Fallece Eduardo Jordán, escritor comprometido con el Sahara

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La comunidad saharaui en Cantabria ha perdido a uno de sus miembros, enfermero y escritor cántabro Eduardo Jordán, fallecido tras una enfermedad.

Eduardo Jordán

Eduardo Jordán era enfermero de profesión, un enamorado del Sáhara y su gente que plasmó ese compromiso en la literatura.

Quienes le trataron en vida describen su “sencillez, alegría, generosidad y valentía”, como recordaba en redes sociales el presidente de Cantabria por el Sáhara, Gabriel Herrería, que elogiaba como Jordán demostró que “tras los muros derribados se abren amplios horizontes”.

Otro escritor implicado en la causa saharaui, Fernando Llorente, elogiaba su figura y su compromiso.

Eduardo Jordán nació en 1959, en Santander, donde cursó sus estudios de Enfermería, y la especialidad de Radiología y Electrología. Desde 1980 desarrolló su profesión en el Hospital “Marqués de Valdecilla” de Santander.

En el año 1999 acogió por primera vez a Ali, un niño saharaui que le acercó a la cultura, las costumbres, las virtudes, la situación, y la triste realidad de su pueblo. A partir de entonces ha participado en diferentes actividades solidarias con la causa saharaui.

En 2004, publicó su primer trabajo literario, “Atrapados en Tinduff”; un libro de viajes con pinceladas históricas, sin otra pretensión que la de contribuir a la difusión de información relacionada con la fallida descolonización del Sáhara Occidental, y con sus terribles consecuencias.

Y a finales de 2017 presentaba su segunda novela “Horizonte de Arena”, escrita ya mientras estaba enfermo.

“Horizonte de Arena” es un relato cimentado en el testimonio personal de un grupo de profesionales, residentes en Cantabria, que fueron testigos de una etapa determinante en el futuro del Sáhara Occidental; maestros, médicos, militares, funcionarios de la administración, y trabajadores con menor cualificación; y en otros datos e informaciones obtenidos, tras un importante trabajo de documentación, en archivos, informes y todo tipo de publicaciones.

El núcleo argumental de la novela se desarrolla entre los años 1968 y 1992, un momento histórico determinante, en el que el ejército marroquí invadió el Sáhara Occidental, provocando el éxodo obligado de sus habitantes hacia una de las zonas más áridas, hostiles y desiertas del norte de África, la “hammada” argelina; y la reacción de un pequeño grupo de militares españoles que, avergonzados por la actitud de nuestro gobierno, abandonaron sus unidades para unirse a los jóvenes saharauis que, sin otras armas que su coraje y el perfecto conocimiento de su territorio, iniciaron una lucha encarnizada y desigual contra el ejército invasor.

Los hechos más relevantes ocurrieron realmente aunque, como obligado tributo a una exposición novelada, algunos personajes se han enmascarado con nombres que no les corresponden, y se han introducido situaciones o elementos figurados que ayudan a entrelazar y a dinamizar la narración.

“Horizonte de Arena” está escrita con un lenguaje muy sencillo, con la pretensión de recordar y homenajear a todos los españoles que se dejaron la piel en el Sáhara, y establecieron unos lazos afectivos tan intensos con la población nativa que aún perduran; y de volver a poner sobre la mesa la injusta, penosa y prolongada realidad del pueblo saharaui.

El autor cedió los beneficios derivados de la venta de la novela a la Asociación Cantabria por el Sáhara, para la realización de proyectos solidarios con el pueblo saharaui.

El libro puede adquirirse en la propia sede de Cantabria por el Sáhara, en las librerías La Vorágine y La Libre y en la tienda de comercio justo Gira por el desarrollo.

No es la única pérdida que ha experimentado en los últimos años la comunidad cántabra de apoyo al pueblo saharaui: en agosto hará dos años del fallecimiento de Mayte Lorenzo, presidenta de la asociación Cantabria por el Sáhara.

Se acerca el verano y pronto llegarán a nuestra comunidad los niños participantes en el programa Vacaciones en Paz, que permite que chicos se alejen durante unas semanas de las altas temperaturas en el desierto y estén en contacto con familias cántabras en sus casas.

Durante este tiempo, además de tejer redes, mejoran su nutrición y pasan por reconocimientos médicos, en una experiencia que sirve para transmitir la situación del pueblo saharaui, confinado en el desierto a la espera del reconocimiento de su autodeterminación.

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