La balsa de la medusa

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La noticia saltó a primera plana a media tarde del viernes. Los titulares de eldiario.es y Diario Montañés, no dejaban lugar a duda: “Un barco saudí carga armas en el Puerto de Santander con destino a la guerra de Yemen”. Desgraciadamente, estos incidentes, relativos al uso y desuso de las Autoridades Portuarias Españolas, por parte de la Casa de Saudí.

Protesta en el Puerto de Santander contra un barco con armamento

Las cuales, buscaban llenar cargueros de armas pesadas; con destino al ya conocido como “Vietnam Árabe”. Si bien se conocía que el Estado Español, mediante conglomerados de defensa (como era el caso de la empresa Instalaza), había suministrado varios “manpad” (lanzacohetes portátiles) a mercenarios saudíes -en este caso, según informaciones del diario El País, a fecha del 8 de Octubre de 2016-, no sería hasta el año pasado a través de un más que desagradable incidente, cuando se certificó el uso de los embarcaderos nacionales; para estos (terribles) menesteres.

El mismo suceso no fue otro que el inicio de un procedimiento sancionador contra un bombero de Bilbao; que se negó a escoltar los container a su destino, para luego partir hacia Yemen (de ello, hace casi un año exacto, el incidente ocurrió el 13 de marzo de 2017). El trabajador, estuvo a punto de sufrir un expediente de inhabilitación de cuatro años sin empleo y sueldo. Dicho operario, que deseó mantenerse en el anonimato admitió que: “No lo volvería a hacer por mi situación económica, pero si por conciencia. No podía admitir eso”.

Serían tanto Greenpeace, como la ONG local Ongi Etorri (“Bienvenidos” en eukera, una referencia directa a la crisis de refugiados presente desde fines de 2015), las que a través de sus acciones y dando la voz de alarma, consiguiesen que en ningún barco de bandera o patronazgo saudí, reportase en los varaderos de Bilbao. Si bien fue una victoria moral y social, plena, eso no evitó que las autoridades saudíes, lograsen usar otros recintos marítimos, para llevar a cabo sus macabras acciones.

Esta vez, esquivando el seguimiento de dichas ONG’s, el barco saudí Bahri Hofuf, desactivó el sistema de geolocalización que estaba y está obligado a mantener para conocer sus movimientos, por todas las aguas de países miembros de la Unión Europea. Igualmente, el nombre del buque, fue borrado y la bandera identificativa; no fue desplegada. Tras la información suministrada por Ongi Etorri, Pasaje Seguro Santander, inició unos actos de protesta en el puerto de la ciudad, bajo los lemas «La guerra empieza aquí” y «Yemen se desangra”.

Durante las postrimerías de la manifestación y huelga del 8-M, distintos colectivos feministas, informaron a las personas reunidas en las movilizaciones, a través de una portavoz de Pasaje Seguro; Aurora Otero. Desgraciadamente, factores como el ocurrido en Santander, o un año atrás en Bilbao, no son ajenos en España. En marzo de 1990, la empresa Martec, con sede social en Murguía (Álava), vio como su envío de varios vasos de munición al Iraq de Saddam Hussein, eran detenidos en el puerto de Bilbao.

Posteriormente y tras el inicio del embargo sobre la nación iraquí, debido a la invasión del vecino Kuwait, varios hechos salieron a la luz. El primero y más sorprendente, fue que dicha empresa, a través de su director general (Miguel Galdós), suministraba material técnico a Bagdad en aras de desarrollar el “Proyecto Babilonia”. Este era, un intento de Saddam Hussein de crear un super cañón de largo alcance, capaz de bombardear Teherán, Riyadh o Tel Aviv. El asesinato del ingeniero jefe del proyecto (el canadiense Gerald Vincent Bull) y la “Operación Tormenta del Desierto”, acabaron con esa idea megalómana.

Pero no por ello, la geografía marítima española, dejó de recibir envíos de armamento o permitir el paso de mercancías de ese tipo. Ahí están las recibidas en Croacia en 1995, suministradas por el entonces presidente argentino, Carlos Menem. O los envíos masivos de armamento ligero, firmados por el líder opositor guineano, Severo Moto, en su intento de derrocar al ácrata Teodoro Obiang. Sin olvidar todos los tejemanejes entre bambalinas del “mercader de la muerte” sirio Monzer al Kassar -por entonces, conocido como “El Príncipe de Marbella”-.

También en la ciudad de la Costa del Sol, realizaba sus “negocios”, el billonario saudí Adnan Khashoggi, posteriormente caído en desgracia por el escándalo Irán-Contra. Afortunadamente y a pesar de que estamos nuevamente ante la lucha de David contra Goliath, acciones y movilizaciones como las de Ongi Etorri y Pasaje Seguro, han logrado concienciar a unas sociedad harta de guerras y de los lucrativos (amén

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