Guadagnino no consigue emular a Sorrentino

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Apostar fuerte es una actitud meritoria, sea cual sea el resultado. Esta es la historia de Call me by your name, una buena película, dirigida por el irregular Luca Guadagnino (su largometraje previo, Yo soy amor, llega a un nivel superior) que está construida con pretensiones de obra maestra, pero que por falta de intensidad no llega a cumplir lo prometido.

Una escena de la película

Precisamente, Call me by your name falla por comparación. De las últimas obras maestras de la historia del cine (Deseando amar, El árbol de la vida y La gran belleza), dos de ellas son películas tendentes al sentimentalismo amoroso. La última de estas, La gran belleza (dirigida por Paolo Sorrentino), es además italiana, y al igual que Deseando Amar (del incomparable Wong Kar Wai, probablemente el mejor director de los últimos 30 años), está marcada por una intensidad constante. Te atrapa en cada plano, en cada susurro, en cada mirada.

Por contra, ‘Call me by your name’ es una película lejana, con un ritmo más liviano y visualmente menos virtuosa. Tiene ecos del cine de Michelangelo Antonioni (La luna, La noche, El eclipse), pero le falta fuerza visual y capacidad para emocionar al espectador. En su favor juega un buen guión, que cuenta la historia del primer amor de verano de un joven italiano, que se enamora de un estudiante mayor, que va a pasar el periodo estival a la villa de sus padres.

Los preciosos paisajes, los sonidos de la naturaleza, las referencias a la cultura griega (efebos), los juegos de miradas y las interpretaciones de Timothy Chalmet y Armie Hammer, son los puntos fuertes de este largometraje, que opta a cuatro Oscar, entre ellos mejor película y mejor actor principal, pero que seguramente se irá de vacío. Tristemente la academia no premia el atrevimiento, y siendo justos, Call me by your name no es ni Deseando amar ni La gran belleza. Por tanto solo cabe decir que Guadagnino no consigue emular a Sorrentino.

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