4×4, Teatro Exprés

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Convencido, desde hace mucho tiempo, de que las ciudades de veraneo con para el invierno, procuro pasar el mayor tiempo posible del verano fuera de Santander. Me distancio de la muchedumbre playera, festiva y bulliciosa, y me recojo en un pueblo de media montaña, en el que cuando llego ya somos 17. Me libro de aglomeraciones e incomodidades. Pero también me privo de acontecimientos culturales, que son de mi gusto, tanto en invierno como en verano. Y no me refiero a los fastos del FIS y otros eventos veraniegamente universitarios. Y es que la tendencia natural a quererlo todo se ve condicionada por esa trampa moral, con apariencia de libertad, de elegir, pero que no es sino una suerte de consuelo ante la fatalidad de no poder tener todo. Sin embargo, el pasado fin de semana estuve en Santander, y pude satisfacer uno de mis gustos culturales, sin grave perjuicio para mi tendencia a los entornos sosegados, donde, en todo caso, sea solo mi espíritu el que se alborote. Lo cuento.

Cartel de Teatro Exprés

Fue en los espacios apaciguados, interiores y exteriores del Conservatorio Ataúlfo Argenta, de Santander, a la hora en la que la noche comenzaba su andadura, donde asistí a 4, tan breves como intensas, representaciones teatrales, incluidas en la programación de una edición más de Teatro Exprés: La candidata; Ser o no ser. Vicio Público; Punto final, y Democracia, de 4 autores: Harold Pinter; Alberto Iglesias; Áureo Gómez, y Néstor Villazón, que representaron 4 Compañías: Espacio Espiral; La Machina Teatro; Ábrego Teatro, e Hilo Producciones, con 4 directores al frente: Miguel Meca: Francisco Valcarce; Pati Domenech, y Sandro Cordero, 4 nombres señeros de la escena cántabra, cada uno de los cuales resolvió su función con sus intérpretes: Cristina Samaniego e Ivana Heredia; Patricia Cercas y Lidia Ruiz; Fernando Madrazo, Mariu Ruiz, Verónica Ortiz y Laura Orduña. Actrices y actor de contrastada solvencia interpretativa.

Cada uno de los 4 grupos multiplicó por 4 las representaciones de sus respectivos textos, una vez para cada uno de los 4 grupos de asistentes, en los que se dividieron como espectadores, de modo que las 4 se estuvieron representando simultáneamente en sendos espacios, que sin ser escénicos –pequeña habitación; retretes; exterior ajardinado, y rellano del segundo piso, escalera incluida- en ellos se acomodaron 4 acciones teatrales distintas, sin dejar de ser las mismas.

Sin una intencionalidad puesta en común, las 4 piezas, en tono de comedia surrealista, giran en torno a una realidad sociopoliticoeconómica, que desde hace ya demasiado tiempo nos preocupa como personas y como ciudadanía, y de la que el teatro se ocupa, no para resolverla, tampoco exorcizarla, sino para mostrar todos los demonios que la pervierten. Coinciden las 4 propuestas en estar revestidas de un humor, por el que la ironía raya con el sarcasmo, de modo que la risa provocada se compadece con una desazón contenida. Es lo que tiene la crítica inteligente. 4 obras, testimonios de que, con frecuencia a las representaciones al uso le sobran unos cuantos minutos. Dicho de otro modo, que Teatro Exprés es la expresión de un pequeño gran fenómeno teatral.

Y yo vuelvo a la calma, sin haberla abandonado, llevándome una parte, multiplicada por 4, de lo mejor, que ofrece una ciudad que, como todas las de veraneo, son para el invierno.

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