El Ayuntamiento tendrá que cambiar sus planes para el Grupo San Francisco tras vencer los vecinos críticos una votación

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El Ayuntamiento de Santander tendrá que cambiar, tal y como se comprometió, sus planes para el Barrio San Francisco, tras haber conseguido los vecinos críticos contra el proyecto vencer una consulta convocada en la Asociación de Vecinos.

Y eso a pesar de que la Asociación, que en un primer momento apoyó rápidamente el proyecto presentado por el Ayuntamiento, se mostró muy reacia incluso a convocar esa votación, a la que ha accedió tras comprobar el ambiente en el barrio en una reunión, según explican a EL FARADIO representantes de los vecinos.

De hecho, la asociación no informó de las preguntas en la convocatoria, y concentró las votaciones en dos horas, limitando también el voto a un voto por vivienda (aunque en cada vivienda hubiera más socios de la asociación).

Y en la votación, celebrada la semana pasada, afloraron papeletas con la respuesta marcada a favor de continuar las obras en la misma línea en las que las definía el Ayuntamiento, cuando las papeletas todavía no se habían repartido, tal y como se puso de manifiesto en los momentos previos a la votación y en una reunión marcada por la tensión.

Calle de La Capilla, en el Grupo San Francisco

VOTACIÓN Y PROYECTO

Las cuatro preguntas de las votaciones afectaban a cómo quedarían las calles La Capilla, la de detrás, la conocida como calle de los bares y la que tiene los portales 4 y 5, y en todas ellas salieron adelante mayoritariamente las posturas contrarias al proyecto.

Desde el Ayuntamiento se vendieron los cambios como una “una intervención integral para la modernización de los grupos San Francisco y San Luis, para la mejora del tráfico y la movilidad, y para generar espacios de estancia y convivencia más atractivos y funcionales”.

Pero el proyecto no convenció a buena parte de los vecinos, que consiguieron reflejar esa rechazo en una recogida de firmas apoyada por 360 personas, y lograron arrancarle al concejal de Obras, César Díaz, el compromiso de introducir cambios si así venían respaldados por una votación, como finalmente ha sucedido.

 

Una de las calles interiores del grupo San Francisco

 

En concreto, el proyecto de renovación en el grupo San Francisco y San Luis, redactado por el Servicio de Vialidad junto con una asistencia técnica externa, suponía una reordenación y mejora de los espacios públicos, la construcción de dos nuevas glorietas, la creación de nuevas plazas y la renovación de viales, aceras, espacios libres y servicios.

Se trataba, en palabras de César Díaz, concejal de Obras, “de En materia de movilidad, estaban previstas dos nuevas glorietas, la avenida de Los Castros, en la intersección con la calle Miguel de Unamuno, para suprimir los “peligrosos” giros a la izquierda, y en la calle Miguel de Unamuno, con el objetivo de centralizar el acceso al barrio San Francisco y mejorar su conexión con la avenida de Los Castros y General Dávila.

Además, se quería “solucionar” el fondo de saco que existe en el vial de servicio dándole salida a la avenida de los Castros, justo antes de la glorieta en la Bajada de San Juan, conectando ambas zonas (pese a que a lo largo de la calle ya existen conexiones transversales entre General Dávila y Los Castros).

A los vecinos críticos no les gustaban cuestiones como la creación de un nuevo vial que hubiera partido el barrio en dos, que se introdujera más tráfico al convertir vías de un sentido en dos o al conectar con Los Castros, y la supresión de alrededor de 60 plazas de aparcamiento interior en una zona en la que se encuentra el aparcamiento privado de Mendicouagüe.

El proyecto saldría a licitación por un presupuesto de 3,1 millones de euros y un plazo de ejecución de once meses. La adjudicación aún no se ha formalizado.

Zonas de juego o la mejora de la bolera y la creación de una pequeña plaza y obras para favorecer la accesibilidad también están incluidas en el proyecto.

UN BARRIO HISTÓRICAMENTE REIVINDICATIVO

Los vecinos de Mendicouague protestaron durante cuatro años por las vallas que les impidieron disfrutar de su parque.

No es la primera vez que el Barrio San Francisco se agita contra un proyecto municipal: ya hace años se revolvieron contra el aparcamiento de Mendicouagüe, hoy infrautilizado por los altos precios que incidieron en la demanda y con la empresa concesionaria camino de un rescate económico tras su liquidación.

Entonces la Asociación de Vecinos volvió a posicionarse con el Consistorio, que estuvo muy pendiente de las manifestaciones críticas y que destinó recursos municipales a contrastar si todos los firmantes en contra del proyecto eran vecinos del barrio o no (esa visión aislada e inconexa entre sí de los barrios de Santander se reprodujo con los años en Castilla-Hermida, cuando igualmente se acusó a los defensores del parque de La Marga de no vivir allí; el caso es que luego esos vecinos críticos están ahora al frente de la Asociación de Vecinos Los Arenales).

Pero es que el Barrio San Francisco tiene la reivindicación en su propio nacimiento: diseñado y levantado por los propios vecinos en base a un modelo que propicia los espacios de encuentro y la cercanía, y con el actual párroco de Güemes, Ernesto Bustio, como gran inspirador, llegaron a ocupar el local de una constructora para crear una escuela popular, como ha recordado Desmemoriados.

CAMBIOS EN EL PANORAMA ASOCIATIVO

La de Castilla-Hermida fue la primera asociación vecinal en la que se produjo un cambio a raíz de la llegada de la “plataformitis” que desencadenó en Santander el rechazo a la expropiación de Amparo Pérez para construir un vial en la S-20.

La plataforma de La Marga mostró su apoyo a Amparo

Después llegaría Cueto, en un cambio que tiene mucho que ver con los excesos constructivos en la senda costera, paralizados ante la presión vecinal en una lucha con mismos protagonistas (vecinos y responsables de la obra, el Ministerio de Medio Ambiente) que la actual de las escolleras.

Todo eso fue la pasada legislatura: en esta, con un equipo de Gobierno del PP que perdió la mayoría absoluta y que se sostiene gracias a un tránsfuga de Ciudadanos, y con la marcha del alcalde al Ministerio de Fomento, todo se ha acelerado a raíz de la crisis del MetroTus.

Contra el cuestionado modelo de transporte público municipal se han convocado incluso manifestaciones que han llegado a superar los 5.000 participantes..

Y ha puesto en evidencia las costuras del asociacionismo vecinal más clásico: en PeñaCastillo se ha apartado de las negociaciones sobre el MetroTus al presidente de la asociación, que fue concejal en el Ayuntamiento con el PP, y en Monte los vecinos han montado una plataforma con las asociaciones del barrio ante la negativa de su presidente –cuyo negocio se benefició de la tramitación del PGOU– a someter a votación la postura de sus vecinos, trasladando a los medios posturas contrarias a las expresadas en sus reuniones.

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