Quién echa de menos a los buenos periodistas

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Javier Espinosa, corresponsal del diario El Mundo, fue secuestrado junto al fotógrafo freelance Ricardo García a mediados de septiembre en Siria.

Hasta hace poco no hemos conocido la noticia por deseo expreso de su familia que consideró útil ocultarla a la opinión pública para la resolución del secuestro. Javier Espinosa es un periodista con más de 20 años de experiencia en la cobertura de zonas de conflicto y sus crónicas son frescos de la miseria humana que recorre el mundo. Es de esos periodistas que trabajan sobre el terreno, obviando la frialdad de las coberturas a distancia y asistidas por la tecnología.

foro espinosa

La última foto de Javier Espinosa en Twitter: «Another body, another funeral and 1 more hole in the park»

Durante estos meses su mujer, sus compañeros, sus allegados, algunos profesionales han echado de menos a Javier. Pero ¿y los lectores?  El último tweet que le menciona es del 17 de septiembre. Luego si, a partir de conocerse la noticia hay una avalancha de menciones, casi tres meses después. Desconocemos si llegaron mails a la redacción preguntando por él, pero desde luego no se publicaron y en los foros en lo que se pueden comentar sus noticias, tampoco nadie se pregunta por su ausencia durante estos meses.  Yo mismo no fui consciente de que faltaba una voz importante que nos contaba de primera mano lo que pasa y lo que no pasa en conflictos como el de Siria.

Las comparaciones son odiosas, pero si hubiera desaparecido un tertuliano de ese selecto y restringido club que vemos en todos los canales, en todas las emisoras, mañana tarde y noche, ejerciendo de “todólogos”, como los define el profesor Carlos Taibo, alguien hubiera reclamado su presencia. Pero a Javier y a Ricardo, los que nutren a estos otros de historias contadas a pie de vida, muy pocos lectores los han echado de menos. Y esto es un pequeño drama que más allá del caso puntual, desvela un desinterés por la información sobre las guerras que nos rodean, que lógicamente lleva aparejado una falta de estima hacia los que se preocupan por obtenerla de la manera más profesional, sin importarles los riesgos.

Javier es muy crítico con su profesión, de hecho cuando recogió el Premio Internacional de Periodismo Manu Leguineche afirmó: “De esta crisis sacaremos una parte positiva: los periodistas nos daremos cuenta de que parte de la culpa fue nuestra. Nos creímos, en nuestra arrogancia, ser el cuarto poder. Y no somos nadie, solo somos meros transmisores, no somos showmen como algunos se creen, sino meros correos”. Autocrítica y humildad de alguien comprometido con su profesión y con los ciudadanos a los que sirve.

Detesto las etiquetas de héroes y villanos, pero en el periodismo, como en cualquier otra actividad, es fácil distinguir quien hace bien su trabajo y quienes están más preocupados por otras cuestiones. El sistema parece abocarnos a seguir más a estos últimos, pero no nos podemos permitir las ausencias de gentes como Javier y Ricardo y por eso deberíamos reivindicarlos más a menudo.

Recomiendo dos lecturas del trabajo de Javier Espinosa, para saber de quién hablamos, y de alguna manera conjurarnos a favor de su pronto regreso junto a Ricardo. Su última crónica para El Mundo, contando la historia de una heroica matrona Siria que sigue asistiendo partos en condiciones deplorables: y su esclarecedor artículo para Jotdown en el que resume de manera magistral el conflicto Sirio, visto desde dentro.

Javier, Ricardo, aunque no nos hayamos dado cuenta, os echamos de menos.

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