Relato de una venganza en el crimen de Isabel Carrasco

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Isabel Carrasco era una política muy poderosa. 12 cargos acumulados, protagonista de viñetas satíricas nacionales. 12 cargos en un lugar pequeñito como León. Pensamos en algo parecido desde otro lugar pequeñito como Santander, donde con menos cargos aglutinados hemos podido sentir situaciones insoportables desde una perspectiva democrática. Isabel Carrasco, una de las personas más poderosas de Castilla, progresaría como se progresaba en la vieja política, aupada por un régimen de padrinos, lealtades y traiciones. Seguro que heredó y evolucionó su propia red clientelar. Y en ese ámbito – no en otros como pretenden los directores de los medios de comunicación oficialistas-, de ese círculo de relaciones salió su verdugo. Presunto, hasta que un juez no resuelva todo el caso.

Montserrat Triana Martínez es Teleco, 35 años. Había estudiado en la Universidad de Cantabria. Desde muy joven afiliada al Partido Popular, como su padre, inspector jefe de la Policía Nacional en Astorga. Fue en las listas del PP al Ayuntamiento de ese municipio, en 2007. Iba en el número siete de la lista popular y se quedó a un concejal de su primera experiencia municipal. Ese mismo año entró a trabajar como interina en la Diputación de Isabel Carrasco. Había buena relación familiar.

Pasó más de tres años haciendo informes técnicos, ese escudo de gobernanza para los dirigentes. Años de TDT, de apagón analógico, de banda ancha, de alfabetización digital en los entornos rurales. Igual fue en un café de las doce cuando escuchó que Carrasco se acostaba con un policía de la provincia. Dicen que no quiso saber más; posiblemente no pudo evitar enterarse. Siguió de interina, hasta que en 2010 salió su plaza a concurso. Recibió por aquel despido una indemnización de 60.000 euros. Tenía una hipoteca. Se presentó a la oposición, con años de experiencia y la palabra de Isabel Carrasco. Pero la oposición se la llevó otro candidato al puesto, que después renunciaría en 2011, mediante una excedencia.

La plaza de funcionaria de la Diputación nunca regresó a Montserrat Triana, que era lo pactado. La Diputación, ya en tiempos de recortes, amortizó el puesto. Alguna expectativa debió frustrarse en aquellos tiempos. Y a buen seguro no fue lo único que se frustró.

sheriff_astorgaLa principal sospechosa del asesinato de Isabel Carrasco es la madre de Montserrat Triana: María Montserrat González Fernández, 55 años.  Cuentan los medios locales de la provincia de León – y citan fuentes del PP local- que su marido, el inspector jefe de la policía de Astorga, tenía una relación “demasiado estrecha” con la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco. Dinero  y amor, normas universales de cualquier crimen en todo el mundo. Pues ya está. Queda por cuadrar fechas del despido de Montserrat Triana e hitos de las relaciones demasiado estrechas de su padre, el sheriff de Astorga, con su exjefa, la presidenta de la Diputación. Pero esto ya es materia para Ana Rosa, AR. Favores y amores no correspondidos. Líos de falda. Todos del PP.

Todo se precipitó el lunes, otra sanción para Montserrat Triana y el asesinato de Isabel Carrasco. Después de pleitear con la Diputación y de verse obligada a devolver la indemnización por su despido, 60.000 euros, media hipoteca, a Montserrat Triana – que es uno de los nombres más horteras que podían haber elegido sus padres- le llegó una notificación de que debería pagar otros 12.000 euros, por cantidades indebidamente cobradas cuando fue trabajadora interina de esta administración. Algo apunta a que Isabel Carrasco administraba el poder así. La relación era buena: entraste a trabajar; la relación es pésima: te voy a joder viva.

“Cuando el juego de las sillas se pone en marcha…”, recibo de una conversación con un analista político. Es el juego al que quiso jugar Montserrat Triana. Tenemos en un lado a una militante que se ha esforzado en hacer favores, pongamos que al límite de la Ley. Que se lo ha currado, que se lo habían prometido. Pero pongamos además que, lejos de recompensarla, la estaban empezando a perseguir, que había perdido el piso y hasta la vida en la que había invertido.

Y pongamos que detrás de una joven formada hay una madre que ve sufrir a una hija. Y que además tiene el honor ultrajado, desde hace el tiempo que sea, pero eso permanece en la memoria de todo pueblo pequeño. Eso se puede aguantar mucho tiempo, lo que haga falta, por la estabilidad de una hija. Pero esa había dejado de ser la situación. Hacía tiempo. El desenlace es de Tarantino: la venganza.

Este es el relato, a falta del detalle de la prensa rosa, por el que han ondeado las banderas a media asta en toda España. Los funerales de Estado, las concentraciones silenciosas en los ayuntamientos, la suspensión del debate electoral televisado, la regulación de Twitter. García-Abadillo – apellidos con guiones: tenías que dirigir El Mundo-, a-be-ce-ses, las razones… dejadlo, en serio, rendíos. Se parece más a Puerto Hurraco que al crimen que hubieran preferido los dos grandes partidos, a 12 días de las elecciones.

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