José Manuel Soria ha sido ministro siempre en época de crisis y, por tanto, no conoce la sensación que tienen otros representantes del Gobierno central de que viajar fuera de Madrid ya no es lo que era.

Antes, en los años dorados, cuando eras ministro y visitabas una comunidad autónoma, firmabas un convenio, visitabas una fábrica e inaugurabas algo. Los medios locales te hacían fotos y lo único malo que podía pasarte era que en la rueda de prensa te preguntaran sobre alguna polémica sin mayores desafíos.

Pero está claro que, con los tiempos que corren, eso ya no puede pasarle al responsable del departamento de Industria y Energía, en una comunidad autónoma en la que las grandes empresas como Sniace piensan más en el concurso de acreedores que en otra cosa y todo mientras vinculan esa situación con decisiones (la regulación energética y el céntimo verde) con decisiones de su Ministerio.

Y mucho menos en una comunidad en la que vecinos de zonas interiores sienten como inminente el permiso Luena, las primeras exploraciones del fracking, la técnica de extracción de gas natural a base de perforaciones que liberan gases contaminantes con efectos sobre el agua potable.

Aquí la cosa se complica. Pues mientras Cantabria ha legislado contra esta técnica, resulta que el Ministerio ya había concedido la mayoría de los permisos. Los dos gobiernos son del mismo partido y está por ver si hay choque de competencias y cómo se resuelve.

Ante la irritación de los colectivos antifracking, Soria se ha mostrado en varias ocasiones favorable a esta técnica para conseguir energía. Incluso ha regulado (en el último Consejo de Ministros) para que se haga cumpliendo criterios ambientales. Es decir, no la ha prohibido.

LE ESTÁN ESPERANDO

La Asamblea contra la Fractura Hidráulica le estará esperando en las Caballerizas del Palacio de La Magdalena, adonde acude dentro de un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre telecomunicaciones.

Los críticos del fracking, animados con las informaciones de otros países en los que la movilización ha conseguido frenar los sondeos, están echando el resto. La Asociación de Emprendedores Pasiegos estará este lunes en las playas de Santander, en los estertores del verano, para repartir balones con lemas contra el fracking.

A Soria también le esperan los trabajadores de la industria cántabra, que le ‘recibirán’ con una concentración a las 11.30 horas en Ferroatlántica, fábrica que cumple cien años y a cuyos actos acude aprovechando su jornada en Cantabria. En otros tiempos, esa hubiera sido la foto y la noticia.

Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras le quieren trasladar su preocupación por la situación de la industria cántabra. Un sector en reconversión, sangrado por EREs y liquidaciones, que tiene como último exponente de su delicado estado a Sniace, que tras anunciar un ERE de extinción parece encaminarse hacia el concurso de acreedores.

El problema de esta fábrica es singular porque sus responsables señalan como causantes de su descenso a los infiernos a los Gobiernos regional –con el que definitivamente no hay una buena relación–´y central, por la regulación del sector energético y el céntimo verde, una tasa que grava a las industrias que más electricidad consumen.

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en los últimos cinco años la industria cántabra ha perdido casi 15.000 empleos. Sólo en el último año ha visto descender su número de ocupados en más de un 8% (3.200 ocupados menos).