June Fernández: «La cultura de la violación está impregnada en nuestra sociedad»

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El juicio contra La Manada, tal y como se ha denominado al caso que juzga la presunta (hasta que este jueves salga sentencia) violación en grupo a una joven en los San Fermines de Pamplona de 2016, por parte de cinco jóvenes sevillanos, parece un antes y un después en la sociedad.

De hecho, en ciudades de toda España se han convocado concentraciones para escuchar la sentencia del juicio que se emitirá, previsiblemente, entorno a las 13.00 horas. En Santander, esta concentración será frente a la Delegación de Gobierno.

June Fernández, entrevistada por Eva Mora.

La periodista feminista, June Fernández, impulsora de la revista Píkara Magazine y autora del libro ’10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía’, de Libros del KO, ve en este tema un hecho que confirma los roles que nos ha impuesto la sociedad a hombres y mujeres, donde la palabra de estas últimas continúa siempre bajo sospecha.

“Si en algo tan claro, una chica que denuncia una violación en grupo tan bestial, aun así hay un cuestionamiento social y hay medios sospechando de ella, revela cómo de impregnada está la cultura de la violación en nuestra sociedad”, denuncia en una entrevista concedida a EL FARADIO.

Considera que estos estereotipos perpetuados impiden en muchas ocasiones denunciar a las víctimas, por miedo a no ser creídas. “Confío en que haya un antes y un después”.

Según Victoria Ortega, la primera mujer en 75 años de historia que preside el Consejo General de la Abogacía Española, en estos casos «lo fundamental es dar seguridad a la víctima, que llegue un momento que sepa que se la va a defender, que cuenta con una seguridad que le ofrece el sistema; si no, quedará al margen del sistema», en una entrevista a EL FARADIO que se emitirá íntegramente en Arco FM (103.2) el próximo miércoles, 2 de mayo.

El feminismo parece más unido que nunca, tras las marchas multitudinarias del 8 de Marzo, aunque ella cree estamos en un momento “muy desconcertante”.

También admite que, desde el sistema machista, “hay una ofensiva para desgastarnos”. Sin embargo, valora el adelanto social que se ha dado. “Cuando empezó Píkara nos daba un poco de pudor calificarnos de feministas, cuando ahora se debate si el periodismo está de moda o no”. Un arma de doble filo del que también advirtió la Asamblea Feminsita de Cantabria, ya que, como insiste June Fernández, “hay que valorar si es una buena noticia o si el sistema está intentando captar el discurso feminista y descafeinarlo”.

Por ello, desde Píkara, defienden “un feminismo incómodo al sistema y al poder y con espíritu crítico”. También desde los medios de comunicación. “No es solo que las mujeres lleguemos a la dirección de los medios igual que los hombres sino cuestionar ese periodismo patriarcal y decidir lo que queremos y cómo”.

10 INGOBERNABLES: “SE TRATA DE PONER EN VALOR EL PAPEL DE LA COMUNIDAD Y EL ACTIVISMO”

June ha llegado este miércoles a Santander, para participar en un encuentro en la Feria del libro con motivo de la presentación de su libro, publicado en 2016 y que ya va por la cuarta edición.

Fue la propia editorial Libros del KO quienes le propusieron el proyecto, aunque ellos pensaban más en un libro en clave pedagógica feminista. Fue ella la que prefirió centrar su trabajo en la crónica y sobre perfiles de personas que “que lo que tienen en común es esa rebeldía y esa desobediencia hacia las normas de género, de sexualidad y de cánones y de belleza”.

En su libro caben diez historias, que no diez personas. “Es verdad que en casi todos los capítulos hay una persona que es el hilo conductor pero no se trata de perfiles individuales sino poner en valor el papel de la comunidad y el activismo”, cuenta, poniendo como ejemplo los capítulos dedicados a una asociación contra la gordofobia de Bilbao o un grupo de mujeres que mantiene vivo un juego tradicional en Ourense.

Ha habido historias que se han quedado en el tintero. Desde la que narra en el prólogo, sobre Yuri, una mujer en riesgo de exclusión social en La Habana que debe sufrir una mayor marginalidad por tener una barba que ha decidido que no tiene por qué afeitarse. O sobre su excompañera de casa en Managua, que fue monja durante 15 años y que colgó los hábitos porque sentía que no le dejaban autoafirmarse como lesbiana.

Este último caso intentó plasmarlo, pero se quedó con la tristeza de que ella creía que no merecía la pena su historia al compararla con otras que sí están en el libro. “Creo que hay veces en que una persona no es consciente de que su historia merece ser contada”, se lamenta June.

“LA SOCIEDAD IMPONE UN MODELO DE NORMALIDAD MUY ESTRECHO”

En el libro reivindica a las personas que han decidido “complicarse la vida” a ojos de la sociedad, como la quemada que decidió no someterse a cirugías o Antar, un hombre transgénero que se siente así pero no quiere “pasar por el aro” que implica la legalidad española. “Se impone un único camino, hormonarse durante tres años y que un psiquiatra te diga que tienes una enfermedad. Y no es lo que Antar quiere”.

Estas personas, que según la sociedad se complican tanto la vida, eligen la felicidad ante la “normalidad”. “Lo que pasa es que esta sociedad impone un modelo de normalidad muy estrecho y que nos encorseta mucho, y a veces sería más fácil pasar por el aro”, reconoce.

Ella misma se considera una ingobernable. “Cada quien sobrevivimos como podemos”, narra. “Hay veces que sí desobedezco y otras veces lo hago en voz bajita. No siempre soy la persona más valiente del mundo, pero para mucha gente me complico la vida y sé lo que es esa incomprensión”.

Ella la conoce a través de su historia, que comenzó saliendo con hombres y acabó compartiendo su vida con una mujer; o empezó trabajando en un periódico generalista, El País, y de repente coordino una revista feminista. Tras su etapa en el gigante de Prisa, sentía que “al haber empezado en primera división todo lo demás era descenso”, pero fundar Píkara le llevó a “un camino distinto, que podría suponerse que me iba a abocar a la periferia periodística”, y con la cual ha acabado demostrando “que lo nuestro no es periodismo sino que tenemos un público amplio que nos sigue”.

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2 Comentarios

  • Sara
    26 de abril de 2018

    El feminismo se fundamentó en la idea de la relación entre sexos como una lucha entre opresor, el varón, y oprimida, la mujer, tal y como lo expresó Engels. Y la opresión en realidad es la dicotomía de las funciones reproductivas: la maternidad es la causa de que el rol biológico femenino termine afectando a su rol social. La mujer debe librarse del rol biológico-social para ser el sexo hegemónico, debe sustituir, imitando al amo. Debe comportarse como un hombre y, por ello, todos los condicionantes y características femeninas son indeseables. También en el plano sexual y reproductivo: su comportamiento en el sexo no ha de ser selectivo sino masculinizado y la maternidad no debe ser una traba para su nuevo rol al margen de su biología. Y al final, todo eso supone que debe renunciar a sí misma, que debe dejar de ser mujer con todos sus condicionantes y características para dejar de ser oprimida. El feminismo nos prohíbe ser mujeres.
    Por lo que criminalizar al hombre, por las actuaciones de determinados jóvenes es una manifestación contra lo masculino.

  • Manuela
    26 de abril de 2018

    Para mí el feminismo en el sentido más tradicional y general que observamos hoy (salvo contadísimas excepciones) es tan innecesario y prescindible como el machismo, una vez conseguidos para la mujer los mismos derechos que ostenta el hombre en España, en Europa, en Occidente. Donde la mujer no tiene igualdad jurídica con el hombre sí tiene sentido.
    Lo que heredamos de ese feminismo pretérito es una hipertrofia general de lo que tiempo atrás fue una teoría oportuna, legítima y útil. Hoy necesitamos renovaciones.
    Por ejemplo, ya ningún hombre civilizado se reconoce machista, con el feminismo pronto (auguro en mucho menos tiempo) pasará lo mismo. Una extensión lógica de la toma de conciencia general inevitable.
    En otro orden, lamentablemente hay actos delictivos atroces realizados por criminales. Y no podemos extender la culpa de los delincuentes a hombres inocentes. Para esto existe la jurisdicción penal.
    Los hombres durante estos años han cambiado y aprendido mucho de nosotras, (desgraciadamente hay que insistir en esto cuando debería ser una obviedad). Hemos de aprender a verlos y enterrar la resentida hacha de guerra. Otro tiempo se despliega.

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