsa solvencia en la gestión. Una gestión que debería ser algo más que pintar bordillos deteriorados, asfaltar un puñado de calles o colocar baldosas nuevas (y por lo general de mal gusto) en alguna pequeña plazoleta de barrio, o como se llaman ahora en terminología chic de SmartCity, microespacios.

Porque en lo que corresponde al gobierno municipal, más allá de estos ejemplos de bricolaje urbano, se extienden el caos y la oscuridad. Sabemos que suena un poco épico pero no es más que el resultado de años de mayorías absolutas con proyectos de gobierno basados en la idolatría al liderazgo de un cabeza de lista alrededor del cual giraba todo y todos. Y donde todo y todos los demás eran atrezzo. Se fue el líder a Madrid, y quedó el atrezzo. Y el atrezzo sirve para adornar, adular, medrar, figurar, rellenar,… pero no para pensar, no para liderar y mucho menos para gobernar.

Por efecto acumulativo de su política-espectáculo, basada en mera propaganda de proyectos irrealizables, auténticas cortinas de humo compensadas con inversiones destinadas a satisfacer, no las necesidades de los santanderinos, sino la megalomanía del alcalde de provincias y el personaje público o mecenas de turno, Santander se encuentra hoy en una situación para la que difícilmente podemos esperar en el presente gobierno soluciones a los graves problemas que nos acucian.

Más al contrario, la agenda política municipal se ha convertido en una sucesión incesante de escándalos, errores, bochornos, actuaciones públicas esperpénticas e incompetencias varias que ponen de manifiesto que han perdido definitivamente el timón y que navegamos a la deriva.

ESTANCAMIENTO ECONÓMICO

Uno de los ejes fundamentales de esta decadencia es el preocupante estancamiento económico, que arrastramos desde hace décadas, camuflado al calor del ladrillo durante la burbuja inmobiliaria. Este, junto a otros factores, ha derivado en una parálisis en el crecimiento del empleo y una crisis demográfica endémica que amenaza seriamente el futuro de nuestra ciudad, y para la cual, quien dirige el consistorio, evidencia no tener solución alguna.

El estado actual de nuestra economía es sin duda consecuencia de que el Partido Popular ha sido en todos sus años de gobierno incapaz de encontrar un modelo de crecimiento adecuado: mientras el tejido industrial se deterioraba, nos quedábamos descolgados en la carrera por el desarrollo, la investigación, las industrias limpias,…respecto a ciudades cercanas como Bilbao, San Sebastián, o Gijón.

Santander necesita muchas cosas pero todas ellas pasan por un punto previo ineludible: un cambio de signo político que les saque por fin de la alcaldía.

Esta atrofia, este adormecimiento económico, se desarrolla a la par de una gestión de esa misma concejalía que solo puede ser calificada como lamentable. Porque es lamentable el incumplimiento permanente de los presupuestos, los capítulos de inversiones, de las partidas destinadas al gasto social o de las partidas destinadas al fomento del empleo, muchas de las cuales además no existirían si no fuese gracias a la financiación del Gobierno de Cantabria.

Y debemos de sumar la improvisación y la incertidumbre por los frecuentes fallos judiciales en contra de esa gestión: las subidas del IBI por el catastrazo derivado del judicialmente anulado PGOU o las derivadas de las sentencias contra su ordenanza de la plusvalía. Tenemos un panorama en el cual se prioriza el pago de la deuda bancaria sobre el gasto social en una ciudad en la que sus políticas públicas han elevado la pobreza hasta un 30% de la población. Una deuda económica generada por los mismos gestores que ahora nos gobiernan y que en el pasado se elevó más allá del 100% del presupuesto municipal hasta suponer la intervención del ayuntamiento.

En todos estos años nuestros grandes gobernantes han sido incapaces de elaborar un solo plan que desarrolle el potencial aportado por el importante capital humano que tenía la ciudad: nuestros jóvenes. Formados en nuestra universidad, han encontrado salida a su futuro laboral en el aeropuerto de Parayas. No han atraído inversores que generen empleo de calidad y en cantidad suficiente para servir de motor económico a Santander y su entorno. Y algunos nos hemos muerto de risa -por no llorar- al ver al ahora ministro de Fomento vender como grandes motores de empleo una tienda de juguetes, un Mc Donalds o el Sturbucks de El Corte Ingles.

Tampoco han sabido elaborar planes económicos y políticas serias para la diversificación de nuestro sector productivo, que nos saquen del binomio turismo y servicios, sectores estos absolutamente estacionales, sumamente frágiles y sensibles a los ciclos económicos bajistas.

A pesar de todo eso, se han permitido rechazar propuestas de la oposición para desarrollar planes de empleo municipales tanto para jóvenes como para mayores de 45 años y frente a esto han pretendido articular la recuperación del empleo y de la actividad económica en torno a dos ejes: el ladrillo y un nuevo modelo cultural. Ambos rotundos fracasos.

URBANISMO Y BARRIOS

El primero, fundamentalmente como consecuencia de la anulación judicial del PGOU, que como ya hemos dicho en otras ocasiones se basaba en una previsión irreal y absurda de crecimiento poblacional de nuestra ciudad. Es esta chapuza la responsable del estancamiento del desarrollo urbanístico de nuestra ciudad y de las millonarias consecuencias que esta anulación está ya teniendo para las arcas municipales. Y que sigan apostando por el ladrillo como motor económico en una ciudad con cerca de 10.000 viviendas vacías es otro buen ejemplo de lo poco que tienen que aportar al presente y el futuro de Santander.

Hace falta la colaboración de todas  las fuerzas políticas de la oposición para trabajar conjuntamente en un proyecto político alternativo que acabe con cuarenta años de gobierno de un partido que amenaza con arrastrar a esta ciudad al desastre

Mientras, rechazan propuestas de Santander Si Puede para la puesta en marcha de Planes de recuperación y rehabilitación de los barrios más deteriorados de la ciudad, al tiempo que después de más de diez años el Cabildo de Arriba sigue sin ser rehabilitado, en lo que es sin duda un fracaso absoluto (uno más) en la gestión del máximo responsable de urbanismo del ayuntamiento.

Pero podemos enumerar otros grandes hits:

las dudas acerca de la gestión de la Sociedad de Vivienda y Suelo en lo concerniente a las promociones de VPO, en las que de 10 de las 12 promociones realizadas albergan serios defectos de construcción, o las irregularidades consistentes en presuntos tratos de favor detectadas en los procedimientos, tanto de concesión de licencias de obra como de supervisión, de las obras del edificio derrumbado en la calle del Sol.

POLÍTICA CULTURAL Y OTROS ASUNTOS

El otro gran eje es su proyecto cultural, una mala copia de serie B de modelos puestos en marcha en otras capitales, en los que se aprovechó para desarrollar y poner en valor zonas de la ciudad altamente degradadas, lo cual no era el caso de Santander y mucho menos de la zona en la que han pretendido desarrollar el “Anillo Cultural”. Un fracaso mayúsculo plasmado en los fallidos concursos de adjudicación de la gestión de muchos de los elementos que componen dicho proyecto, la “esperada pero no encontrada” nueva sede del Reina Sofía, la utilización maniquea del MUPAC para sus fines e intereses políticos de confrontación con el gobierno de Cantabria, el incendio del MAS con la ingente pérdida de patrimonio cultural que no podemos valorar ya que no estaba catalogado, los ridículos de la Concejalía de Cultura en Fitur, o la constatación tras varios meses de su apertura de que su buque insignia, el Centro Botín (esa micro galería de arte con terraza y cafetería), ni ha sido, ni es, ni será nunca el eje sobre el que articular el impulso que esta ciudad necesita.

Hubo muchas cuestiones que por falta de tiempo se quedaron fuera del tintero o en las que no se pudo profundizar lo suficiente durante el debate: el desastre de la senda costera, la privatización y encarecimiento de los servicios municipales, las subidas de impuestos y del IBI, el catastrazo en la zona norte del municipio, el deterioro de los servicios de limpieza de la ciudad, la realización de mejoras en la red de abastecimiento que tendrían que haber ido con cargo a Aqualia, el mal funcionamiento de los servicios sociales, la nefasta política de vivienda en la sexta capital de provincia con la vivienda más cara de España, la falta de medidas efectivas para combatir la pobreza que afecta al 30% de los santanderinos…

También están las malversaciones de fondos de la empresa Santurban, las contrataciones fraudulentas de parados a cargo de esta empresa, la deficiente gestión de la Sociedad de Vivienda y Suelo, los defectos de construcción de la inmensa mayoría de las promociones de VPO ejecutadas, la opacidad en la gestión de las empresas públicas, las negativas a la realización de auditorías independientes de las mismas, la nefasta política de movilidad del municipio, el fracaso del ya conocido como Metro-Bluff, los ridículos en la promoción turística de la ciudad, la falta de participación ciudadana en la política municipal, el prepotente y en ocasiones insultante trato a colectivos y ciudadanos que critican o se enfrentan a las políticas municipales,……

Y un largo etcétera de asuntos en una legislatura que está siendo un calvario para el equipo de gobierno, pero cuyas consecuencias las está sufriendo toda la ciudadanía. Sin embargo todas ellas han sido abordadas en múltiples ocasiones, aportando desde Santander Si Puede múltiples propuestas de solución, que el PP, junto con el apoyo de su brazo de madera de color naranja, ha rechazado. Porque sus intereses políticos y su sectarismo están por encima de los de la ciudad de Santander.

PACTO DE LA OPOSICIÓN POR UN CAMBIO

Por eso no creemos en la escenificación estéril de ofrecer al PP pactos o apoyos que ni quieren, ni les interesan lo más mínimo, entre otras cosas porque ya se les han ofrecido. Y además intentar dialogar con una pared acaba dando muchísima pereza.

Creemos, por el contrario, en la necesidad de ofrecer hoy otro tipo de pacto, un acuerdo, una mano tendida a la colaboración a todas y cada una de las fuerzas políticas de la oposición, tanto las que cuentan con representación en el Ayuntamiento como las que aspiran a obtenerla en un futuro, para trabajar conjuntamente en un proyecto político alternativo que acabe con cuarenta años de gobierno de un partido que en su decadente caída amenaza con arrastrar a esta ciudad al desastre.

Santander necesita muchas cosas pero todas ellas pasan por un punto previo ineludible: un cambio de signo político que les saque por fin de la alcaldía. Algo que probablemente, con sentido común por parte de todos, veamos cumplido en 2019.

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2 Comentarios

  • Fernando Díaz
    6 de febrero de 2018

    Hay pocos ejemplos más claros que Santander a la hora de llegar a conclusiones sobre el Estado de la ciudad.
    La gran ventaja es que podemos atribuir dicho Estado a una única fuerza política (Pp) ya que llevan en el gobierno de Santander desde los Reyes Católicos.
    El resultado ahí está para quien lo quiera ver: un urbanismo construido bajo una feroz especulación, donde reina el desprecio hacia lo público, la ausencia de zonas verdes. la ausencia de aparcamientos disuasorios a la entrada, una red viaria interna esclava de un esquema urbano caótico, un transporte público esclavo en su configuración a su vez de la red viaria estrangulada, un espacio ferroviario muerto para el interés público, un crecimiento periférico sin previsión (como indica el ilegal PGOU) a expensas de los intereses constructores e inmobiliarios que provoca la sangría de su población, enormes contrastes entre zonas privilegiadas de la ciudad y otras (el 80%) abandonadas a su suerte durante décadas, iniciativas políticas demagógicas (ni siquiera populistas) sin fé real (carriles bici de cara a la galería, maquillajes de barrios, aceras, bordillos, escaleras y ascensores …
    En resumen: una ciudad donde se ha gobernado históricamente con insensibilidad hacia lo público y únicamente han contado los intereses de un 20%. Una ciudad donde los barrios forman una trama urbana inconexa y por no tener, muchos no tienen ni nombre, con una casi nula incidencia real en el día a día en el conjunto de la ciudad, dando la imagen de lo que es: una ciudad desestructurada que se aprovecha de un débil asociacionismo y una oposición con “poco nervio”.

  • Fernando Díaz
    6 de febrero de 2018

    Ha estado muy bien eso de:

    «El concejal César Díaz como sherpa de la alcaldesa»

    🙂

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