Arquitectos y creadores se confabulan para dar vida a la Plaza de las Cervezas

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No es el centro centro: es en San Fernando (y ni siquiera primera línea), una zona en la que los pisos se hacen más altos que la media y en la que todavía quedan cafeterías en las que los camareros van uniformados y las señoras se pasan horas con sus amigas tomando el mediano.

Una de las actividades de Artecturas

No tiene un parque parque, aunque la Alameda funciona como espacio de encuentro y paseo en el que hay unos árboles por los que sus vecinos siempre han mostrado mucho cariño, peleando por ellos cada vez que ha habido alguna tentación de retirarlos.

Y no era una plaza plaza: sí que hay terrazas, y sí que juegan niños, pero se echaba en falta esa parte de punto de encuentro, de acoger actividades, de invitar a que acuda gente que no es de la zona.

Eso es lo que se consiguió, anticipándose un día al Día Mundial de la Arquitectura, el domingo en la Plaza de las Cervezas, que se llama así porque en su tiempo hubo una fábrica cervecera, de Cruz Blanca.

Porque entre los comercios vecinos de la Plaza de las Cervezas, entre hostales, copisterías, bares, asociaciones de consumidores, tapicerías, tiendas delicatesen y alguna de cuidados corporales, también hay dos estudios de arquitectura: Calma y Espacio Lateral, que son quienes impulsan Artecturas, con el apoyo del Colegio de Arquitectos y Santander Creativa.

Es un proyecto que se concibe como un concurso en el que se diseña una idea para una zona de Santander con el objetivo de, durante un día, mezclar arte y arquitectura y dar visibilidad a zonas menos utilizadas de la ciudad.

Porque además de la arquitectura con vocación de permanecer, hay otra rama que es la arquitectura efímera, instalaciones que son flor de un día, aunque, como en Artecturas, pueden enraizar.

En este caso, el estudio Intenso creó un escenario (hecho y rodeado a base de alpacas de paja, como forma de mostrar el contraste entre lo rural y lo urbano) a modo de teatro romano, con ese mismo espíritu de reunir a distintas artes.

Así fue: hubo música, con Los Arrancacorazones, la Compañía de Sueños Ilimitada o Lunatic Catz, entre otros, proyecciones de cortometrajes, pintura en directo de Cecilio Espejo y Domingo de la Lastra al ritmo de la música que pinchaba Mojo, cuentacuentos con un clásico como es Alberto Sebastián, magia… Todo al aire libre, con gente que se iba acercando a lo largo del día, y con niños sentados escuchando y en niños bailando y dando palmas (“están aguantando mucho, eso es que les gusta”, comentaba un padre). No sólo niños subidos al hombro de sus padres, también estaba en la Plaza de las Cervezas el público habitual de los conciertos y otras actividades culturales de Santander.

Es más que un evento, es todo un festival, como probaban los vasos de plástico, igual que los de cualquier festival veraniego. Y, como los festivales, tiene varias ediciones, aunque, en este caso, serán itinerantes. El año que viene puede caer en tu barrio.

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