Vistas desde el Prado San Roque

El Nuevo Santander se construye a golpe de shocks urbanísticos, y los vecinos del Prado San Roque y el Río de la Pila son los siguientes en sufrirlo.

Unos cincuenta vecinos del barrio se han constituido en la plataforma ‘Salvemos Prado San Roque y el Río de la Pila’.

Vertedero en Prado San Roque-Río de la Pila

Desde ella, denuncian no sólo la situación de suciedad y falta de atención a la zona, sino las consecuencias que para sus casas tendrán los nuevos proyectos urbanísticos en una parte de la ciudad, sobre todo la de Prado San Roque, que era una gran desconocida hasta que la llegada del funicular permitió contemplar las vistas a la Bahía desde lo que antes se conocía como El Alta.

De momento, han emprendido acciones por dos vías, la ‘virtual, con una denuncia en Change.org y la creación de una página en Facebook, y la real, con –de momento- la recogida de firmas y el registro de un escrito de denuncia ante el Ayuntamiento de Santander.

Imagen de la zona

Tanto en el escrito como en la petición de Change, enumeran los problemas del barrio, que van desde el “abandono” (alcantarillas rotas, pavimentación deteriorada, escaleras rotas, falta de luz..) hasta la suciedad (existencia de pequeños vertederos, malos olores…) que, recuerdan citando la legislación, es responsabilidad del Ayuntamiento de Santander.

Y de fondo, alertan de que este “deterioro” tiene como objetivo “otro pelotazo urbanístico”.

En realidad, tal y como comentan en conversación con EL FARADIO, se temen que con todo este cúmulo de condiciones se quiera expulsar del barrio a sus habitantes naturales (ya se ha empezado a hablar de expropiaciones) y rebajar el valor de sus propiedades, de cara a la llegada de los proyectos inmobiliarios ya en marcha, entre los que se encuentran urbanizaciones tanto de vivienda libre como protegida, así como una serie de mejoras futuras de las que ellos ya no se beneficiarán.

Es, a otra escala, lo que le pasó hace años a una de sus vecinas, Juana, residente en un deteriorado inmueble justo a la llegada del funicular. Uno de los bloques sufrió un derrumbe tras años de dejadez, y hubo que tirar el de al lado, al quedarse sin apoyo. En su día, Juana ya denunció que había registrado numerosas peticiones de permiso para reformar el bloque y tratar de paliar su mal estado. Pero nunca encontró respuesta. Hoy Juana ya no vive en la zona.

EL SHOCK DEL CABILDO

El abandono, la suciedad y el progresivo deterioro recuerdan mucho a lo que también denunciaron en su día los vecinos del Cabildo de Arriba, en pleno centro de Santander, en una de sus épocas más combativas, previa al accidente en el que, en el año 2007, el desplome de un edificio en la Cuesta del Hospital como consecuencia de unas obras sin la licencia adecuada provocó la muerte a tres personas.

Ya entonces se hablaba de lo que finalmente acabó sucediendo: la suciedad, la desatención y la falta de reformas rebajaron el valor de sus pisos mientras empresas inmobiliarias iban acaparando solares y pisos que, como consecuencia del estado del barrio, cada vez les resultaba más barato adquirir.

La zona acabó experimentando una renovación urbana, impulsada sobre todo a raíz del mortal derrumbe, en un proceso en el que se implicó tanto el sector público como el privado y que acabó incluyendo ayudas económicas para que las empresas propietarias de terrenos pudieran levantar edificios. Fue otro de los shocks urbanísticos, antes de que empezara siquiera a hablarse de la construcción del Nuevo Santander.