“Estamos cansados de pelear solos”: adiós a la asociación de vecinos del Cabildo de Arriba

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Cuando escribes sobre el Cabildo de Arriba, sobre sus escaparates al vacío, sobre la maleza que crece en sus solares, sobre las puertas tapiadas y las puertas pintadas, es imposible que no te salga un tono triste.

Vista del Cabildo: edificio declarado en ruina y solares vacíos

Allí, la Asociación de Vecinos acaba de acordar su disolución: la situación administrativa del barrio es tan compleja, los avances tan lentos y las situaciones personales tan complicadas que ha resultado imposible formar un equipo que pudiera tirar del carro.

La decisión se tomó hace más de un mes en la que ha sido su última reunión, que resultó muy ilustrativa: acudieron unos diez socios de los menos de veinte que tenía en los últimos tiempos, mientras que en los mejores momentos llegó a superar el centenar.

El que ya ostenta el triste hito histórico de ser el último presidente de la asociación, Carlos Calzón, explicaba a EL FARADIO que entre los vecinos cunde una sensación de “cansancio”, “agotamiento” y hasta “aburrimiento” por años de lucha y falta de avances. “Estamos cansados de pelear solos”, afirma.

Y aunque sí que ha habido voluntarios para asumir la gestión de la asociación, no han sido los suficientes como para formar el equipo que hace falta.

Solares en el Cabildo de Arriba

Es el caso de Marta, sobrina de Lucía Gómez Colmenero (cuya madre falleció en el derrumbe de hace ya diez años en la Cuesta del Hospital) que ya ha formado parte de directivas anteriores y estaba dispuesta, y eso pese a un contexto familiar que en los últimos tiempos le está absorbiendo buena parte de su tiempo.

Ella recuerda en conversación con EL FARADIO que no sólo es el tiempo que ocupan las reuniones (pedirse horas en el trabajo era frecuente para sus presidentes), sino los numerosos trámites y burocracias que hacen falta para representar a los vecinos en un barrio que ha pasado por una infinidad de fórmulas urbanísticas: ARI, ARU, ARCU, lo que implica alegaciones, consultas de documentación….ante distintas administraciones en un lenguaje que no cualquier vecino puede entender (y eso que los Colmenero, tras diez años de lucha, ya han acumulado una importante experiencia en cuanto a urbanismo se refiere).

No es este el único factor que ha llevado al fin de la asociación de vecinos: ha ido pasando el tiempo mientras apenas se han desarrollado mejoras y los planes se han ido convirtiendo en papel mojado, más allá de algún edificio rehabilitado y del cambio de aceras en la Cuesta del Hospital que hizo COPSESA.

Al factor desmotivación se suma otro relacionado también con el paso del tiempo, según nos cuentan tanto Carlos como Marta: en el Cabildo, un barrio en el que los inmuebles se alternan con los solares, “ya casi no vive gente”.

Hace más de un mes fallecía uno de los vecinos que en su día fue realojado tras el derrumbe. Marta hace memoria y cuenta hasta una decena de vecinos que han muerto en los últimos años. Hablamos de diez años desde el derrumbe, de años previos de reivindicación, y todo en un barrio en el que mayoritariamente vivían personas mayores.

No es una responsabilidad fácil de desempeñar, no sólo por el tiempo que lleva –un ejemplo: las reuniones con el Ayuntamiento o el Gobierno suelen ser en horario de mañana, y los presidentes de la asociación han tenido que llegar a pedir días libres en el trabajo para poder acudir–, sino porque a veces resulta desagradecido: los vecinos recurren mucho a la asociación, hay mucha expectativa de conseguir cosas, y, en el otro lado, el Ayuntamiento no siempre ha acogido con buen tono las críticas.

La maleza crece en los solares abandonados

La asociación se disuelve y vuelve un clásico desaparecido durante los años de la crisis: ANJOCA, constructora que acumula varios solares en el barrio, trasladó el pasado mes de diciembre a la asociación su interés en desarrollar proyectos en sus propiedades, entre los que apuntó la posibilidad de levantar un hotel, pendiente sólo de las autorizaciones municipales. Están incluso dispuestos a hacerlo por libre (los últimos planes públicos para el Cabildo contemplaban ayudas económicas a quienes construyeran, en una medida que podía afectar, por tanto, a los propietarios de solares), según les contaron.

De hecho el Ayuntamiento de Santander ya ha dado los pasos para hacer algo que los habitantes del Cabildo reclamaron durante años: modificar el Plan General de Ordenación Urbana en lo que afecta al barrio. Ellos lo pidieron durante mucho tiempo sin que se les hiciera caso. Se ejecutará ahora, pero por necesidad municipal: su PGOU fue anulado por el Tribunal Supremo y hasta que se haga uno nuevo, están procediendo a base de modificaciones puntuales. En el Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento tienen tanto trabajo que le han subcontratado a la Sociedad de Vivienda y Suelo (a sí mismos, porque es una empresa pública municipal) la redacción de este cambio. Está por ver si esa modificación incluye o no el hotel que proyecta ANJOCA.

«Que la curiosidad sea más grande que el miedo»

Carlos cierra así el ciclo de representantes de la asociación, entre los que podemos contar nombres como el de la propia Lucía Gómez Colmenero, hija de Gumersinda, fallecida en el derrumbe. Tenemos como antecedente a Teresa González Limón, carismática, que llegó a, antes de la caída del edificio en la Cuesta del Hospital, organizar una manifestación por las calles de la ciudad bajo el lema «250 años de abandono» y que acuñó la profética frase de que “les van a llegar las piedras a la puerta del Ayuntamiento”. Estuvo la dueña del kiosco que fue amenazar con presentar cientos de firmes críticas en el Registro y que acto seguido recibió la (intimidatoria) visita del entonces alcalde, hoy ministro, y que acabó dimitiendo. Sin olvidar a aquella, en los años de más agitación post-derrumbe, cuya pareja fue contratada como técnico en la oficina municipal de atención a las víctimas-

Todos arrollados por la maquinaria de intereses económicos y complejidades administrativas que siempre ha rodeado al Cabildo de Arriba. Demasiado poder al que enfrentarse unos pocos vecinos. Cómo no va salir un tono triste al escribir sobre el Cabildo.

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