“Cuando las mujeres reclaman derechos, reclaman para todos”

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Con motivo de la semana del 8 de marzo, con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se están sucediendo una serie de actos que reivindican el papel de la mujer en diferentes sectores, laboral, educativo, de cuidados e incluso como usuaria de consumo.

Este martes, Comisiones Obreras ha reunido a un grupo de sindicalistas que han liderado, y continúan haciéndolo, grandes luchas que han supuesto mejoras en su sector. Se trata de mujeres que tomaron las riendas de la lucha por sus derechos laborales y han logrado cambios a través de la unión colectiva.

Bien lo saben los trabajadores de la embotelladora de Casbega –Fuenlabrada- de Coca-Cola que, tras casi cinco años, han ganado la batalla contra el cierre de la fábrica y el ERE de extinción de la empresa.

Patricia y Arancha, de Aon, Mercedes de Coca-Cola, Rosa Mantecón, representante de mujeres de CCOO Cantabria, Carlos Sánchez, secretario general de CCOO Cantabria, Jacinta, camarera de piso y Blanqui, limpiadora.

Mercedes Pérez, sindicalista y espartana, se ha trasladado desde Fuenlabrada para contar su experiencia. “Los de espartanos es porque éramos 300, no más”, bromea. Ella cuenta que la de Casbega siempre fue una empresa muy fuerte a nivel sindical, lo que derivó en que la fábrica de Fuenlabrada fuera la mejor y más grande de Europa. “Tenía trece líneas de producción, con un ratio de 125 millones de cajas al año, que es una burrada, un nivel de productividad inmenso”.

Por su lucha constante, tenían y tienen el mejor convenio, que casi se lo llevan por delante al fusionarse las fábricas y el intento de cierre, anunciado por la multinacional el 22 de enero de 2014 y finalmente paralizado a finales de 2018.

Lo que peor de ese primer impacto fue que, cuando los directivos anunciaron el cierre, se rieron ante las lágrimas de algunos compañeros. “Desde ese momento decidimos presentar batalla, así que fuimos a la fábrica y empezamos a llamar a la gente”. Y en pocas horas llegaron trabajadores y sus familias y ya no se movieron. “Las demás fábricas se rindieron a los 20 días y fueron aceptando las condiciones de la empresa, pero nosotros no. No queríamos el dinero sino el puesto de trabajo. Queríamos el concepto de que no se puede esquilmar a las personas”.

Por ello, se organizaron para no abandonar nunca la fábrica y se repartían los trabajos, llamando al boicot puerta a puerta y extendiendo el lema ‘Si Madrid no produce, Madrid no consume’. También buscaron cualquier resquicio en sus contratos para declarar nulos los ERE, hasta que consiguieron que se condenara el “esquirolaje empresarial” al traer productos de fuera para vender en la comunidad de Madrid cuando pararon la producción.

También recibieron muchas cargas policiales en sus intentos de que no trasladaran la maquinaria, hasta el punto de que algunos sufren secuelas desde entonces, como cojeras. “Ha habido intentos de suicidios, depresiones, desahucios… Tened en cuenta que, cuando el juzgado dijo que debían readmitirnos y la empresa se negaba, estuvimos meses sin cobrar el paro ni percibir sueldo. Para sobrellevarlo, hicimos nuestra caja de resistencia”.

Mercedes y su marido son dos de los rostros más representativos de la lucha sindical de Coca-Cola. Incluso llegaron a señalarlos públicamente en algunos medios, aportando datos personales y creándoles muchos quebraderos de cabeza. De hecho, el pasado mes de noviembre, les entraron en casa, donde les apalearon durante más de una hora, exigiendo que les llevaran a una caja fuerte que nunca han tenido. Ante la pregunta de si está relacionada una cosa con la otra, ella se encoge de hombros. “De momento, es secreto de sumario pero lo que la Guardia Civil nos dejó claro es que un robo normal se hace en el menor tiempo posible; no se tiran una hora pegando palizas a nadie”.

“Pero no nos van a callar”, advierte, retomando el tono reivindicativo. “El patriarcado es el sistema que engulle todo y que tiene como brazo armado el capitalismo”, asegura y defiende especialmente el feminismo como lucha social porque “cuando las mujeres se unen y toman conciencia de esa transversalidad y ese poder que tienen en los ámbitos más importantes de la sociedad, pueden cambiarla”. Además, recalca que “las mujeres cuando reclaman derechos los reclaman para todos, ya que si una cuidadora reclama mejoras esto implica también para los dependientes”.

“TE DICEN QUE SI TÚ NO QUIERES, OTRA LO HARÁ POR MUCHO MENOS DINERO”

Otro caso presentado este martes ha sido el de las camareras de piso, conocidas popularmente como ‘Kellys’, aunque las sindicalistas que llevan años luchando por mejoras en los convenios recelan un tanto de esa denominación. “Básicamente es porque llevamos muchos años luchando por conseguir la categoría profesional de camareras de piso, no queremos que se equivoque nuestra calificación”, explica Jacinta González, que, de igual modo, agradece a este movimiento “porque ha ayudado a visibilizar las luchas”.

Jacinta explica que, con la crisis económica, esta profesión se ha precarizado aún más. “En muchos casos, se subrogó a unas empresas que rebajaron nuestra categoría profesional y nos aumentaron terriblemente el ritmo del trabajo”. Esto ocasiona muchos trastornos físicos y psicológicos entre ellas, como enfermedades crónicas y de los huesos. Además, por el miedo a cogerse la baja y no volver a ser contratadas, muchas de ellas recurren a la automedicación, con los riesgos que conlleva.

“El problema es que la reforma laboral ha propiciado que se sientan capaces de decirte que pueden externalizar el servicio y que, si tú no quieres, otra lo hará por mucho menos dinero”, denuncia. Y las empresas que las tienen en plantilla quieren imponer ese sistema «de producción», pagando «por habitación».

“La cuestión es que nos tratan peor que a otros compañeros que también trabajan en los hoteles. Imponen una serie de habitaciones a hacer en tantas horas y, si no acabas a tiempo, tienes que quedarte más sin que te lo remuneren. Esto implica que hay compañeras que no paran ni a comer”. Y peor aún es el caso de las compañeras de multiservicios. “Es inhumano; les pagan dos euros por habitación y han precarizado nuestro trabajo y nos han quitado la dignidad”.

Con la lucha sindical, sí ha apreciado un cambio en las compañeras que llegan subcontratadas a través de las ETT. “Hay algunas empresas que sí aplican convenio de sector y otras que no, así que ya empiezan a plantarse y decir en qué hoteles trabajan y en cuáles no”.

CUANDO LA BRECHA SALARIAL LA IMPONEN LAS CATEGORÍAS PROFESIONALES

Charla con mujeres luchadoras.

Precisamente, es importante entender que conseguir las categorías profesionales adecuadas es vital porque, de ahí, procede en muchas ocasiones la brecha salarial entre hombres y mujeres que, en Cantabria, es de 6.993 euros al año.

En el sector de la limpieza, Blanqui Soberón ha abanderado la lucha contra la precariedad, en un trabajo que ocupan las mujeres en un 80%. Sin embargo, pese a la mayoritaria presencia, ellas ocupan los peores puestos.

“Vivimos con contratos parciales, constantemente en precario y teniendo que ocupar todo el día de trabajo porque tenemos los trabajos repartidos”, cuenta, denominándose casi en broma como “trabajadoras de calle”. “Yo me paso todo el día fuera de casa para cumplir, en mi caso, 16 horas a la semana”, cuenta.

Y el hecho de que ellas ocupen la mayor parte de los trabajos parciales no es por iniciativa propia. “Llevo muchos años y a ninguna le he oído decir que no quiere más trabajo porque quiere estar más en su casa. Todas queremos un trabajo que nos permita una vida digna”.

Pero es que hecha la ley, hecha la trampa y en el modo en que los contratos se hacen por categorías profesionales es donde se ve que ellos cobran más que ellas. “Del 80% que somos las mujeres, el 70% solo somos limpiadoras, mientras que la mayoría de los hombres sí tienen categorías especialistas reconocidas. Conozco casos de mujeres cristaleras, que hacen la misma labor, pero que en los contratos figuran como limpiadoras, que está peor pagado”.

CUANDO LA EMPRESA TIENE UN CONVENIO MÁS RESTRICTIVO QUE EL DEL SECTOR

Sobre el mundo de los convenios son expertas Arancha Varela y Patricia Pinto, dos de las conocidas como las 9 de AON, también presentes en el acto por su exitosa lucha contra su injusto despido el año pasado.

Ambas ocupan ahora sendos puestos en el Comité de Empresa tras ganar las elecciones sindicales, la presidencia y la secretaría. En un año, han pasado de ser despedidas justo antes de formalizar su candidatura sindical a gozar de la confianza de sus compañeros y compañeras del Contact Center, con quienes las relaciones son más fluidas ahora.

Su actual lucha es pedir que en la empresa se aplique el convenio del sector de teleoperadoras y no el de la empresa, que es más restrictivo y el que rige ahora. “El sectorial reconoce el derecho a 35 horas médicas al año, cosa que nuestra empresa no reconoce y debemos recuperarlas siempre”, pone de ejemplo Arancha.

Patricia también señala que es muy difícil evolucionar en las categorías de la empresa y, por tanto, promocionar dentro de ella. “Afortunadamente, parece que la gente ha perdido el miedo y, aunque poco a poco, van viendo cambios”, valoran.

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4 Comentarios

  • Fernando Díaz
    7 de marzo de 2019

    Eso no es cierto, es justamente al revés, “Excusatio non petita …”.
    La lista sería largísima: desde el rótulo ´ Derechos de las mujeres´, hasta las innumerables organizaciones concebidas y organizadas por y para mujeres. Sin hablar del propio Feminismo …

    La verdad es que la afirmación no puede ser más desafortunada.

    • Marina
      7 de marzo de 2019

      Desafortunados y jetas aquellos que no entienden nada en 2019.

  • Fernando Díaz
    7 de marzo de 2019

    Me refería a esto:

    “CUANDO LAS MUJERES RECLAMAN DERECHOS, RECLAMAN PARA TODOS”

  • Fernando Díaz
    8 de marzo de 2019

    Descalificar no te más razones, te da menos.

    Quien entiende poco en 2019 es quien se lanza a la calle sin haber pensado antes UN POCO sobre por qué lo hace.
    En este caso es objetivo que no ha sido así: “Cuando las mujeres reclaman derechos, reclaman para todos”.

    -Primero, es un error porque las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, no hoy, los tienen desde hace décadas, de lo que soy testigo directo.

    -Segundo, de haber diferencias, ya que en los últimos tiempos ha habido movimientos legales hacia aquí y hacia allá, yo diría que las mujeres ostentan más derechos que los hombres. Pienso en la famosa Ley de VGº y todo lo que rodea a esta polémica iniciativa. Atacar la presunción de inocencia de la mitad de la población no es un tema menor en Derecho.

    -Tercero, No es propio de alguien reflexivo en 2019 salir a la calle sin comprobar mínimamente los eslóganes que se defienden. Que alguien diga ser millonario no significa que lo sea. Que alguien diga que defiende la Igualdad no implica que sea cierto. Es demasiado infantil, no te parece?
    Y es que defender hoy la Igualdad (así, sin matices, sin parámetros) es propio de alguien que se quedó en las conversaciones del Instituto o del café de la esquina.

    Es muy fácil demostrar que la actual praxis feminista NO defiende los mismos Derechos para todos —> Implantar por la fuerza una legislación asimétrica en función del sexo y no del delito, significa precisamente esto. Basta con leer y cotejar teoría y práctica. Pero para eso hace falta independencia y sentido crítico.

    -Esto en cuanto a los “grandes principios” como la Igualdad y demás mitos oscurantistas. No hablemos de toda la letra pequeña (históricamente exigir paridad e igualdad sólo cuando se entiende que se está por detrás, y nunca cuando se entiende que se está por delante).

    -La SOLUCIÓN a este presunto problema pasa por que las mujeres asuman su responsabilidad en la vida, en sus vidas.

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