“Nos dijeron el otro día que se nota que somos nuevos porque todavía lo hacemos bien”

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Llevan dos años con el negocio pero Francisco y Christian han decidido que el 2018 era el año ideal para atreverse con un modelo hostelero que tiene un gran atractivo en la Semana Grande de Santander: las casetas.

La caseta de La Buhardilla, ubicada en la plaza Pombo. FOTO: La Buhardilla.

“No pensamos demasiado la situación pero el verano suele funcionar mal ya que es una temporada que está llena de conciertos que se realizan en otras partes”, cuentan ambos dueños del Bar La Buhardilla, un histórico establecimiento de ambiente rockero ubicado en la calle Liébana.

En total, cuando acabe el periodo de casetas –el día 29- habrán invertido entre 12.000 y 15.000 euros. “Cuando hagamos cuentas veremos si es rentable o no, pero pegarte la paliza para no ganar casi nada la verdad es que fastidia”, reconocen.

Quedo con ellos en su bar, a estas horas de la tarde vacío, pero con una historia de más de 20 años en el ambiente santanderino. El dueño anterior no lo quería dejar con nadie que cambiara su esencia y decidió cederlo a dos de sus fieles. “Nosotros estábamos con la idea de montar un local de comidas, un estilo asador, y estábamos mirando. Así surgió”, me cuentan.

Esta experiencia veraniega es un modo de experimentar si pueden dar comida. “Para ver si somos capaces de gestionar un local de comidas, para probarnos de cara al futuro”. Para afrontar este periodo de casetas ellos mismos son los primeros en remangarse y ponerse al frente de la cocina, junto a su empleada habitual y otras tres personas más que han contratado para la ocasión.

“Somos empresarios pero somos los que más trabajamos, no como los dueños de otras empresas que vemos que solo se pasan a mirar caja”, bromean. También creen que “es normal que digan que no sale rentable si tienes que meter a más gente a hacer tu trabajo, aunque ya se verá”.

SU MENÚ FIJO A BASE DE HAMBURGUESA CON JALAPEÑOS Y BROCHETA VEGANA ESTÁ TENIENDO MUCHO ÉXITO

Este primer año les está viniendo bien para darse a conocer a otros públicos. De hecho, tanto en redes sociales como en el boca a boca están recibiendo muchas felicitaciones. Lo primero me lo confirma Christian y de lo segundo da fe Francisco. “De Internet no he visto nada porque desde que han empezado las casetas solo es comer y dormir, pero llegan muchos comentarios en persona”, confiesa el segundo.

“Un chico nos dijo el otro día que se nota que somos nuevos porque todavía lo hacemos bien”, me comentan divertidos, al tiempo que aprovechan para denunciar algo que ya se oye mucho por Santander, que cada años hay menos calidad y los pinchos son más caros.

Ellos marcaron el menú desde el principio y no lo han movido, de hecho han elaborado flyers informativos. “Sí hemos visto que otras casetas se han ido adaptado e incluso han ido poniendo hamburguesas o fajitas que solo teníamos cuatro”.

Christian y Francisco, dueños de La Buhardilla.

Sus especialidades y lo que más éxito les está aportando son la hamburguesa con jalapeños, las fajitas y la brocheta vegana  -la cual introdujeron por cuestiones personales, ya que Francisco ha tenido siempre muchas alergias y su novia es vegana y alérgica a la lactosa-. “Pensamos que esta gente y los celiacos tenían derecho a que pusiéramos comida para ellos”. Y es que también hay opción de comer las fajitas con tortitas de maíz o la tarta de queso está hecho con galletas sin gluten.

También el postre es algo que les diferencia. “Creo que no lo tiene nada más, aunque a última hora la gente agradece algo dulce”, reconocen. Les pregunto si esta experiencia les va a envalentonar para ponerse manos a la obra con pinchos en su bar, pero todavía no lo saben. “Justo ayer lo estábamos hablando, aunque seguro que haremos de comida en el futuro”.

“SE ESTÁN CARGANDO EL MODELO DE LAS CASETAS”

También los pregunto por la bebida que se ofrece, ya que en su bar tienen una amplia gama de diferentes tipos de cerveza. Y ahí comienzan a hablarme de una serie de quejas contra la organización que han percibido desde dentro.

“Lo mejor que este año  son las mesas comunales. Y casi ya…”, dice Christian. Y es que, por ejemplo, en la Feria está establecido que solo se puede puede comprar Amstel o Coca-cola “pero con la empresa que ellos marcan, porque nos llamaron la atención hasta por comprar un Nestea de lata, que al sol se calienta manos”, lamenta.

“Así la Asociación de Hostelería se está cargando el modelo de las casetas”, denuncian. Ellos abogan por que se pusiera un máximo de pinchos y fijar un precio igual para todos. “Si nos llaman la atención porque hay que dar imagen de unidad para comprar todos a Amstel o ponerse todos un mismo polo e ir todos vestidos igual, lo justo es que lo haya en cosas más importantes”, consideran.

“En ciertas cosas hay un camino muy marcado y no te puedes salir con nada”, me cuentan, aunque luego recalcan que “los precios no están marcados a excepción del pincho de Feria”. “Y hay gente que se aprovecha y clava con la caña o un pincho que está más caro pero no avisan”. Y claro, luego se nota en que hay menos afluencia de clientes. “Pero es que con 8 euros pagas un menú del día en cualquier sitio”, por lo que creen que debería haber “un control de calidad de lo que se va a dar porque si no se desprestigian a sí mismos”.

Aunque no toda la culpa la echan a la Asociación de Hostelería sino también a los grandes establecimientos con muchas casetas y a los propios clientes. “Las grandes superficies que tienen muchos establecimientos tienen mucha variedad de pinchos y les llevan hechos de sus bares. Ellos tienen muchos microondas y ninguna plancha por lo que se sirve mucho en frío”, cuenta Francisco, que recalca que “hay gente que prefiere que se les sirva rápido a que se les dé bien hecho”. “Y, claro, ellos mismos están creando ese tipo de negocio así», añaden.

También lamentan el estado de las casetas. “Son bastante malas”. “Los tableros del suelo están llenos de grapas, te vas tropezando, dentro de cueces vivo y tienes que volverte loco para ponerle bandas porque están llenas de grasa incluso después de limpiarlas”, me describen.

Por ello apuntan a que «se debe mirar ·qué clase de empresas contratas porque a saber dónde se va el dinero, que hay mucho de por medio y no se ve reflejado en los servicios que se dan al hostelero por pagarlo”.

También se han encontrado con una desagradable sorpresa el primer día de Feria; les entraron a robar. “Fue el jueves pasado, aprovechando la lluvia y que solo hay un agente de seguridad”. En su caso apenas lamentaron unas botellas de gaseosa pero al bar de al lado le robaron varias cajas de vino.

La empresa de seguridad solo está contratado de 12 a 7 de la mañana. “Pero no llegas hasta las 9 o las 10 y esas horas quedan desatendidas”.

En definitiva, que las casetas requieren mucho trabajo, muchas horas y también hay muchas trabas de por medio. La experiencia les llevará a otro lugar, pero habrá que terminar la Feria para saber si compensar volver el año que viene o tirar por otro modelo.

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1 Comentario

  • Marcos
    30 de julio de 2018

    Pues doy fe de que era de lo mas sabroso de Pombo

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