Expulsados, un libro para conectar Santander

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Recorrido por la senda costera dentro de la campaña de crowdfunding de ‘Expulsados’

Los que leemos sabemos que los libros sirven para muchas cosas. Para poner las cosas en orden, para imaginar, para hacer pensar, y también para conectarnos: con el futuro, con el pasado, con el presente, con los personajes, sus emociones y también, de forma instantánea, invisible pero latente, con los demás lectores. Porque un libro es también un medio de comunicación. Por eso Expulsados lo escribió y supervisó un equipo de periodistas.

En las baldas de Ikea o en los muebles con vitrina de los salones de un puñado de vecinos de Santander reposa ya desde hace varias semanas un libro en el que ellos mismos son los protagonistas.

Es ‘Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente’, el libro que publicamos el equipo de EL FARADIO en Libros.com tras ganar su primer premio de Periodismo de Investigación, colección comandada por el maestro Antonio Rubio.

De Cueto al Prado San Roque, del Cabildo al Pilón, del Río de la Pila a la Vaguada de Las Llamas pasando por Castilla Hermida, barrios que tradicionalmente venían estando desconectados entre sí, porque la desconexión, ese “no puedes hablar de este barrio porque no vives en él”, era lo que mejor venía al poder. Poder en sentido amplio. Algo de eso empezó a romper Amparo Pérez, y se cuenta en el libro, donde también descubrimos cuando empezó a incubarse esa sensación. Y después vino en el MetroTus, que eso ya no nos dio tiempo a meter.

Primeros ejemplares de ‘Expulsados’

La unión entre barrios, entre afectados por decisiones urbanística, no es la única conexión que cuenta un libro que empieza en 1941 y que en realidad no termina porque, como los libros que más nos gustaron en la infancia, el final está por escribir. ‘Expulsados’ empieza situándonos en Santander y recordándonos cuánto nos afecta el urbanismo porque nuestras emociones tienen código postal. Pero su arranque real es 1941, el año del incendio, y su final teórico es la actualidad, el Santander que afrontó la transición urbanística después de que se anulara un Plan General que escudriñamos en ‘Expulsados’.

Ambos momentos quedan conectados en sus dos centenares de páginas, al comprobar que el modelo de ciudad que se impuso en 1941, tras el incendio, en plena dictadura, no dista tanto del del último PGOU y todos los que le precedieron: unas normas muy flexibles para unas élites, muy cercanas al poder político de turno, y unas consecuencias en forma de expulsiones de los auténticos STV, los santanderinos de toda la vida. Lo que entonces eran barriadas o poblados hoy se llama gentrificación.

Los vecinos que no entendían porque donde ellos pedían una plaza acabó habiendo un parking privado, los que se rebelaron contra un proyecto que implicaba expropiaciones y vieron muy claro la secuencia abandono-estigmatización-proyectos-revalorización, los que pedían cosas tan sencillas como un paso de cebra para ir al supermercado o un espacio para que jugaran los jóvenes o los que defendieron tener un colegio en su barrio, pero también el empresario que asumió que su negocio también iba a ser gentrificado –gentrificación industrial, de eso también hablamos en la ciudad de los centros comerciales–, se cruzan en las páginas con los sospechosos habituales, los que consiguieron hacer la plaza que propusieron, los que consiguieron hacer oficinas en los edificios del centro donde no podían hacerse oficinas y los que hicieron acopio de suelo allá donde fuera posible. Nos vale para el centro, para la costa norte o para el PCTCAN.

Como un libro, ya hemos dicho, es una forma de comunicación, ya hemos tenido algo de retorno: desde, también, gente molesta por salir mencionada, hasta personas que agradecen saber un poco más de Santander y de urbanismo que antes, y otras que se han sentido, de algún modo, reparadas por ser, al fin, protagonistas de su historia.

*’Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente’ puede adquirirse en Internet y también puedes preguntar por él en La Vorágine. Feliz día del libro.

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