No presupongas su peligrosidad. No condiciones su vida.

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||por Victoria Cedrún y José María Lavín, responsables del Area de Proteccion Animal de Izquierda Unida en Cantabria||

La actual Ley 50/99 sobre el régimen jurídico de animales potencialmente peligrosos, familiarmente y mal conocida como Ley PPP vulnera gravemente los derechos de los animales. Todos sabemos que no existen razas peligrosas sino animales mal socializados y la actual ley impide precisamente eso, que desde cachorros se puedan socializar.

Si tenemos en cuenta la Declaración universal de los Derechos del Perro, (texto propuesto por la Fundación Affinity, siguiendo el texto definitivo de la Declaración Universal de los Derechos del Animal, y que fue aprobada por la UNESCO y, posteriormente, por la ONU en 1977), la actual Ley PPP entra en conflicto con los siguientes artículos:

Artículo1º:
Todos los animales nacen iguales y tienen los mismos derechos a la existencia.

Artículo2º:
Todos los animales tienen derecho a la protección del hombre.

Artículo6º:

El perro tiene derecho a moverse con libertad y a hacer ejercicio. Las ciudades deben reservar espacios equitativos para él y sus propietarios.

Artículo14º:

Los derechos de los animales deben ser defendidos por Ley como lo son los derechos del hombre.

Si buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el significado de “potencial” encontraremos lo siguiente: “Que puede suceder o existir, en contraposición de lo que existe”, es decir, que tiene la posibilidad de ser peligroso aunque no lo es.

Por tanto, a la hora de determinar si existen razas potencialmente peligrosas, es evidente que las razas de mayor tamaño tienen un potencial superior para hacer daño que las razas pequeñas.

No obstante, que tengan un mayor potencial no las hace más agresivas que otras razas con un menor potencial, de la misma forma que una persona con una fuerte musculatura, posee un mayor potencial para hacer daño, pero la experiencia nos demuestra que no por ello son más agresivos. Es decir, la peligrosidad de un individuo no está en su fuerza sino en su agresividad.

Todo depende de una buena socialización desde cachorros, que es precisamente lo que se está impidiendo con las leyes tan restrictivas a las que se ven sometidos, a causa de la alarma social que creadeterminada prensasensacionalista que les ataca sin conocimiento profundo del tema y distorsionando sucesos con el objetivo de vender portadas llamativas.

Esta misma alarma social es el instrumento que utilizan los ayuntamientos para llenar sus arcas cuando los impuestos no son suficientes.

Determinados políticos que toman decisiones respecto a leyes, vulnerando los derechos de los animales, sin consultar las opiniones de expertos y asumiendo unas responsabilidades que les quedan grandes.

Si siguiéramos el camino de la lógica, dejando a un lado prejuicios y estigmas hacia determinadas razas, no deberíamos verles pasear con horribles bozales y correas cortas, ni prohibirles el juego y el esparcimiento e incluso la entrada a las zonas habilitadas para el resto de razas, mientras a su alrededor podemos ver disfrutar de su libertad a perros más grandes, de aspecto enérgico y poderoso y en ocasiones de una sociabilidad dudosa que gozan del privilegio de no estar mal catalogados por ninguna lista impuesta por ley y que a menudo son conducidos por personas que ni por peso ni por altura ni por edad, ni por sentido común podrían hacerse con el control ni la educación ni de un perro diminuto.

Hay también quien se apega a la fuerza de mordida para considerarlos “potencialmente” peligrosos, dato que para los expertos es cuestionable pues depende de factores y variantes muy importantes (como la educación, el equilibrio, la agresividad, y la motivación de un perro) y que de nuevo nos lleva a cuestionar la lógica de la Ley.

Debemos saber que según el Bite Force Quotient (BFQ) que mide la fuerza de la mordedura en relación al peso del perro, los mastines pueden llegar a los 100 kg., ejerciendo bastante presión al cerrar la boca.

Si nos fijamos en la creencia popular o en las leyendas urbanas, el pitbull sería el ganador, pero tanto el BFQ como otros análisis de mordida lo sitúan por detrás de otras dos razas no catalogadas en el Anexo I del RD 287/2002: el mastín y el pastor alemán.

Recordamos en este punto que fue precisamente a Manuel Martín, presidente del Club Español del Pastor Alemán, presidente de la empresa privada Real Sociedad Canina de España y criador de Pastores Alemanes desde hacía más de 40 años a quien el gobierno pidió asesoramiento para elaborar esta absurda, ineficaz e injusta ley omitiendo a expertos en conducta animal, genetistas, etólogos, etc.

La Ley 50/99 choca con el principio de equidad de las leyes para determinadas razas, que por el mero hecho de nacer perteneciendo a ellas y presuponiendo únicamente por su aspecto físico su peligrosidad, les va a condicionar el resto de su vida a tener que vivir en unas condiciones que dejan mucho que desear en lo que se considera bienestar animal.

Ahora que los perros están censados, asegurados, obligados a un bozal y a una correa corta y los dueños tienen su licencia, y otros han sido abandonados o sacrificados por su raza, ¿que reflejan las estadísticas?

Que los incidentes provocados por perros hacia las personas no han disminuido, que no sólo se producen con las razas catalogadas como PPP, que el índice de mortandad provocado por la mordedura de un perro según el INE es del 0,00006%, es decir, que ocupa entre las causas de mortandad el puesto 72000, y que los medios de comunicación han sido los peores enemigos de las razas mal llamadas PPP.

Ya es hora de dar un paso al frente y derogar una ley impuesta a determinados perros y dueños hace 18 años, y que el paso del tiempo ha demostrado ineficaz.

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