Racing de Santander: ¿y ahora, qué?

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Mosaico verdiblanco en la previa del Racing – Barça B del play off de ascenso a Segunda División de la temporada 2016-2017 || Foto: Guillem Ruisánchez

Acabamos de vivir una semana de cambio de ciclo en el club deportivo más representativo de Cantabria. ¿O no? El Grupo PITMA (a quien se le ha afeado esta semana la actitud hacia sus trabajadores) tiene el control mayoritario de la entidad, por lo que las decisiones están en sus manos.

Han intentado que Manolo Higuera no saltara del barco, pero el todavía presidente dice que su decisión es irrevocable. Igual que la de los otros cuatro consejeros que han tomado el mismo camino, Víctor Diego, Daniel Berasategui, Juanjo Uriel y Miriam Peña.

Y no se sabe qué representante del club estará al frente en el palco para aguantar el chaparrón del disgusto de la afición por otro fracaso deportivo cuando el equipo dispute este domingo el último partido de la temporada contra el Real Unión de Irún, sin que prácticamente nadie crea en el milagro deportivo de ganar y esperar a que pierda el Athletic B contra un Tudelano con el que tiene acuerdo de filialidad.

No está claro el momento en que se harán efectivos los ceses en la directiva. PITMA no tiene prisa. Debe convocar una junta para formalizar la salida de esas cinco personas del Consejo de Administración, pero se supone que la convocará cuando tenga decidida la reestructuración del mismo.

Sorprende el tono triunfalista de alguien que presenta su dimisión. Higuera no ve más que logros en su gestión, que califica de «milagro» y poco menos que insta al racinguismo a reconocer sus amplios méritos, porque gracias a su equipo gestor el Racing aún vive y está en proceso de saneamiento.

Aunque tuviera la razón, habría que apostillar que el proceso de saneamiento depende, únicamente, de los actuales propietarios, entre los que no están ni Higuera ni el grupo de los exjugadores que expulsó a los indignos, un grupo, por cierto, del que se fue Quique Setién por discrepancias insalvables sobre el modelo de club emprendido por Higuera. Y Quique había sido la tabla de salvación, el impulso definitivo de la ampliación de capital abierta a todos los socios y simpatizantes del equipo.

Y es que la denominada ‘Oportunidad RRC’ se presentó como la manera de hacer un Racing libre (como diría Manuel Ruiz de Lopera) y controlado por sus aficionados en general, sin que un gran empresario fuera el que tomara las decisiones sobre lo que ocurre en el club, por dentro y por fuera. La atomización del Racing, un titular muy bonito y muy ilusionante, pero que ha terminado siendo incumplido.

Cerca de 13.000 racinguistas acudieron a la llamada, con la promesa de ser los dueños legítimos y legales de la entidad, pero eso ya no es así. El racinguismo sigue teniendo voz, pero no voto. Y la voz tampoco la levanta mucho, pese a los años que han pasado de dislate en dislate y con nombres tan sombríos como los de Jacobo Montalvo, Ahsan Alí Syed, Francisco Pernía o Ángel Lavín, ‘Harry’, por citar sólo a los más visibles; o tal vez por eso, por una cultura de la resignación y del mal menor.

Deportivamente, la época de los indignos también fue el periodo en el que se rozó la gloria en la Copa del Rey y se disputó la Europa League, con el gran hito de una concentración histórica de miles de racinguistas a los pies de la Torre Eiffel, en las horas previas al partido contra el PSG, en el que Gonzalo Colsa puso su sello en el Olimpo del club con un gol antológico.

Sin embargo, esa fue también la época en que se pusieron las bases de lo que se vive hoy en día. Fue la época del saqueo de dinero público, amparado por la actuación del Gobierno de Cantabria, y que la jueza Paz Hidalgo cifró en 44 millones de euros, una cantidad de dinero formidable para una comunidad como Cantabria.

Con los indignos se cataron mieles nunca antes degustadas, pero también se descendió a 2ªB y se generó una deuda de la que aún falta mucho por pagar, mientras volaban las comisiones por fichajes o ventas de jugadores como Ebi Smolarek, Ezequiel Garay o Nikola Zigic, por citar a algunos ilustres y como se ha acreditado en los tribunales de Justicia, donde, por otra parte, se han ido dilatando los plazos y diluyendo las responsabilidades.

Se llegó al impago de las nóminas, y eso fue lo que terminó conduciendo al plante ante la Real Sociedad, esa noche de Copa del Rey que puso al Racing en las portadas de los principales medios de comunicación deportivos de España y del Mundo entero.

Al día siguiente de aquello, el 31 de enero de 2014, ‘Tuto’ Sañudo fue elegido presidente del club, desalojando a ‘Harry’ del gran sillón. Meses después se ascendió a Segunda, pero la alegría duró sólo una temporada, y se volvió al infierno del que el Racing aún no ha sabido salir.

TRES AÑOS DE FRACASOS DEPORTIVOS

Es lo deportivo lo que ha motivado la salida de Higuera. Es el único tema en el que se le pudo ver descontento. En 2015 dijo que el equipo tardaría cuatro años en volver a Primera División. No se trataba sólo de una promesa de gestión deportiva impecable, sino también poner el foco en las angustias económicas que podían llevar al Racing a su desaparición. Subir de categoría se hacía imperiosamente necesario para sanear el club.

Tres años después, el equipo sigue en el mismo sitio, y esperando a confirmar este domingo, ante otro histórico como el Real Unión de Irún, el tercer año consecutivo de fracaso deportivo, anclado en la tercera categoría del fútbol español. Tres años con el mismo modelo, haciendo muchos fichajes y sin confiar apenas en la cantera, y tres muros distintos con los que estrellarse.

El primer año se logró el objetivo de quedar campeones de grupo, aunque más in extremis no se pudo conseguir: en toda la temporada, el equipo entrenado entonces por Pedro Munitis y Colsa, sólo fue líder los últimos 60 minutos de las 38 jornadas de Liga. El Reus, en la eliminatoria directa de ascenso, y el Cádiz, en la segunda oportunidad, apearon a los verdiblancos del ascenso.

En el segundo intento, la fuerte competitividad de la Cultural Leonesa fue demasiado para los chicos de Ángel Viadero, el técnico en quien confió la directiva para esa temporada 2016/17, y sólo pudieron ser segundos. Había que ganar tres eliminatorias para llegar a la categoría de plata, pero sólo se pudo con dos. Primero se superó un envite cómodo ante el Rayo Majadahonda, y después se alimentó la esperanza con una gran remontada frente al Villanovense, pero el Barcelona B puso El Sardinero patas arriba ganando por 1-4. Otro fiasco.

Viadero sobrevivió a esa decepción, pero el errático transcurso de la 2017/18 le acabó costando la destitución – cuando marchaba tercero en la clasificación y en los puestos de Play Off que su sucesor no ha podido siquiera conservar-.

La llegada de Carlos Pouso fue la apuesta de la directiva para dar un giro a la situación y que el equipo ganara la competitividad necesaria para afrontar el asalto al ascenso. Sin embargo, estos últimos meses han demostrado que Viadero no era el gran responsable del desaguisado. La confección de la plantilla no apretó las teclas necesarias y este domingo, salvo milagro, se confirmará un cuarto año consecutivo en 2ªB.

Y esto es lo que el racinguismo no le perdona a Higuera. Él y su equipo fueron designados como salvadores, pero no han sabido sacar del infierno deportivo al club, y toda la afición se les ha echado encima. Ser un histórico no asegura éxitos sobre el terreno de juego, y la vorágine de fichajes, sin apenas jugadores de la casa ocupando puestos en el once titular, han resultado ser la gota que colma el vaso y que se convirtiera en generalizada la petición de un cambio en los gestores del Racing.

Algunas voces también le afean a Higuera que decida marcharse justo antes del duelo de este domingo, donde hubiera podido llevarse una sonora pitada del respetable. Quizá considera que esa música de viento no le corresponde a él, pese a haber sido la cabeza visible del proyecto. ¿Acaso esconde algo que no sabemos sobre los entresijos del club?

¿Y EL FUTURO ECONÓMICO?

Higuera dijo el pasado lunes que la deuda del Racing, en total, ha pasado de 34 a 22 millones de euros, sumando lo que se le debe a Hacienda, que se cifra en unos cinco millones, y lo que queda de pagar del convenio de acreedores prorrogado. Los planes que se hicieron al llegar Higuera y compañía al Consejo de Administración decían que toda la deuda se podría eliminar al concluir la temporada 2020/21, es decir, dentro de tres años, pero esas cuentas (de la lechera) contaban con ascender a Segunda División en la 2015/16.

Con unos ingresos millonarios por los derechos de televisión todo sería más fácil. Pero ya han pasado dos años desde el proyectado ascenso y los ingresos totales del club se encuentran en el entorno de los 2,5 millones de euros al año, con algún extra por venta de jugadores como Mamadou Koné, David Concha o los hermanos San Emeterio. ¿Se hará cargo el Grupo PITMA de los siguientes pagos para reducir la deuda? Su entrada en el accionariado del club se hizo aportando una cantidad de dinero en forma de préstamo, y gestionando los espacios publicitarios, pero ahora tiene un 61% de las acciones, según publicó recientemente El Diario Montañés.

Higuera mantuvo un pulso con el Gobierno de Cantabria para conseguir su apoyo económico con el objetivo de ir poniendo las cuentas al día. El dimitido presidente llegó a amenazar con la dimisión hace ya más de dos años si ese apoyo no llegaba de manera inmediata. Legalmente, el gobierno autonómico no podía hacer nada, por ser el Racing una empresa con deudas con la Agencia Tributaria y la Seguridad Social.

Y para muchos no ha hecho poco el Ejecutivo, con la operación jurídica para condonar el último plazo de la deuda que tenía el club por la Marca Racing. El Gobierno de Revilla encargó un informe a un bufete de abogados (Del Río Miera), que determinaron el valor cero de esa marca. Con eso se podía justificar la cesión gratuita a la Fundación del Racing (y a su vez a la Sociedad Anónima Deportiva). Sin embargo, el Racing a su vez utiliza esa marca que no tiene valor como aval para no pagar los casi 2,5 millones de euros que debe a la administración regional. Otro trile.

La llegada de PITMA fue la solución final. Un grupo empresarial con buenas relaciones con el Ejecutivo de Miguel Ángel Revilla, que se ha llevado adjudicaciones polémicas como el Año Jubilar Lebaniego (luego lo perdió en el recurso) y tiene más de 3.000 empleados en un entramado de 34 sociedades muy diversificado (telemarketing, telefonía, alarmas, antenas, Internet, formación, etc.) Es decir, un importante poder de negociación.

Aquella Oportunidad RRC, la atomización, el Racing de los racinguistas… ha devenido con el tiempo en el mismo modelo de siempre: una empresa interpuesta para que el Racing se mantenga a flote y el Gobierno no tenga que mancharse directamente las manos.

 

 

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1 Comentario

  • Angel
    14 de mayo de 2018

    Para subir hay que usar la cantera y cesión de jugadores, nada de fichajes.

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